miércoles, 2 de noviembre de 2016

EL ÁLGIDO PROBLEMA DE LO BELLO EN SANTO TOMAS DE AQUINO. Santo Tomás de Aquino y para la Estética medieval. ESTÉTICA. Parte III




Santo Tomás de Aquino y para la Estética medieval. ESTÉTICA. Parte III






EL ÁLGIDO PROBLEMA DE LO BELLO EN SANTO TOMAS DE AQUINO




Además de la Suma Teológica de Santo Tomas, donde se aborda el álgido tema de lo Bello, pues se ha encontrado sendo tratado con el título De pulchro et de bono, que se creyó en primera instancia era del aquinatense, luego se opta por creer que es de autoría del gran Alberto Magno.


Santo Tomas, en el tema de lo Bello, parte de que, ciertos objetos nos agradan y otros no nos agradan, o nos desagradan. Este gusto o disgusto causado por determinados objetos se explica por el uso cotidiano de ciertas facultades que tenemos y con las cuales hemos nacido los seres humanos.


Hay en nosotros entonces, según el aquinatense, cuatro formas sensitivas internas (vires interiores sensitivae), Las formas sensibles de las cosas son percibidas por nosotros gracias a lo que los escolásticos llaman el sentido común, de acuerdo al principio:
"sensus communis est radix et principium exteriorum sensuum".


Entonces, las formas del mundo exterior, o las cosas exteriores que nuestro sentido común percibe y capta, se conservan solamente con la memoria y la imaginación.


Cuando las sensaciones externas ingresan a nuestro ser humano y reciben una primera vida o impresión, vía nuestra imaginación, las juzgamos con una determinada fuerza que Santo Tomás llama: vis estimativa. Queda claro aquí, que la herramienta estética por excelencia es, al igual que en Innmanuel Kant, el juicio, o el discernimiento de aquello que nos conviene o que no nos conviene.




Los objetos nos gustan o nos disgustan también, y gracias al sentido de la vista como herramienta intermediaria, la vista entonces deviene en el sentido estético por excelencia, mientras que el gusto, el olfato y el tacto están fuera, o excluidos del sentido estético estrictamente hablando.


En lo que respecta al sentido del oído, en la Edad Media se le tenía por un sentido humano muy peligroso, y por lo tanto era sospechoso, por ejemplo San Agustin temía su influencia carnal que llevase a la lujuria y a otros pecados graves, y por su lado, Santo Tomas lo cita expresamente, siendo que la vista y el oído producen impresiones estéticas por antonomasia, por eso dijo que: “Pulchra dicuntur quae visu
Placent”. Vale decir, que Santo Tomas afirma que, son las sensaciones de la vista las que explican la impresión estética del objeto en nosotros, y eso implica que ya estamos en la agenda  plena del hedonismo estético, ya estamos abordando los temas del
Agrado y el placer.



Al expresar que cualquier objeto nos gusta, ya estamos frente a un juicio.  Y según Santo Tomás de Aquino, existen dos especies de la llamada “vis estimativa”: en primer término está la vis estimativa naturalis y, en segundo término la vis estimativa cogitativa, y que por cierto corresponden, al conocido juicio natural, y, al juicio racional. El juicio natural inclusive se puede verificar hasta en los animales, y el juicio racional si es ínsitamente humano.


El placer que se siente frente a la belleza, es el típico placer intelectual.


Lo bello concierne únicamente al campo de la facultad del juicio racional en Santo Tomás, de esa manera, la estética del aquinatense, se perfila como una estética sensualista y por lo tanto empírica, con el hedonismo de la vista y se desplaza después, como la postura kantiana, a una estética del juicio para establecer la preeminencia del juicio racional. El Racionalismo va ganando terreno más y más, en el mismo medioevo, la influencia de Aristóteles sobre Santo Tomás fue inmensa y ostensible.



El aquinatense rotundamente se vuelca al racionalismo estético, cuando afirma que toda belleza es formal, ya que siguiendo las enseñanzas del estagirita, todo conocimiento se dirige a las formas de las cosas, no a su contenido. Y precisamente estas formas nos proporcionan un conocimiento adecuado del objeto, ya que emanan de Dios. Muy sutil, pero la estaca del racionalismo ya quedaría bien plantada por Santo Tomás y su influencia posterior duraría siglos.




La sutileza continúa, cuando afirma el aquinatense bajo comento, que Dios ha creado las formas, pero una vez creadas se han multiplicado por sí mismas: es la obra de la vis creativa conferida por Dios a las formas, son pues, las fuerzas de la naturaleza y ordenadas y como no puestas en acción por la sacrosanta voluntad divina; pero que actúan sin la constante intervención de Dios.


Entonces lo que constituiría la belleza de lo real no es la apariencia
sensible o fenoménica de las cosas, sino la forma inherente a ellas; en este punto nos acercamos a las formas aristotélicas, como no podía ser de otra manera en la centralidad del pensamiento de Santo Tomás.


La ESTÉTICA entonces, para el aquinatense, no es otra cosa que las potencias latentes de la naturaleza que hacen creación bella a su libre antojo y albedrío, por eso afirmó lo siguiente: omnis cognitio pertinet
ad formam quae est determinans materiae potentiarum multitudine.




El bien, para nuestro Santo Tomas, es todo aquello que los hombres y toda la creación (omnia) desean.


El deseo, la apetencia, es una inclinación natural de un ser por otro ser, que le conviene para sí. Pero se requiere del juicio racional, para poder discernir lo que, de entre las diferentes cosas deseables, nos conviene o no. En consecuencia, el dominio de la apetencia y el dominio de lo bello se encuentran sujetos al juicio racional.




Santo Tomas, al preguntarse si es posible experimentar un goce o placer por la simple y mera apreciación, sin deseo de intermedio, pues es afirmativo el aquinatense en este extremo. Precisamente, el dominio de lo bello es tal que, nos proporciona placer sin que haya deseo de por medio.



El mundo externo ingresa a nuestro interior exclusivamente por la mirada o por el sentido de la vista, y para Santo Tomás de Aquino, la vista es el sentido humano más desinteresado, ya que goza meramente de la superficie de todas las cosas, se refocila en el fenómeno por el fenómeno.



No consumimos el objeto en materia de Estética, diría el buen Innmanuel Kant, por lo tanto, lo que distingue lo bello del bien es que el bien es siempre interesado, mientras que lo bello es absolutamente desinteresado, no conoce la palabra o el concepto interés.




No queda ahí la cosa, pues Santo Tomas distingue tres especies de bien: el bien útil, el bien deleitable y el bien honesto. Como es fácil de colegir, el bien útil está excluido de lo bello, por ser la utilidad interesada por antonomasia. En cuanto al bien deleitable, este no se identifica con lo bello, ya que halaga y embriaga nuestros sentidos, y por lo tanto se corre el riesgo de llevarnos a cometer el pecado de la lujuria. Sólo queda el bien honesto, cuya cualidad esencial y cardinal es ser ostensiblemente desinteresado y que posee, también, al igual que lo bello, cierto carácter espiritual; lo bello supremo es la belleza del alma o  spiritualis pulchritudo.



Si aceptamos que el bien honesto emana del alma, resulta que en esta especie de bien se confunden el bien o el interés y lo bello o el desinterés, separados se entiende por el deseo: In virtute consistit spiritualis pulchritude virtus aut em est specie honesti.



Santo Tomas de Aquino nos legó en su inmortal tratado, diferentes definiciones de lo bello. Afirmó que se requieren tres mínimas características fundamentales, para que estemos frente a la belleza: en primer lugar, la integridad o perfección, en segundo lugar, la proporción justa o armonía, y en tercer lugar, la claridad. Por cierto que las primeras dos cualidades provienen del mismo Aristóteles. Integritas significa que todas las propiedades pertenecientes al objeto deben encontrarse efectivamente en el objeto.



Además, que todas esas cualidades múltiples deben concordar integradas, es decir, formar plexo armonioso, exigido por el concepto y por la finalidad del objeto. La claritas significa que todas estas cualidades del objeto mencionadas anteriormente, deben ser captadas plenamente por nuestra razón.


Como ya se ha dicho, Santo Tomás de Aquino es fiel al pensamiento del estagirita, por eso dijo que todo objeto, toda creatura del mundo externo puede ser examinada por el hombre de dos modos o maneras: a través de la sucesión de las causas, o a través de los efectos producidos por este objeto sobre el hombre.


Si nos atenemos al primer modo de la sucesión de las causas, nos encontramos con las consabidas causas eficientes, materiales, formales y finales, procedentes de Aristóteles. Es necesario que la causa eficiente se convierta en causa final, vale decir, se requiere que se concrete de modo que cumpla y realice el fin. Y por cierto que, es el bien el que conduce a la causa eficiente, hacia la causa final.


También existe otra definición de lo bello que nos da Santo Tomas, y está basado en la proporción justa, pero hay que aclarar aquí, que aún no se encuentra incluida la palabra claritas, y que revisamos líneas arriba,  será para más adelante que la incluya el aquinatense, y la conceptúa como la vista en su sentido intelectual por excelencia, eliminando toda sensibilidad para así poder representar y únicamente a la inteligencia.


No lo olvidemos, para Santo Tomas es muy importante en Estética la proporción de los objetos, considerándose la posibilidad de la belleza formal en las acciones humanas. Entonces, la perfección, no es suficiente; se requiere también el resplandor o la claritas, o el esplendor de la forma; hace falta entonces que algo se añada a la proporción debida, y es, en este punto que el aquinatense hace una investigación moderna prekantiana, adelantándose así en siglos a lo que se desarrollará en la edad moderna; donde se desarrolla factores que van más allá de lo simplemente intelectual, se apela al popular "no se qué", aquí Santo Tomás se refiere pues, a lo pulchrum, con sus nuevas cualidades, que devienen en superiores a lo honesto: se refiere sin lugar a dudas a la resplendentia.


Lo honesto, ya es el grado superior o supremo del bien, pero en cuanto a lo bello, de hecho es superior a lo honesto.


(Fin de la tercera parte)

Lima, de diciembre del 2015 


Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
http://fororepublicanoperu.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo















No hay comentarios:

Publicar un comentario