domingo, 6 de noviembre de 2016

Wagner: del cielo musical se desciende al modernismo controvertido. Modernismo es la representación de la dura realidad terrenal con sus egos, caprichos y locuras. Historia de la Música Occidental, Parte XIV



Wagner: del cielo musical se desciende al modernismo controvertido. Modernismo es la representación de la dura realidad terrenal con sus egos, caprichos y locuras. Historia de la Música Occidental,  Parte XIV




Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo



El Wagnerismo, fue no solamente un gran espectáculo teatral y operístico original, el wagnerismo fue un cambio irreversible en la música occidental; la saga comienza para agosto del año 1876, donde selecto público con grandes personalidades, enriquecidos caballeros y damas, nobles, políticos, músicos e intelectuales, se trasladaron con sumo interés culto a la ciudad germana de Baviera, para conocer y contemplar el afamado teatro “Bayreuth” que el gran compositor Wagner había construido.


Wagner, es cierto, también tuvo su mecenas como lo tuvieron muchos otros grandes maestros músicos, se trataba del rey bávaro Luis II, (el mismo que se dio el lujo de escuchar las dos primeras partes de la obra el Anillo de Wagner en presentación privada), y cuando presenta fastuosamente su aludida obra el Anillo, estaban ahí entre el selecto auditorio: Liszt, Grieg, Chaikovski, --el seguidor del gran compositor Anton Bruckner (1824-1896)--, y la pareja de galos: Camille Saint-Saëns (1835-1921), y Vincent d’Indy (1851-1931).




El Anillo de los Nibelungos, es brillante obra de arte musical, que se fraguó por sendo cuarto de siglo, y que finalizada, tomaba largas cuatro veladas verla completa, es decir, que necesitabas toda una semana para poderla apreciar completamente, y para ese propósito Wagner construyó un teatro especial para la representación de su opus magna.


Recordemos, que ese mismo año de 1876, Wagner fue rechazado por el gran Chaikovski, el célebre autor de “El lago de los cisnes”, --cosas de músicos entre sí--, y se inclinó más por la obra de ballet Sylvia, autoría de Léo Delibes (1836-1891).



A pesar del rechazo de Wagner a las sinfonías, estas reaparecieron fértilmente luego del estreno de su ‘Anillo’, por ejemplo, Brahms, y Bruckner se destacaron ampliamente; en suma,  la música sinfónica floreció otra vez, y aparecieron gran cantidad de orquestas, y  entre ellas, de hecho, las más prestigiosas fueron: la Sinfónica de Boston fundada en 1881, la Filarmónica de Berlín fundada en 1882, y la Sinfónica de Chicago creada en 1891.




Para finalizar el siglo XIX, muchos compositores se dieron cuenta que estaban en otro tiempo y en otro momento histórico, que la música que ellos conocían e interpretaban había tocado su techo y que necesitaban renovación, --fue lo mismo que le pasó al genial Beethoven una centuria antes--, por lo tanto vendría en breve, senda declaración de principios, que se verificaría forma de sinfonía.


Ese fue el gran momento cuando el maestro Sibelius presenta su Primera sinfonía (1898-1899), demostrando que todavía era tributario del maestro Chaikovski.


Debussy, demostrando su poca atención a las formas tradicionales, presentó senda sinfonía sin primer movimiento, y titulado colectivamente, Nocturnes (1897-1899) --eran poemas sinfónicos--.


Elgar, presentó senda colección de variaciones, conocidas como las “Enigma”, y ese fue su debut sinfónico, que en realidad era, el estudio de la personalidad de un amigo suyo (1898-1899).




En pleno debate sobre el futuro de la música que había iniciado Debussy, aparece Arnold Schoenberg (1874-1951), quien sorprendió  a todos con su auténtica  y original versión del poema sinfónico, Pelleas und Melisande (1902-1903), donde logró fusionar genialmente varias esencias de la música ambiente, tal como fue con la riqueza sonora y el programa detallista de Strauss, tal como fue con la conocida introspección expresiva de Mahler, y el progresismo acuciante de Brahms.


Schoenberg, no lo olvidemos, --vivió casi siempre en Viena--, y coincidió cuando Mahler estuvo en Viena también, y cuando fuera director musical de la famosa Ópera de esa ciudad (1897-1907), Schoenberg era muy consciente de su herencia.



Schoenberg, es reconocido también por sus poemas sinfónicos, con sobreabundancia musical, donde se presiona abundante y expresivamente sobre las fronteras de la forma.




En ese mismo contexto, muchos críticos y músicos y compositores, ya expresaban abiertamente sus ideas sobre el exceso o el cansancio del romanticismo. En ese lapso es que aparece en la Ciudad Luz y en Berlín simultáneamente, una nueva variante para el entretenimiento musical, denominado el “cabaré”, en el que las
canciones poseen letras rebuscadas pero con sentido político, moral o de crítica social, inclusive los maestros Satie y Schoenberg contribuyeron con su arte en este repertorio.



No olvidemos que para 1907, Debussy escribió que percibía que «cada vez más la música, por su propia esencia, no es algo que pueda fluir dentro de una forma rigurosa y tradicional. Se basa en colores y tiempo hecho ritmo».




Debussy, obviamente ya no participaba del sentir y del conceptuar del romanticismo,  y muchos de sus contemporáneos participaban ya, de su manera de pensar y hacer arte, tales como Puccini (Madama Butterfly) y Maurice Ravel (1875-1937).

Ravel escribió senda obra maestra marcadamente orientalista de su tiempo (nos referimos a Sheherazade, 1903), también escribió música española: la Rapsodie espagnole (1907-1908) que es orquestal,  y una muy interesante ópera cómica, L’Heure espagnole (La hora española, 1907-1908). Manuel de Falla (1876-1946), en ese contexto deja Madrid y se traslada a París era 1907.




El estilo revolucionario musical del maestro Debussy, con sus típicas escalas infrecuentes, influyó sobre el joven músico húngaro: Zoltán Kodály (1882-1967), el mismo quien entusiasmado, se las enseñó a su amigo Béla Bartók (1881-1945).
La música de Serguéi Rajmáninov (1873-1943), iba en dirección contraria, ya que se había educado en la escuela del maestro Chaikovski. La dirección impuesta a su obra es la de la escuela del Romanticismo, a pesar de su Segundo concierto para piano (1900-1901) y a pesar de su Segunda sinfonía (1906-1907); ambas composiciones son, obeliscos supremos del Romanticismo que todavía tenía su peso desde el siglo XIX.


En esa misma dirección todavía se encontraba el Concierto para violín (1903) de Sibelius, donde demostró que la vieja escuela romanticista todavía maridaba con armonías tradicionales, --tal como lo enseñó Debussy en su momento--, inclusive fue más allá, ya que también demostró que el Romanticismo podía reforzar a las armonías tradicionales aludidas.




La polémica volvió a prender, tal como la que atestiguó antes el gran músico y crítico Robert Schumann cuando entre radicales y conservadores cruzaron espadas argumentales, pero ahora el contexto había cambiado, ya que el escenario musical era mucho más complejo y variado, y habían muchos argumentos abstrusos inclusive dentro de los mismos bandos contendientes.


Por ejemplo, el maestro Schoenberg siempre se consideró como respetuoso de las tradiciones que legaron Brahms y Mozart, además creía que se tenía que continuar con la tradición y llevándola más allá de sus formatos y hasta donde fuere posible.




El contexto histórico-tecnológico-social-musical se puso de relevancia y exigió sus propios patrones, era 1900, se ingresaba al siglo XX con agenda recargada en varios sectores, se verificaron contundentes cambios y transformaciones sociales y tecnológicos sin precedentes y revolucionarios.


La liberación femenina o la igualdad para las mujeres, fue efectiva y contundente en el siglo XX, la aparición de la píldora anticonceptiva fue el factor tecnológico o médico o farmacológico, que impulsó cambios profundos e irreversibles que sancionaron la liberación femenina o la igualdad para las mujeres, y eso lo recogió la música también, la moda cambió dramáticamente en esa dirección por ejemplo.


Inclusive la cruenta y ruda y dura lucha por la igualdad de las personas de raza distinta a la blanca, tuvo sus respectivos representantes entre los compositores, por ejemplo ahí está Cécile Chaminade (1857-1944), Ethel Smyth (1858-1944) y Amy Beach (1867-1944), o el gran impacto que causó el oratorio Scenes from «The Song of Hiawatha» (Escenas de «La canción de Hiawatha», 1898-1900) del compositor británico de raza negra Samuel Coleridge-Taylor (1875-1912).




En cuanto a la tecnología vinculada a la música, pues nadie se imaginaba los grandes cambios, así como progresos irreversibles que vendrían en cascada.


La grabación sonora, fue una gran herramienta que impulsó con mucha fuerza a la música occidental en pleno. Enrico Caruso (1873-1921), el tenor napolitano, fue el que hizo la primera grabación para 1902 del tema Vesti la Giubba que vendió más de un millón de copias, y por lo tanto se constituyó en el gran faro que iluminaría lo que se vendría de bueno para la música en el siglo XX.


Apareció también la «pianola», demostrando la técnica sofisticada en la versión del piano mecánico que funcionaba con rollos de papel. Tamaño artefacto empezó a funcionar para 1904, y como no podía ser de otra manera, los maestros Debussy y Mahler ensayaron algunas interpretaciones en dicha novedad musical.


(Fin de la décimocuarta parte)


Lima,  05 de marzo del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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