domingo, 6 de noviembre de 2016

El Romanticismo y la cristalización de las músicas clásicas nacionales. Verdi, Liszt, Smetana, Grieg y Rubinstein, fueron héroes nacionales, debido a la revaloración de sus culturas musicales patrias. Historia de la Música Occidental, Parte XIII



El Romanticismo y la cristalización de las músicas clásicas nacionales. Verdi, Liszt, Smetana, Grieg y Rubinstein, fueron héroes nacionales, debido a la revaloración de sus culturas musicales patrias. Historia de la Música Occidental,  Parte XIII






Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo




Después de la caída total de Napoleón Bonaparte, Europa se aquieta, pero todo había cambiado ya, todo había cambiado irreversiblemente, y en la música occidental también se sintió el cambio, el público volcó sus preferencias al concierto y a la ópera, en Inglaterra y Alemania se prefirió a las sociedades corales, con presencia de música sacra en la sala de conciertos, y de los intérpretes aficionados en sus casas.


El mundo comercial se potenció en el campo musical y precisamente Hummel y Spohr habían sacado provecho de ese escenario, y en el que Rossini se movía magistralmente.


Desde la gravitante derrota francesa de Waterloo, el centro de la música europea se traslada a Nápoles, que mantuvo su privilegio y prerrogativa de ser la fuente primordial de la ópera italiana, y desde Nápoles irradiaban su arte por todo el mundo occidental sin fronteras que hiciesen oposición.




Rossini con sus óperas, pasó y subió al podio de los engreídos universales, era inteligente y astuto para manejar los gustos de su público, tenía chispa y genio burlón con elegancia y mucha imaginación, triunfó con Il barbiere di Siviglia (1816), y sus óperas serias fueron sólidas y bien fundamentadas, tales como su Elisabetta, regina d’Inghilterra (Isabel, reina de Inglaterra, 1815), también abordó temas bíblicos, tales como Mosè in Egitto (Moisés en Egipto, 1818), también representa a la gran literatura, como Otello (reconocida tragedia de Shakespeare, 1816), Ermione (tomada de la Andromaque de Racine, 1819) o La donna del lago (tomada del poema de Walter Scott La dama del lago, 1819).


Rossini para 1822 viaja a Viena, cuando se estaban representando seis de sus óperas, gracias a su diligente agente napolitano en dicha ciudad, fue la gran oportunidad de conocer en persona al gran maestro Beethoven, y también en la misma ciudad se hallaba un joven que aspiraba emerger como compositor teatral: Franz Schubert (1797-1828).





En el campo musical alemán destacó relevantemente el maestro Carl Maria von Weber (1786-1826), quien era primo de Aloysia Weber, el amor imposible del joven Mozart, siendo que la hermana Constanze, se casaría después con el aludido Mozart.



Carl Maria von Weber nació en medio de familia muy vinculada al mundo de la música y del teatro, y desde niño intervenía en las presentaciones artísticas de sus padres, se movió cotidianamente en obras de teatro y óperas.




En esa coyuntura encontramos al jovencito Franz Liszt (1811-1886) con escasos once años, siendo que sus progenitores lo habían llevado a Viena para completar su educación musical, y en ese cometido Liszt también estudió con el gran maestro Salieri, y luego con el discípulo de Beethoven, el maestro Carl Czerny (1791-1857), quien fue extraordinariamente prolífico para escribir música para piano. Para 1822, el joven Liszt realizó su destacable debut en Viena; y para 1823, después de un excelente segundo concierto, recibió, el afamado beso de Beethoven.


Nicolò Paganini (1782-1840), pertenece a esa raza de músicos hechos para asombrar a su público, y su tiempo había llegado después de la excelencia musical de Beethoven, Liszt y Schubert. El gran Paganini en verdad de verdades fue virtuoso absoluto, y comenzó su gran carrera en Viena, y estaba corriendo el último año de vida del gran Schubert.




Felix Mendelssohn (1809-1847) era un niño de Berlín que nació en cuna de oro, y su educación transcurrió en medio de reconocido círculo intelectual, y asciende su musical carrera creativa cuando los maestros Weber, Beethoven, Schubert y Rossini, ya iban en declive.



Pero en verdad, el año descollante para la música occidental, fue el de 1830, cuando Luis Felipe de Orleans asume en París el alto e histórico cargo de «rey ciudadano», mientras tanto en Bélgica sobreviene la independencia, consecuencia de las revueltas de La muette de Portici, Europa seguía sufriendo cambios y revueltas y rebeliones, la secuela republicana continuaba su saga en varios capítulos.



El extraordinario y singular maestro  Fryderyk Chopin (1810-1849) para el 17 de marzo de 1830, se presenta con buen pie en Varsovia, a través de su gran y primer concierto relevante, donde estrena su Concierto para piano en fa menor. Pero una semana antes, el maestro Vincenzo Bellini (1801-1835), considerado con justicia, uno de los últimos grandes compositores de la gloriosa escuela napolitana, se vio coronado de gloria cuando estrenan su versión de la historia de Romeo y Julieta, I Capuletti e i Montecchi, en la poderosa ciudad de Venecia.


Por ese mismo contexto, --de grandes auspicios musicales--, el maestro Mendelssohn, --recién llegado de Inglaterra--, presentaba su famosa obertura Die Hebriden (Las Hébridas), que también era conocida con el nombre de Fingal’s Cave (La caverna de Fingal).


Para diciembre, --del mismo año de 1830--, acaecieron dos hechos de gravitante importancia, en primer lugar: el gran maestro Hector Berlioz (1803-1869) presentó su trascendental Symphonie fantastique (Sinfonía fantástica), un memorable  5 de diciembre en la Ciudad Luz; y, para el 26 del mismo mes de diciembre, otro gran maestro como fuera don Gaetano Donizetti (1797-1848) obtuvo mayor gloria y reconocimiento tras la presentación de su obra Anna Bolena, en la rica ciudad de Milán.



Para 1831, el gran compositor y crítico de música como es el maestro Robert Schumann (1810-1856), escribió una justa frase que quedó para la eternidad: «¡Descúbranse, señores, he aquí un genio!», sentenció contundentemente, haciendo crítica musical en el principal periódico alemán de ese tiempo: el Allgemeine musikalische Zeitung con respecto a una famosa composición del genial Chopin, quien  era casi su contemporáneo.



Paris, era ahora el centro de atención musical, hasta la Ciudad Luz fueron también los maestros Bellini y el germano Giacomo Meyerbeer (1791-1864), este último fue quien engalanó la Ópera de París con dos magistrales composiciones en la línea de la grand opéra: primero con Robert le diable (Roberto el diablo, 1831) y, segundo con Les Huguenots (Los hugonotes, 1836), que inmediatamente se incorporaron como clásicos del repertorio galo, también se sumó su obra: Le Prophète (El Profeta, 1849).




El romanticismo, no fue un movimiento musical concéntrico sino todo lo contrario, su gravitación fue centrífuga, había exportado su tendencia musical hasta lejanos confines y latitudes y continentes.


Viena, --que por medio siglo fue el centro formativo y creativo musical europeo por antonomasia--, caía ahora rendida bajo las melodías de cierto compositor especializado en valses, y quien a diferencia de los valses del genio Chopin, éstos se compusieron con la expresa finalidad de que sean bailados, nos referimos al maestro Johann Strauss I (1804-1849), vía estos valses straussianos del período romántico europeo, es que en Perú se asimila la corriente romántica, y se da creación a los valses criollos, con guitarra y con cajón peruano.




Con la muerte o desaparición de los grandes genios primevos del Romanticismo, pues dicha escuela no arredró, ni desapareció, ni mucho menos se agotó, porque aparecieron otros exponentes: el mismo Liszt retoñaba y brindaba nuevas creaciones, y emergen dos buenos compositores, quienes le llevaban tan solo tres años de juventud al genial Chopin y al maestro Schumann, la única diferencia es que empezaron tarde, pero brillaron con luz propia, nos referimos al gran Giuseppe Verdi (1813-1901) quien ganó fama súbita con su célebre Nabucco (1843), y para 1847 se estrenaron sus nuevas obras tanto en Florencia (Macbeth), como en París, y en la lejana Londres.


Aparece también el gran compositor germano Richard Wagner (1813-1883), quien ingresa con buen pie presentando su obra Y Der fliegende Holländer (El holandés errante, 1841).




Y para 1853, el maestro Schumann presentaba periodísticamente y haciendo crítica musical, --tal como hizo con Chopin, dos décadas atrás--, a un sobresaliente compositor de la generación venidera, --y con esa aceptación lo puso en vitrina de oro y de diamantes--, nos referimos a: Johannes Brahms (1833-1897).


Brahms, frisaba juveniles veinte años, y ya era autor de tres sonatas para piano, asimismo compuso canciones y piezas de cámara. El maestro Schumann con hidalguía tuvo que reconocerse a sí mismo cuando era joven, en esta nueva música.




Brahms, anhelaba convertirse en competitivo pianista-compositor, pero en la Alemania de su evo, tenía que competir y superar a los gigantes Liszt y Wagner que no iban a permitir que el jovenzuelo de marras, les quite tan rápida y fácilmente el trono. 


No olvidemos que el gran maestro Liszt, para 1848 era el emperador musical en la ciudad centro-alemana de Weimar, --morada ilustre del líder literario Goethe--, a la sazón era el director de música de la poderosa corte de Weimar. Liszt tuvo la habilidad de emular en la mitad del siglo XIX, a Leipzig de los cuarenta y a París de los treinta, Weimar fue una verdadera meca musical, no solamente eso, Liszt articuló notable red de colegas músicos y discípulos suyos, la misma que se denominaría como la Nueva Escuela Alemana (con Hector Berlioz de membresía honorífica).




Liszt, era abierto y predispuesto a presentar nuevas  óperas de sus relevantes contemporáneos sea de la nación que fueren o de la filosofía estética que sea, así fue que presentó obras del crítico musical Schumann y de los maestros Donizetti, Berlioz y Verdi, y, para 1850, el espectacular estreno de la célebre ópera Lohengrin de Wagner. Recordemos que el germano Wagner, era muy inquieto políticamente, y se sentía socialista, y militó con ellos, y para 1848 ya estaba exiliado en Suiza a causa de las revoluciones muy a la sazón de ese evo, pero aún en el exilio Wagner seguía produciendo  prolíficamente música para piano.




En otra dirección musical muy opuesta al maestro Wagner, iban los  jóvenes compositores: Charles Gounod (1818-1893) y Georges Bizet (1838-1875), y, a ambos les  pasó lo mismo que a Hector Berlioz, vale decir, sufrieron amargas decepciones en los dominios de Wagner y Liszt, tuvieron que cambiar de giro, y lograron hallarse en el Thèâtre Lyrique, solamente allí lograron cierto respaldo, con sus obras: Faust (1859) y Roméo et Juliette (1867) de Gounod, y Les Pêcheurs de perles (Los pescadores de perlas, 1863).


No olvidemos al maestro Jacques Offenbach (1819-1880) quien logró  establecer cierta tradición operística alternativa en el Théâtre des Bouffes-Parisiens, con estilo muy agudo y satírico, así como de fuerte contenido irónico, aunque con cierto equilibrio clásico, y como ejemplo de ello tenemos la obra Orphée aux enfers (Orfeo en los infiernos, 1858).




El maestro Georges Bizet, obtuvo la gloria y dio en la yema del gusto a la  culta Ciudad Luz, la misma que amaba con pasión el género de la ópera que estaba en su ebullición para 1875, y fue cuando se estrena la gran obra maestra titulada: “Carmen”.


Lo que representó Giuseppe Verdi para la unificación italiana, --(llegó a ser parlamentario inclusive)--, lo fue el maestro Liszt para su Hungría amada, es decir, preclaros héroe nacionales, y en el caso específico de Liszt, sin importar que hubiera estado fuera su patria desde sus escasos nueve años. Liszt, visita su querida Budapest para 1871, y cuatro años más tarde funda notable academia de música, ya estábamos en 1875.



Checoslovaquia destacaría con su músico nacionalista, y provenía del noroeste (Bohemia), --aún estamos en el dominio del Imperio Austrohúngaro--, nos referimos al músico Bedrich Smetana (1824-1884) el mismo que trajo nuevo impulso a la música de Praga, con su nacionalismo. Smetana admiraba al húngaro Liszt, y escribía poesías sinfónicas cuando contaba con treinta años, pero se consagró y obtuvo reconocimiento nacional con cierta ópera cómica que obedecía a los ritmos vivos de su danza checa, nos referimos a su obra: La novia vendida (1866).


Aparece el noruego Edvard Grieg (1843-1907) quien se convierte en el símbolo de su patria, la misma que requería sentido de identidad como Estado, no olvidemos que Noruega había sido dominada siempre por  Dinamarca, Grieg se puede equiparar con Liszt para Hungría, y con Smetana para Checoslovaquia; Grieg produjo su Concierto para piano para 1868, además de sus piezas líricas para piano, pero se consagra con su obra Peer Gynt (1874-1875), tomado de la obra literaria de su paisano Henrik Ibsen, esta composición musical tiene fuerte influencia de Mendelssohn y de Schumann, del Conservatorio de Leipzig.


El famoso Mariinski, pronto estrenaría la música neta de su madre Rusia, a través de sus compositores: Alexánder Dargomizhski (1813-1869), Alexánder Serov (1820-1871), el exigente Anton Rubinstein (1829-1894), Modest Músorgski (1839-1881), Piotr Chaikovski (1840-1893) y Nikolái Rimski-Kórsakov (1844-1908).



Los grandes representantes rusos fueron Rubinstein y Mili Balákirev (1837-1910), quienes representan alternativas tradicionales rusas, pero su intención fue occidentalizar y  desarrollar su música a tono con los últimos avances de la música europea, pero partiendo de sus raíces nacionales.


(Fin de la décimotercera parte)


Lima, 29 de febrero del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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