sábado, 5 de noviembre de 2016

Barroco tardío, Rococó y Ópera bufa: cuna de genios musicales. Bach prueba el piano para Federico El Grande y se enriquece la cultura musical occidental y Cuba dio también grandes pianistas al mundo, y África nada tuvo que ver ahí. Historia de la Música Occidental, Parte X



Barroco tardío, Rococó y Ópera bufa: cuna de genios musicales. Bach prueba el piano para Federico El Grande y se enriquece la cultura musical occidental y Cuba dio también grandes pianistas al mundo, y África nada tuvo que ver ahí. Historia de la Música Occidental,  Parte X




Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo





Italia, fue la maestra y guía de la música occidental o europea, la patria de Julio César aportó la aterciopelada delicadeza y la fina elegancia musical, y su exponente maravilloso fue el admirable maestro Corelli sin lugar a dudas.


A partir de 1700, o los comienzos del siglo XVIII, fue clave llave histórica maestra para la música occidental, ya que emergió excepcional y talentosa generación nueva de músicos y compositores, --los obeliscos y maestros músicos para esta nueva generación seguían siendo Corelli, Couperin y Scarlatti--, con esta buena y emergente generación musical se garantizaría el triunfo de la creatividad y la innovación de las nuevas armonías que se harían notar inmediatamente y en el primer tercio del destellante siglo XVIII.



Los más descollantes y excepcionales músicos de esta nueva hornada  y abanico fueron Johann Sebastian Bach (1685-1750), Georg Friedrich Händel (1685-1759) y el vástago del maestro Alessandro, Domenico Scarlatti (1685-1757), de hecho que fueron contemporáneos y obviamente que también alternaron con los grandes maestros Antonio Vivaldi (1678-1741), y Jean-Philippe Rameau (1683-1764).



Con estos nuevos grandes compositores, y en este luminoso periodo musical, es que proceden las más importantes obras del corpus clásico básico: los seis Conciertos de Brandenburgo, y para sorpresa, cada concierto fue hecho para formación orquestal distinta, y que en 1721 el germano Bach dedicó al gobernante cuyo nombre han perpetuado; la insoslayable Water Music (Música acuática, 1717) del germano-británico Händel, y también para orquesta, en realidad fue escrita para acompañar gran fiesta real sobre lujosa barca en el histórico río Támesis en Londres; y los alabados conciertos para violín del “cardenal rojo” Antonio de Vivaldi y reunidos bajo el célebre título de: “Las cuatro estaciones” (1725). Con estas maravillosas e imponentes obras, se cambió el imaginario social y cultural, y lo más importante, se llegó al corazón de la gente culta europea, que reaccionó de diferente manera y positivamente frente a la música occidental o su música, por ejemplo, para 1726 selecto grupo de aficionados de cuna noble de la orgullosa Londres fundaron senda Academia de Música Antigua con la finalidad de cultivar y preservar y difundir el magnífico repertorio musical de los siglos XVI y XVII, se institucionaliza el culto por la música occidental con refinado gusto por el pasado, pero ello no quedo ahí, ya que a mediados del siglo XX, el gusto, valoración y apreciación por la música europea es parte de la vida cultural y musical del hombre  medio occidental.




Recordemos que la maravilla del Barroco tardío, --para algunos estudiosos, dicho período solamente se hizo tangible como tendencia o escuela, luego de estudiarla tres siglos después--, se dio con los siguientes genios musicales: en primera fila con el excepcional Bach quien conoció la música de Vivaldi, --ya que era obligatorio conocerlo, toda vez que el ‘cardenal rojo’ y su bella música estaba de moda, y en especial sus conciertos--, pero el buen Bach los tomó como material primario para ser editado. El maestro germano-británico Händel quien gozaba de las mismas fuentes del gran maestro Corelli, junto con otros talentosos músicos italianos y cuando estuvo dos años en su juventud en la bella e histórica Italia; pero el maestro Händel nunca se conoció personalmente con el genial Bach, a pesar que nacieron en el mismo año y eran paisanos y perfectamente contemporáneos, y a pesar que Bach lo admiraba y lo fue a ver a cierta ciudad pero nunca pudieron encontrarse personalmente, como se ha dicho.


Las óperas del gran Händel, escritas para Londres, nunca salieron de Inglaterra en su evo, así como la gran creación musical del genial Bach quedaron encapsuladas dentro de la gran tradición luterana de su entorno, y que heredara de su familia. Händel y Bach se movieron musicalmente en círculos sociales, económicos, religiosos y políticos diferentes, aunque sus obras musicales trascendieron ese gran círculo de hierro material, y ambos se eternizaron con sus creaciones intemporales y clásicas, que hoy el género humano disfruta.


No olvidemos que el que gozaba de mayor predicamento o fama musical en ese contexto era Georg Philipp Telemann (1681-1767), el mismo que trabajara en Hamburgo, y él si mantuvo relaciones de amistad tanto con Bach como con Händel, además publicó prolíficamente a diferencia de los grandes maestros antes mencionados.


Existe un dato curioso con el joven maestro Scarlatti, quien se desempeñó a partir de 1719 como el maestro de música de la princesa lusitana Bárbara de Braganza (1711-1758), la misma quien fuera esposa de Fernando VI de Borbón, convirtiéndose así en la reina de España, Scarlatti solamente componía sonatas para teclado para la noble Bárbara de Braganza bajo comento, y el maestro italiano publicaría solamente breve volumen, pero recién para 1738, circunstancia histórica en la que se levantó senda obsesión internacional a favor del maestro Scarlatti, y por cierto, en esa coyuntura aparece su única publicación musical, pero ya era muy tarde para poder influir sobre los poderosos músicos Bach o Händel.




El austriaco Mozart (1756-1791) y el alemán Beethoven (1770-1827) bebieron de la música para teclado del gran maestro Bach como su material de estudio, aunque en verdad de verdades, la magnífica obra de éste: “La Pasión según san Mateo” (1727), --que como sabemos es musical narración de la pasión en la crucifixión de Cristo y escrita para su  ejecución en la iglesia para Viernes Santo--, dicha magna obra permaneció oculta casi por un largo siglo hasta que el gran Mendelssohn la dirigió musicalmente para 1829, y por si fuera poco, tuvo que pasar otro siglo más, para que una pequeña parte de la música de Bach vuelva a ser interpretada de manera regular.



Pero no solamente sucedió eso con la música del gran Bach, también un grueso de la música del genial Händel fue obscurecida hasta bien entrado el siglo XX. Asimismo las geniales y célebres “Las cuatro estaciones” de Vivaldi no fueron difundidas debidamente sino y hasta la llegada del vinilo en 1948, y por cierto, tras la SGM.



No olvidemos lo que dijo el gran poeta e intelectual alemán Goethe sobre la música de su tiempo, y el mismo contemporáneo de los grandes maestros que hemos reseñado ut supra: «Me dije que era como si la armonía eterna conversara consigo misma, como quizá lo hiciera en el seno de Dios, poco antes de la creación del mundo».


Podemos afirmar lo siguiente: Si la fuga es formato musical preponderantemente germano, el concierto musical es lenguaje universal hoy, pero su ADN es italiano neto, y se origina con los famosos conciertos para música instrumental, tal como lo hemos estudiado en los otros envíos de este modesto servidor.




Para 1700, ya tenemos grandes obras musicales como la de los compositores Giuseppe Torelli (1658-1709) en Bolonia, y para la imponente basílica de San Petronio, y Tomaso Albinoni (1671-1751) en su natal y amada Venecia que era a la sazón, gran potencia en cuanto a las más importes ciudades musicales europeas.




Existe una famosa carta del maestro Bach de 1730, dirigida a las autoridades de Leipzig, en la cual dice lo siguiente: «el gusto ha cambiado sorprendentemente, de manera que el estilo de música anterior no parece complacer más a nuestros oídos», y no se equivocaba, los gustos musicales europeos estaban en plena mutación, y el mismo Bach por ejemplo no gustaba a otros músicos emergentes, y es lo que deja expresa constancia y para 1737 Johann Adolph Scheibe quien publicó senda crítica de la música de Bach en los siguientes términos: «pomposa y confusa», crítica que apuntaba a su insistencia en el contrapunto, técnica y modalidad que ya había pasado de moda.



La ópera seria de Händel también había sido cuestionada, y para 1728, por el dramaturgo londinense John Gay (1685-1732), y otra vez se dio la renovación de la vitrina de músicos y compositores con nuevas ideas y estilos, así aparece también Leonardo Vinci (1696-1730) junto a otros compositores jóvenes que provenían mayormente de los conservatorios de Nápoles, y que se hicieron de espacio en el escenario operístico italiano, refrescando el estilo de los cantos populares con sus frases cortas y con bella melodía.




Cuando aparecen estos nuevos músicos y talentos musicales con sus inquietas ideas y posiciones, pues el gran maestro Bach quedó arrinconado como músico pasatista y recargadamente erudito, y por otro lado, el gran Händel quedó motejado como músico demasiado sofisticado. Así estaban las cosas en cuanto a la mutación o cambio de gustos musicales en la Europa occidental.



Lo cierto es que, aparece el gusto musical por la ligereza, por la simplicidad y el placer inmediato y efectista, y ya estamos entonces en el estilo rococó en general en cuanto al arte, y en específico y en cuanto a la música, se llama en francés style galant, que significa la alegría civilizada de los modales franceses.


Entonces fue el maestro Johann Adolph Scheibe, --el mismo que había rechazado a Bach como anti-galant--, quien se puso al frente y como jefe del Rococó, y se dio el lujo de anunciar a los músicos representantes del futuro musical en Alemania: Johann Adolf Hasse (1699-1783) y Carl Heinrich Graun (1703/1704-1759).


El maestro Graun estuvo bajo la protección del poderoso Federico el Grande de Prusia (que gobernó entre 1740 y 1786), y este monarca germano también tuvo entre sus validos y compositores de cámara al hijo de Bach, el talentoso Carl Philipp Emanuel (1714-1788). Mientras que el maestro Hasse fue más cosmopolita y al igual que su paisano Händel, inició su carrera en Hamburgo y luego se fue a Italia, donde aprendió el estilo napolitano, luego anduvo por las cortes de Alemania y Austria repartiendo su música, y también se cobijó bajo la sombra de Federico el Grande. Fue estimado y apreciado por Pietro Metastasio (1698-1782), el maestro de la ópera seria, el poeta cortesano austríaco cuyos trabajos fueron ejecutados musicalmente y muchas veces por grandes personalidades como Vinci, Hasse, Albinoni hasta Mozart, entre muchos otros más.



A decir verdad, la denominación de «barroco» fue usado en una ácida crítica de Hippolyte, quien quiso motejar a esa música peyorativamente como extravagante, desequilibrada y deforme. Obviamente, el contexto era el bullir de la filosofía en la cultura francesa, que trajo intenso debate intelectual.



Esas críticas fuertes y directas contra el barroco musical no arredraron en modo alguno al maestro Rameau, ya que los gustos musicales soplaban a su favor, y culminando los años cuarenta ya era figura descollante y popular, tan es así, --y ante la gran producción operística del maestro en mención--, que se ordenó a la Ópera de París que solamente admitiesen dos títulos por temporada del maestro Rameau.



Para 1752 sonaron las dianas nuevamente en la tienda musical europea, todo empezó cuando llegó a la engreída París, cierta compañía italiana para representar ópera bufa, incluyendo la célebre pieza en dos partes “La serva padrona” (La sirvienta patrona, 1733), cuyo compositor es el maestro Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736), quien la había compuesto como introductorio de una ópera seria, y simplemente como entretenimiento ligero. Pero, se continuó ese camino musical de Pergolessi generándose toda una nueva tradición de obras que incluían a personajes contemporáneos en cuestionamientos directos en contra de la moral y las distinciones sociales de la época, y esta tradición bajo comentario, ya en 1752 incluía también las obras del maestro veneciano Baldassare Galuppi (1706-1785), y también de otros varios músicos napolitanos.


Estas óperas bufas italianas, tan distintas de las óperas del popular maestro Rameau, --no sólo en su temática y contenido, sino también en sus bellas melodías sencillas--, eran la novedad en París, y por cierto se encendió la pública polémica de inmediato entre los partidarios y los detractores, discusiones donde se usó mucha tinta y papel, y se llegó a conocer como la «Querelle des Bouffons» («Querella de los bufones»).




Destacable fue también en ese evo, la buena música del maestro Pergolesi, y sobre todo causó furor su melodioso Stabat Mater para dos solistas con cuerda y órgano (1736) y el impacto internacional fue de  inmediato, y además fue la obra más publicitada de la segunda mitad del siglo XVIII.


La corte rusa, muy enterada y actualizada de todo lo que acontecía en París, por cierto que no quiso estar ajena a las novedades musicales de alto calibre, y para tal efecto, hicieron llamar al maestro Galuppi a San Petersburgo y a finales de la década de los sesenta; y existen referencias que la ópera cómica o bufa italiana, llegó hasta el lejano Pekín, ya que su fama era universal y era modélica.



De hecho, la música italiana colocaba nuevos hitos y formatos, y la candente “Querelle des Bouffons” o querella de los bufones, giró en torno a la vieja cuestión sobre si Italia o  Francia eran superiores musicalmente.



Hasta el famoso filósofo ginebrino Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), intervino en la ardua polémica, ya que para él la música era de trascendental importancia, y no tenía dudas que la música italiana era superior a la francesa.




El gran mecenas, protector y recio monarca Federico el grande, era melómano y amaba la música de verdad, la disfrutaba cada noche, tal como su homólogo de la corte española, y Federico El Grande no se remitía a escuchar solamente, sino que intervenía como flautista y compositor.



Mientras estuvo en la gravitante corte del aludido Federico El Grande, el gran maestro Bach tuvo la gran oportunidad de tocar un novedoso instrumento musical que por cierto, ya se había inventado algunas décadas antes, pero que recién empezaba a difundirse y muy tímidamente, nos referimos al piano, y el genial Bach tuvo la oportunidad de demostrar que con el nuevo instrumento del piano, también podía crear contrapuntos y en forman espontánea, y precisamente cuando el rey Federico le encarga tema sobre el que improvisar.



Para 1761, en Londres Johannes Zumpe, fabricante de pianos, introdujo el pequeño «piano cuadrado» en ese mismo mercado, y para 1762, el puesto del gran maestro Händel como compositor principal de la ciudad fue heredado por otro inmigrante germano, el hijo más joven del gran maestro Bach: Johann Christian (1735-1782), el mismo que había estudiado música por varios años en Italia, y que con facilidad pudo combinar las últimas tendencias italianas con la calidad y eficiencia que había aprendido de su progenitor, compuso óperas, pero dio gusto al público londinense y trabajó en sinfonías y conciertos, así como canciones y música de cámara. Por su parte, sus hermanastros también compusieron sinfonías en Alemania, tal es el caso del destacadísimo Carl Philipp Emanuel, y del enigmático Wilhelm Friedemann (1710-1784).


Los grandes centros de la música orquestal fueron, la corte de Mannheim, y también la de Viena, esta última dio oportunidad a compositores jóvenes que alcanzaron sus materiales a los conjuntos orquestales contratados por la aristocracia enriquecida y sedienta de nueva música elegante y refinada, fue así como impulsaron a la sinfonía vienesa de finales de los años cincuenta y en los sesenta, en esa coyuntura es que destaca el maestro Joseph Haydn (1732-1809), quien en breve tiempo será el líder en la materia, y para 1761 fue contratado por la poderosa y rica familia Esterházy.


En ese contexto, la ópera de la corte de Viena estaba comandada por el maestro Christoph Willibald Gluck (1714-1787), considerado el Bach de Londres, y había estudiado música en Milán. El maestro Metastasio seguía siendo el poeta de la empoderada corte austríaca, y Gluck musicalizó ciertos de sus libretos para la corte de Viena en 1755, obviamente, había crecido con esa música.


Con el nuevo instrumento llamado piano, y que probara musicalmente y en el más alto podio cultural el gigante Johan Sebastian Bach pues se enriquece y se consolida, enjundiosamente la música, siendo así que con el piano, la cultura musical seduce y embruja mucho más al mundo occidental, la misma que se refina sustantivamente; y también el efecto se sintió en Sudamérica, y específicamente en Cuba, aparecen grandes maestros pianistas que fueron y son la admiración universal tales como: Anselmo Sacasas, Cecilia Arizti, Bola de Nieve, Jorge Bolet, Luis Carbonell Pullés, María Cervantes, José Curbelo, Emiliano Salvador, Lino Frías, Severino Ramos, Javier Vásquez, Alberto Falcón, Frank Fernández, Rubén González, Eliseo Grenet, Harold Gramatges, Ignacio Cervantes, José Manuel Jiménez Berroa, Justo German Cantero, Ernestina Lecuona, Ernesto Lecuona, Tania León, Manuel Galbán, Meme Solís, Rita Montaner, Obdulio Morales, Joaquín Nin, Gonzalo Rubalcaba, Manuel Saumell Robredo, Moisés Simons, Peruchín Jústiz, Frank Emilio, Dámaso Pérez Prado, Chucho Valdés, Bebo Valdés y muchos otros más, y por cierto: África no tuvo que ver nada ahí, sino la potente, rica y refinada cultura musical occidental.

(Fin de la décima parte)

Lima,  de febrero del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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