Barroco tardío, Rococó y Ópera bufa: cuna de genios
musicales. Bach prueba el piano para Federico El
Grande y se enriquece la cultura musical occidental y Cuba dio también grandes
pianistas al mundo, y África nada tuvo que ver ahí. Historia de la Música
Occidental, Parte X
Por: Jaime Del Castillo Jaramillo
Italia,
fue la maestra y guía de la música occidental o europea, la patria de Julio
César aportó la aterciopelada delicadeza y la fina elegancia musical, y su
exponente maravilloso fue el admirable maestro Corelli sin lugar a dudas.
A partir
de 1700, o los comienzos del siglo
XVIII, fue clave llave histórica maestra para la música occidental, ya que
emergió excepcional y talentosa generación nueva de músicos y compositores,
--los obeliscos y maestros músicos para esta nueva generación seguían siendo Corelli, Couperin y Scarlatti--, con
esta buena y emergente generación musical se garantizaría el triunfo de la
creatividad y la innovación de las nuevas armonías que se harían notar
inmediatamente y en el primer tercio del destellante siglo XVIII.
Los más
descollantes y excepcionales músicos de esta nueva hornada y abanico fueron Johann Sebastian Bach (1685-1750), Georg Friedrich Händel (1685-1759) y el vástago del maestro Alessandro, Domenico Scarlatti
(1685-1757), de hecho que fueron contemporáneos y obviamente que también
alternaron con los grandes maestros Antonio
Vivaldi (1678-1741), y Jean-Philippe
Rameau (1683-1764).
Con estos
nuevos grandes compositores, y en este luminoso periodo musical, es que
proceden las más importantes obras del corpus clásico básico: los seis Conciertos de Brandenburgo, y para sorpresa, cada concierto
fue hecho para formación orquestal distinta, y que en 1721 el germano Bach dedicó al gobernante cuyo nombre
han perpetuado; la insoslayable Water Music (Música acuática,
1717) del germano-británico Händel, y
también para orquesta, en realidad fue escrita para acompañar gran fiesta real
sobre lujosa barca en el histórico río Támesis en Londres; y los alabados conciertos
para violín del “cardenal rojo” Antonio
de Vivaldi y reunidos bajo el célebre título de: “Las cuatro
estaciones” (1725). Con estas maravillosas e imponentes obras, se
cambió el imaginario social y cultural, y lo más importante, se llegó al
corazón de la gente culta europea, que reaccionó de diferente manera y
positivamente frente a la música occidental o su música, por ejemplo, para 1726
selecto grupo de aficionados de cuna noble de la orgullosa Londres fundaron senda
Academia de Música Antigua con la
finalidad de cultivar y preservar y difundir el magnífico repertorio musical de
los siglos XVI y XVII, se institucionaliza el culto por la música occidental
con refinado gusto por el pasado, pero ello no quedo ahí, ya que a mediados del
siglo XX, el gusto, valoración y apreciación por la música europea es parte de
la vida cultural y musical del hombre
medio occidental.
Recordemos
que la maravilla del Barroco tardío,
--para algunos estudiosos, dicho período solamente se hizo tangible como
tendencia o escuela, luego de estudiarla tres siglos después--, se dio con los
siguientes genios musicales: en primera fila con el excepcional Bach quien conoció la música de Vivaldi, --ya que era obligatorio
conocerlo, toda vez que el ‘cardenal rojo’ y su
bella música estaba de moda, y en especial sus conciertos--, pero el buen Bach los tomó como material primario para
ser editado. El maestro germano-británico Händel
quien gozaba de las mismas fuentes del gran maestro Corelli, junto con otros talentosos músicos italianos y cuando estuvo
dos años en su juventud en la bella e histórica Italia; pero el maestro Händel nunca se conoció personalmente
con el genial Bach, a pesar que
nacieron en el mismo año y eran paisanos y perfectamente contemporáneos, y a
pesar que Bach lo admiraba y lo fue
a ver a cierta ciudad pero nunca pudieron encontrarse personalmente, como se ha
dicho.
Las óperas
del gran Händel, escritas para
Londres, nunca salieron de Inglaterra en su evo, así como la gran creación musical
del genial Bach quedaron
encapsuladas dentro de la gran tradición luterana de su entorno, y que heredara
de su familia. Händel y Bach se movieron musicalmente en
círculos sociales, económicos, religiosos y políticos diferentes, aunque sus
obras musicales trascendieron ese gran círculo de hierro material, y ambos se
eternizaron con sus creaciones intemporales y clásicas, que hoy el género
humano disfruta.
No
olvidemos que el que gozaba de mayor predicamento o fama musical en ese
contexto era Georg Philipp Telemann
(1681-1767), el mismo que trabajara en Hamburgo, y él si mantuvo relaciones de
amistad tanto con Bach como con Händel, además publicó prolíficamente a
diferencia de los grandes maestros antes mencionados.
Existe un
dato curioso con el joven maestro Scarlatti,
quien se desempeñó a partir de 1719 como el maestro de música de la princesa lusitana
Bárbara de Braganza (1711-1758), la
misma quien fuera esposa de Fernando VI
de Borbón, convirtiéndose así en la reina de España, Scarlatti solamente componía sonatas
para teclado para la noble Bárbara
de Braganza bajo comento, y el maestro italiano publicaría solamente breve
volumen, pero recién para 1738, circunstancia histórica en la que se levantó senda
obsesión internacional a favor del maestro Scarlatti,
y por cierto, en esa coyuntura aparece su única publicación musical, pero ya
era muy tarde para poder influir sobre los poderosos músicos Bach o Händel.
El
austriaco Mozart (1756-1791) y el
alemán Beethoven (1770-1827) bebieron
de la música para teclado del gran maestro Bach
como su material de estudio, aunque en verdad de verdades, la magnífica obra de
éste: “La Pasión según san Mateo” (1727), --que como
sabemos es musical narración de la pasión en la crucifixión de Cristo y escrita
para su ejecución en la iglesia para
Viernes Santo--, dicha magna obra permaneció oculta casi por un largo siglo
hasta que el gran Mendelssohn la
dirigió musicalmente para 1829, y por si fuera poco, tuvo que pasar otro siglo más,
para que una pequeña parte de la música de Bach
vuelva a ser interpretada de manera regular.
Pero no
solamente sucedió eso con la música del gran Bach, también un grueso de la música del genial Händel fue obscurecida hasta bien
entrado el siglo XX. Asimismo las geniales y célebres “Las cuatro
estaciones” de Vivaldi no
fueron difundidas debidamente sino y hasta la llegada del vinilo en 1948, y por
cierto, tras la SGM.
No
olvidemos lo que dijo el gran poeta e intelectual alemán Goethe sobre la música de su tiempo, y el mismo contemporáneo de
los grandes maestros que hemos reseñado ut
supra: «Me dije que era como si la armonía eterna conversara consigo
misma, como quizá lo hiciera en el seno de Dios, poco antes de la creación del
mundo».
Podemos
afirmar lo siguiente: Si la fuga es formato musical preponderantemente germano,
el concierto musical es lenguaje universal hoy, pero su ADN es italiano neto, y
se origina con los famosos conciertos para música instrumental, tal como lo
hemos estudiado en los otros envíos de este modesto servidor.
Para 1700,
ya tenemos grandes obras musicales como la de los compositores Giuseppe Torelli (1658-1709) en Bolonia,
y para la imponente basílica de San Petronio, y Tomaso Albinoni (1671-1751) en su natal y amada Venecia que era a
la sazón, gran potencia en cuanto a las más importes ciudades musicales
europeas.
Existe una
famosa carta del maestro Bach de
1730, dirigida a las autoridades de Leipzig, en la cual dice lo siguiente: «el gusto ha cambiado sorprendentemente, de manera que el estilo de
música anterior no parece complacer más a nuestros oídos», y no se
equivocaba, los gustos musicales europeos estaban en plena mutación, y el mismo
Bach por ejemplo no gustaba a otros
músicos emergentes, y es lo que deja expresa constancia y para 1737 Johann Adolph Scheibe quien publicó
senda crítica de la música de Bach en
los siguientes términos: «pomposa y confusa»,
crítica que apuntaba a su insistencia en el contrapunto, técnica y modalidad
que ya había pasado de moda.
La ópera seria de Händel también había sido cuestionada,
y para 1728, por el dramaturgo londinense John
Gay (1685-1732), y otra vez se dio la renovación de la vitrina de músicos y
compositores con nuevas ideas y estilos, así aparece también Leonardo Vinci (1696-1730) junto a
otros compositores jóvenes que provenían mayormente de los conservatorios de
Nápoles, y que se hicieron de espacio en el escenario operístico italiano, refrescando
el estilo de los cantos populares con sus frases cortas y con bella melodía.
Cuando
aparecen estos nuevos músicos y talentos musicales con sus inquietas ideas y
posiciones, pues el gran maestro Bach
quedó arrinconado como músico pasatista y recargadamente erudito, y por otro
lado, el gran Händel quedó motejado
como músico demasiado sofisticado. Así estaban las cosas en cuanto a la
mutación o cambio de gustos musicales en la Europa occidental.
Lo cierto
es que, aparece el gusto musical por la ligereza, por la simplicidad y el
placer inmediato y efectista, y ya estamos entonces en el estilo rococó en general en cuanto al arte, y
en específico y en cuanto a la música, se llama en francés style galant,
que significa la alegría civilizada de los modales franceses.
Entonces fue
el maestro Johann Adolph Scheibe, --el
mismo que había rechazado a Bach
como anti-galant--, quien se puso al frente y como
jefe del Rococó, y se dio el lujo de
anunciar a los músicos representantes del futuro musical en Alemania: Johann Adolf Hasse (1699-1783) y Carl Heinrich Graun (1703/1704-1759).
El maestro Graun estuvo bajo la protección del poderoso
Federico el Grande de Prusia (que
gobernó entre 1740 y 1786), y este monarca germano también tuvo entre sus validos
y compositores de cámara al hijo de Bach,
el talentoso Carl Philipp Emanuel
(1714-1788). Mientras que el maestro Hasse
fue más cosmopolita y al igual que su paisano Händel, inició su carrera en Hamburgo y luego se fue a Italia, donde
aprendió el estilo napolitano, luego anduvo por las cortes de Alemania y
Austria repartiendo su música, y también se cobijó bajo la sombra de Federico el Grande. Fue estimado y
apreciado por Pietro Metastasio (1698-1782),
el maestro de la ópera seria, el poeta cortesano austríaco cuyos trabajos
fueron ejecutados musicalmente y muchas veces por grandes personalidades como Vinci, Hasse, Albinoni hasta Mozart,
entre muchos otros más.
A decir
verdad, la denominación de «barroco» fue usado en
una ácida crítica de Hippolyte, quien
quiso motejar a esa música peyorativamente como extravagante, desequilibrada y
deforme. Obviamente, el contexto era el bullir de la filosofía en la cultura
francesa, que trajo intenso debate intelectual.
Esas críticas
fuertes y directas contra el barroco musical no arredraron en modo alguno al
maestro Rameau, ya que los gustos musicales
soplaban a su favor, y culminando los años cuarenta ya era figura descollante y
popular, tan es así, --y ante la gran producción operística del maestro en
mención--, que se ordenó a la Ópera de París que solamente admitiesen dos
títulos por temporada del maestro Rameau.
Para 1752
sonaron las dianas nuevamente en la tienda musical europea, todo empezó cuando llegó
a la engreída París, cierta compañía italiana para representar ópera bufa,
incluyendo la célebre pieza en dos partes “La serva padrona” (La
sirvienta patrona, 1733), cuyo compositor es el maestro Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736), quien la había compuesto
como introductorio de una ópera seria, y simplemente como entretenimiento
ligero. Pero, se continuó ese camino musical de Pergolessi generándose toda una nueva tradición de obras que
incluían a personajes contemporáneos en cuestionamientos directos en contra de
la moral y las distinciones sociales de la época, y esta tradición bajo
comentario, ya en 1752 incluía también las obras del maestro veneciano Baldassare Galuppi (1706-1785), y
también de otros varios músicos napolitanos.
Estas óperas
bufas italianas, tan distintas de las óperas del popular maestro Rameau, --no sólo en su temática y
contenido, sino también en sus bellas melodías sencillas--, eran la novedad en
París, y por cierto se encendió la pública polémica de inmediato entre los
partidarios y los detractores, discusiones donde se usó mucha tinta y papel, y
se llegó a conocer como la «Querelle des Bouffons» («Querella
de los bufones»).
Destacable
fue también en ese evo, la buena música del maestro Pergolesi, y sobre todo causó furor su melodioso Stabat Mater para dos solistas con cuerda y órgano (1736) y
el impacto internacional fue de
inmediato, y además fue la obra más publicitada de la segunda mitad del
siglo XVIII.
La corte
rusa, muy enterada y actualizada de todo lo que acontecía en París, por cierto
que no quiso estar ajena a las novedades musicales de alto calibre, y para tal
efecto, hicieron llamar al maestro Galuppi
a San Petersburgo y a finales de la década de los sesenta; y existen
referencias que la ópera cómica o bufa italiana, llegó hasta el lejano Pekín,
ya que su fama era universal y era modélica.
De hecho,
la música italiana colocaba nuevos hitos y formatos, y la candente “Querelle des Bouffons” o querella de los bufones, giró en
torno a la vieja cuestión sobre si Italia o Francia eran superiores musicalmente.
Hasta el
famoso filósofo ginebrino Jean-Jacques
Rousseau (1712-1778), intervino en la ardua polémica, ya que para él la
música era de trascendental importancia, y no tenía dudas que la música
italiana era superior a la francesa.
El gran
mecenas, protector y recio monarca Federico
el grande, era melómano y amaba la música de verdad, la disfrutaba cada
noche, tal como su homólogo de la corte española, y Federico El Grande no se remitía a escuchar solamente, sino que
intervenía como flautista y compositor.
Mientras
estuvo en la gravitante corte del aludido Federico
El Grande, el gran maestro Bach
tuvo la gran oportunidad de tocar un novedoso instrumento musical que por
cierto, ya se había inventado algunas décadas antes, pero que recién empezaba a
difundirse y muy tímidamente, nos referimos al piano, y el genial Bach tuvo la oportunidad de demostrar
que con el nuevo instrumento del piano, también podía crear contrapuntos y en forman
espontánea, y precisamente cuando el rey Federico
le encarga tema sobre el que improvisar.
Para 1761,
en Londres Johannes Zumpe, fabricante
de pianos, introdujo el pequeño «piano cuadrado» en ese mismo mercado, y para
1762, el puesto del gran maestro Händel como
compositor principal de la ciudad fue heredado por otro inmigrante germano, el
hijo más joven del gran maestro Bach:
Johann Christian (1735-1782), el
mismo que había estudiado música por varios años en Italia, y que con facilidad
pudo combinar las últimas tendencias italianas con la calidad y eficiencia que
había aprendido de su progenitor, compuso óperas, pero dio gusto al público
londinense y trabajó en sinfonías y conciertos, así como canciones y música de
cámara. Por su parte, sus hermanastros también compusieron sinfonías en
Alemania, tal es el caso del destacadísimo Carl
Philipp Emanuel, y del enigmático Wilhelm
Friedemann (1710-1784).
Los grandes
centros de la música orquestal fueron, la corte de Mannheim, y también la de
Viena, esta última dio oportunidad a compositores jóvenes que alcanzaron
sus materiales a los conjuntos orquestales contratados por la aristocracia
enriquecida y sedienta de nueva música elegante y refinada, fue así como
impulsaron a la sinfonía vienesa de finales de los años cincuenta y en los
sesenta, en esa coyuntura es que destaca el maestro Joseph Haydn (1732-1809), quien en breve tiempo será el líder en la
materia, y para 1761 fue contratado por la poderosa y rica familia Esterházy.
En ese
contexto, la ópera de la corte de Viena estaba comandada por el maestro Christoph Willibald Gluck (1714-1787), considerado
el Bach de Londres, y había estudiado
música en Milán. El maestro Metastasio
seguía siendo el poeta de la empoderada corte austríaca, y Gluck musicalizó ciertos de sus libretos para la corte de Viena en
1755, obviamente, había crecido con esa música.
Con el nuevo
instrumento llamado piano, y que probara musicalmente y en el más alto podio
cultural el gigante Johan Sebastian Bach
pues se enriquece y se consolida, enjundiosamente la música, siendo así que con
el piano, la cultura musical seduce y embruja mucho más al mundo occidental, la
misma que se refina sustantivamente; y también el efecto se sintió en
Sudamérica, y específicamente en Cuba, aparecen grandes maestros pianistas que
fueron y son la admiración universal tales como: Anselmo Sacasas, Cecilia
Arizti, Bola de Nieve, Jorge Bolet, Luis Carbonell Pullés, María Cervantes,
José Curbelo, Emiliano Salvador, Lino Frías, Severino Ramos, Javier Vásquez,
Alberto Falcón, Frank Fernández, Rubén González, Eliseo Grenet, Harold Gramatges, Ignacio Cervantes,
José Manuel Jiménez Berroa, Justo German Cantero, Ernestina Lecuona, Ernesto
Lecuona, Tania León, Manuel Galbán, Meme Solís, Rita Montaner, Obdulio Morales,
Joaquín Nin, Gonzalo Rubalcaba, Manuel Saumell Robredo, Moisés Simons, Peruchín
Jústiz, Frank Emilio, Dámaso Pérez Prado, Chucho Valdés, Bebo Valdés y muchos
otros más, y por cierto: África no tuvo que ver nada ahí, sino la potente, rica
y refinada cultura musical occidental.
(Fin de la
décima parte)
Lima, de febrero del 2016
Jaime Del
Castillo Jaramillo
Abogado
egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta
con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio
profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo
‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en
Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y
epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional
en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis:
“Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático
universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”,
“Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”;
“Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social,
articulista y conferencista.
http://fororepublicanoperu.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
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