jueves, 3 de noviembre de 2016

Corchea, negra, blanca y redonda revolucionaron el mundo y el ritmo. Philippe de Vitry y Guillaume de Machaut grandes maestros que legaron la notación rítmica para siempre. Historia de la Música Occidental. Parte IV



Corchea, negra, blanca y redonda revolucionaron el mundo y el ritmo. Philippe de Vitry y Guillaume de Machaut grandes maestros que legaron la notación rítmica para siempre. Historia de la Música Occidental. Parte IV


Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo




Para el siglo XIII hace su incursión un  nombre ilustre para la música universal, nos referimos a Philippe de Vitry (1291-1361), enciclopedista y reconocido intelectual galo, que tuvo gran fama y fue además consejero del rey francés Juan II, y quien escribiera sendo tratado musical titulado desafiantemente como “Ars nova”: «arte nuevo».


En ese histórico tratado, el buen De Vitry, planteó revolucionariamente el cambio a notación rítmica. Y ese giro intelectual y creativo y trascendental lo realiza Philippe de Vitry cuando la corriente intelectual y filosófica y enciclopedista de su evo, trajinaba entre el amor y la pasión por las matemáticas, y la exaltación de la música, no podía existir mejor momento y coyuntura feliz para De Vitry y su obra musical: el maridaje perfumado entre las matemáticas y la música no podía darse a esperar en modo alguno, fue una unión fértil y prolífica en ese siglo, los esperados frutos vinieron definitiva y naturalmente: la bella y superior expresión de sentimientos (los desvelos y esfuerzos musicales y las matemáticas fueron el matrimonio feliz y modélico, y nunca mostraron fisuras o condiciones y posiciones opuestas).


La música en la cultura occidental, fortalecía sus músculos, y su cerebro noblemente se potenciaba, y su oído se afinaba a niveles nunca antes vistos, y en forma definitiva y probada y comprobada; la música de la civilización occidental trepaba firmemente a nuevos y elevados desarrollos y con nuevas metas melódicas y de mayor alcance formal, y ahí estuvo la clave secreta: mientras los viejos y consabidos motetes del siglo XIII se acababan en un minuto o dos, los nuevos motetes del ‘Ars Nova’ de Vitry y sus sucesores eran dos o tres veces más largos. La notación musical fructificaba con nueva técnica de dominio cultural ostensiblemente.




La gran influencia y profundo impacto en toda la cultura occidental del tratado musical de Philippe de Vitry se aplicó disciplinada y debidamente a toda una gran corriente y nueva tendencia en la historia musical, la misma que duraría hasta fines del siglo XIV e incluso hasta mucho más allá.





En el ámbito puramente técnico, y en el capítulo estrictamente rítmico, Philippe de Vitry, mantuvo el antiguo sistema de mensuración o medida, pero esclareció o clarificó la notación de las duraciones individuales a full ritmo, vía ingenioso medio de signos, los mismos que son antepasados directos de los que hoy se usan universalmente, siendo las unidades básicas o claves: primero es la mínima; segundo es la semibreve; seguido la breve; y finalmente la larga; y que corresponde exactamente a lo que hoy se escribe en notación musical técnica, como corchea (octavo de nota), negra (cuarto de nota), blanca (media nota) y redonda (nota entera).




Con este inteligente y revolucionario aporte del ‘Ars Nova’ de Vitry en cuanto a la notación musical, es que se consolida mucho más el poderío de la música occidental,  inmediatamente se hicieron sentir en forma bella y plena los cambios en los patrones de tiempos para la composiciones posteriores y de la nueva escuela. Ostensiblemente con la nueva escuela musical, se hicieron patentes con mayor fuerza, garra y poderío musical las nuevas creaciones más enjundiosas, más creativas y más enriquecidas de ritmos, y por cierto, ahora podía escribirse mediante notación musical firme y segura, una mayor variedad de detalles rítmicos que aportaron y ampliaron formidablemente a la belleza, melodía y conceptos musicales occidentales.


  
En primera instancia e inmediatamente, fue favorecida la sátira, como ocurrió en la gran y extensa alegoría músico-poética de la época, el Roman de Fauvel (Romance de Fauvel), alguno de cuyos motetes es posible pertenezcan al genio Vitry.


Pero, se conserva mucho y mejor la música de su contemporáneo Guillaume de Machaut (ca. 1300-1377), quien también gozaba de influencias en y con la familia real francesa, pero quien se mantuvo alejado de la ciudad Luz, y se retiró a una vida de canónigo en Rheims a la joven edad de cuarenta años. Enclaustrado se dedicó a supervisar la compilación de sus obras musicales completas y en edición de lujo, de esa colección se tienen casi cien canciones líricas suyas, con veintitrés motetes, y diecinueve cantares, o extensas canciones narrativas, y una misa, haciendo de Machaut un gran compositor conocido de manera más completa y mucho antes de Dufay en el siglo siguiente.




Guillaume de Machaut con sus obras musicales aportó grandemente al resurgimiento de la música medieval. Es más, su solitaria misa comenzó a ser citada con gran predicamento en las historias de la música desde comienzos del siglo XIX, y ya para 1936 fuera grabada parcialmente, y junto con el resto de su producción, felizmente que todo ello, fue objeto de monografías, ediciones y grabaciones a partir de los años cincuenta del siglo XX.



Guillaume de Machaut se convirtió en gran referente universal de la música occidental, influenciando directamente a compositores en los seis siglos subsiguientes, incluyendo al mismo Stravinski (en su propia misa), Olivier Messiaen y Jean Barraqué.



Como no podía ser de otra manera, aparecieron expertos que comenzaron a hacer arreglos de las piezas musicales de Machaut, como por ejemplo: Harrison Birtwistle y György Kurtág,  




Vitry nunca dejó de sorprender a propios y extraños, por la forma tan segura y creativa en que manejó el ritmo como un componente que se entronca con la estructura armónica, aunque aún no integrado de manera suave, sino ocupado en sus propios patrones y matrices. Y es que aquí tenemos la herencia de los viejos motetes del siglo XIII, muchos de los cuales tenían la característica de  repetir las melodías del canto de las líneas del tenor para darle tiempo a las otras de decir lo que fuera, aunque repitiéndolas en patrones rítmicos recurrentes a distinta velocidad, el aporte de Vitry fue sutil e inteligente.





Vitry aportó la depurada técnica del «isorritmo», la misma que repite los patrones rítmicos independientemente de las notas de la melodía, y que puede afectar a todas las partes, como ocurrió por ejemplo, en el famoso Amen que concluye el Credo de la misa de Machaut.




Pero debemos aclarar y dejar sentado aquí, que el motete no es un género litúrgico, incluso queda establecido así, en los pocos ejemplos de la obra de Machaut donde se ocupa de temas sacros en latín.



Las composiciones musicales más recurridas, en francés, se dedicaron al, o a los asuntos principales del canto vernáculo, desde los tiempos de los viejos trovadores: el amor, la promesa de fidelidad, la angustia de la separación, el dolor por la ingratitud.


En los celebrados motetes de Machaut, sin embargo, la resolución y sufrimientos del amante se hacen particularmente intensos adrede, al retrasarse la cadencia a través de un largo trecho de polifonía sorteando implacables disonancias, que eran muestras o alarde de técnica musical. De la misma forma, las voces múltiples de cada motete (más frecuentemente dos en más o menos la misma tesitura, por encima de un tenor subyacente) describen una serie de conflictos internos dentro de un mismo personaje.




En otras canciones, Machaut siguió el camino de sus predecesores de trazos populares, tales como los trovadores y trouvères, en la composición de frases musicales que no ignoran las líneas poéticas, sino que más bien se ajustan a ellas, especialmente en los tres tipos que se convirtieron en las formes fixes (formas fijadas) del siglo siguiente: la balada, el rondó y el virelay.


Machaut tenía su propia técnica para sus motetes, para sus baladas y rondós, y es que están escritos en su mayor parte a tres voces; difieren en su fraseo regular, que pone más en relieve lo melodioso de la composición, y en ser en general más
melismáticos. En esto difieren claramente de los virelais, ya que son en gran medida silábicos (conteniendo una nota por sílaba).



En definitiva, el francés Machaut, fue un compositor versátil y orgulloso de sus logros (de ahí el esmero en la presentación de sus obras de lujo), disfrutó del reconocimiento de su tiempo y contexto histórico. Como ninguno antes que él (aunque muchos desde entonces), recibió el honor póstumo de que se le dedicara un memorial en su propio arte: una balada escrita por el poeta francés más grande de la siguiente generación, Eustace Deschamps, arreglada por el compositor, de otro
modo desconocido, Andrieu. Uno de sus propios poemas fue puesto en música por un compositor italiano, Antonello da Caserta, confirmando la gran valoración de su música, y por cierto su influencia alcanzó a uno de sus sucesores más destacados, Solage, que pudo ser su discípulo y quien desarrolló su propio estilo hasta un extremo de deslumbrante refinamiento armónico, la música occidental se alambicaba finamente y mucho más.



Muchos discípulos de Vitry y en el siglo XIV fueron desarrollando la escuela del Ars Nova, así se verifica en el sur de Francia, en los territorios fronterizos de Italia y España, y en la isla de Chipre, donde el conocimiento de su música había alcanzado el límite más lejano de la civilización occidental europea.



Puede destacarse entre los compositores de este periodo y que van en la línea bajo comento ut supra, el florentino Francesco Landini (ca. 1325-1397) quien destacó por el gran volumen de su producción aún conservada y por cierto, por su variedad, si bien se concentró casi en exclusiva en la composición de canciones italianas a dos o tres partes: algunas son danzables, ajustadas a un tempo animado; muchas más poseen un ritmo irregular, aunque fluido, que podría haber heredado del ars nova francés a través de contemporáneos italianos de Marchaut, como Jacopo da Bologna y Lorenzo da Firenze.



Se distinguen los músicos italianos por el modo en que los detalles de la melodía y la armonía pueden expresar las palabras de manera directa, de una forma que prefigura a  los madrigales que vendrían dos siglos más tarde.



Destacable es demorarnos un poco en un gran músico, como fuera Landini procedente de la Florencia enamorada del arte. Era hijo del  pintor, Jacopo da Casentino, y pudo haber seguido la carrera de su padre si no hubiera contraído de niño la viruela, perdiendo la vista. Escribió música apoyándose en el órgano, del que era un reconocido maestro, y las hizo escribir de mano de un asistente –lo que suscita la cuestión del alcance de la capacidad de escribir en música–. Aunque un adiestramiento para ingresar en la Iglesia (muy normal para compositores anteriores al siglo XVI) habría incluido lecciones de lectura de canto llano, la capacidad de interpretar los refinamientos rítmicos de Machaut o Landini es muy posible que no se exigiera con demasiada frecuencia, o que no se desarrollara de manera generalizada.



Pero no se crea en modo alguno, que la interpretación de las partituras con el Ars Nova sea de lo más sencillo: nunca fue así. Los buenos  intérpretes y competentes del Ars Nova, fueron en verdad muy escasos para la música tremendamente difícil y alambicada que producía el sur francés y el septentrión italiano allá por el año 1400, esa música tuvo como  etiqueta moderna, la de ars subtilior (arte más sutil).


(Fin de la cuarta parte)

Lima, 29 de enero del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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