jueves, 3 de noviembre de 2016

Música Occidental sometió al universo cultural con el tetragrama. Occidente se aseguró de transmitir música uniforme y estudiada y conquistadora al mundo entero. Historia de la Música Occidental. Parte II



Música Occidental sometió al universo cultural con el tetragrama. Occidente se aseguró de transmitir música uniforme y estudiada y conquistadora al mundo entero. Historia de la Música Occidental. Parte II







Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo





La música siempre encontró cultores y estudiosos, sea por pasión, sea por vocación, sea por distinción social y cultural, lo cierto es que en Occidente y desde Europa asiática, hasta Francia, y aún mucho más allá, hasta el lejano Japón, los músicos y los grupos culturales y sociales se daban maña e ingenio para escribir la música, y anotarla y buscar institucionalizarla.




Pero que quede muy en claro, que la más adelantada expresión institución musical fue la lejana y mágica tierra de Mesopotamia, y que iba en la cabeza, en materia adelantos y estudios y práctica: fueron los mismos cristianos mesopotámicos, quienes escribieron signos, y sobre los textos bíblicos para mostrar cómo debían ser cantados, es decir, que había una preocupación musical muy seria, disciplinada, rigurosa y metódica.



Es más, estos signos o notaciones musicales mesopotámicas, eran de difícil interpretación, casi de círculo cerrado o secta, pero, fueron tan famosos y apreciados en su época, que se extendieron hacia el oeste, hacia los judíos, hacia los bizantinos y llega por su propio contenido y cometido a la  misma Iglesia latina, y quizás se presume haya llegado hasta el lejanísimo Tíbet y China.


Y precisamente en China y Japón, en forma simultánea y paralela se trabajaba sendo sistema de notación musical completamente distinto, y que se denominó “La Tablatura”, la misma que proporcionaba instrucciones técnicas y esquemáticas a los instrumentistas.


Además, por influencia de la Iglesia Católica y sus filósofos y líderes, el mundo europeo occidental medieval, tenía música escrita y mediante notación y  hasta finales del duro y dogmático siglo XIII, y todo era toda música vocal o canto sacro fundamentalmente, a fin de rendir culto a la prestancia, vitrina y élite de poder de mando religioso y político de aquellos tiempos, los mismos que llevaban la batuta de la formación e institucionalidad cultural de su evo, incluyéndose la  música por cierto.




Muy diferente era la práctica en el este de Asia, donde que lo que predominaba, y tenía mayor relevancia era la música instrumental, mientras que en el Occidente católico y medieval, la música instrumental casi permaneció virtualmente ignorada hasta el revolucionario siglo XVI.




Hasta hoy, se conservan las tablaturas orientales musicales, que eran por cierto, poco comunes para los más nobles de los instrumentos chinos, tales como el guqin (cítara) y el pipa (laúd), que datan de la dinastía Tang (618-907), mientras que la música instrumental cortesana de Japón: el gagaku, posee ricos archivos que se remontan al siglo VIII, incluyendo las obras heredadas de la China Tang y de Corea.





Sin embargo, es bueno precisar también que, la notación musical más adelantada de esos tiempos bajo comento, es música silenciosa, vale decir, es música cuya notación no puede descifrarse con precisión o que nunca pretendió ser más que esquemática. Es que los músicos en estas diversas localizaciones, pues no
escribían para el futuro, sino para ellos mismos y el círculo cerrado de sus discípulos, solamente buscaron un buen recurso mnemotécnico.




Luego, los tiempos cambiaron, y Europa occidental por sus necesidades políticas, económicas y militares, necesitaba urgentemente música comunicativa que empiece a conquistar corazones, mentes y voluntades, la música empieza a volverse militante y actuante, y para eso se usó no solamente el canto litúrgico.




La música en forma escrita era necesaria y vital, para los intereses de la civilización occidental, y empezó a componerse mucho más y mejor: aparecen más cantos nuevos como parte de un mayor renacimiento cultural, y sobre todo con la intención de ganar más espacios sociales, económicos, culturales y políticos, es por ello que va en aumento, el grueso de himnos y oficios religiosos católicos, más allá de lo que se podía esperar que el personal religioso de la Iglesia pudiera recordar, hubo superabundancia de creatividad musical sacra.





Por ejemplo: La célebre coronación del gran Carlomagno, como emperador en el año 800, de manos del papa de Roma, el mismo que confirmó su posición como protector de la Iglesia y aseguró su autoridad para continuar la labor de su padre, Pipino III, en la reforma de la liturgia de sus dominios francos (que se extendían para entonces por gran parte de Europa occidental, desde la región central de Italia hasta la costa de Dinamarca, y desde los Pirineos al Danubio) según la práctica de Roma.




Uno de los resultados inmediatos de la asunción del poder del emperador Carlomagno y ungido por la Iglesia Católica, fue el surgimiento de un nuevo repertorio de cantos litúrgicos para las principales ceremonias (la misa y las «horas», u oficios para diferentes momentos del día), cantos en los que se simplificaron los modelos romanos. Y estos cantos, transmitidos oralmente, fueron adoptados por las grandes iglesias y monasterios del imperio de Carlomagno, y de forma gradual, a lo largo de tres larguísimos siglos siguientes, y por cierto, se extendieron a otras partes de Europa occidental, de vuelta a Roma, y hacia las nuevas regiones cristianizadas del este y del norte.




Y obviamente, surgieron los grandes mitos para hacer más obediente al súbdito y así hacerse acatar la música sacra medieval imperial, por ejemplo, se dijo que la música sacra vigente y oficial, nunca provenía de músicos francos del siglo VIII y IX, sino del mismo Espíritu Santo, que cantó al oído del papa Gregorio Magno (que reinó entre 590 y 604): de ahí es que surge el gran término y usado por siglos de «canto gregoriano».




La notación musical moderna aparece en la primera mitad del siglo IX en forma de «neumas» o mejor dicho con símbolos gráficos inscritos sobre las palabras para indicar notas individuales y grupos cortos. De esta manera, los sucesores de Carlomagno obtuvieron sendo mecanismo rudimentario de almacenamiento musical, y por tanto, ahí está la base codificadora y sistematizadora de composiciones musicales escritas venideras y que diferenciarían entre sí las tradiciones musicales de Occidente. Se había ganado un sello y un mecanismo propio y occidental.




Pero occidente, por la gran deuda con los grandes maestros del pensamiento y las artes del mundo antiguo helénico, pues buscaron no romper en modo alguno, sino todo lo contrario, buscaron empalmar culturas y conocimientos y técnicas, y en materia de música es que aparece el gran esfuerzo de poder conectar con ese pasado venerable del conocimiento musical de los antiguos
griegos, y así codificaron los cantos en función de ocho modalidades, cada una basada en una escala de siete notas a la octava (las representadas por teclas blancas en un teclado moderno, y dejando de lado la cuestión de la afinación por ahora).



Esta modalidad de clasificación antedicha, fue heredada en verdad de verdades y directamente del mundo
bizantino, pero hundía sus raíces en el esclarecido Boecio, y por lo tanto en la teoría de los antiguos griegos. Pero, para ser sinceros, estas técnicas ya eran muy conocidas por los teóricos del siglo IX, quienes solamente habían añadido cierto modo a las técnicas y descubrimientos babilonios, y por cierto, casi tres mil años más antiguos y de usanza práctica efectiva.





No obstante, ninguno de los neumas utilizados en los siglos IX y X eran finales, seguros y conclusos, ya que admitían lectura con ambigüedades, y es que en verdad de verdades, faltaba una cuadrícula uniforme para medir los ascensos y descensos de la melodía. Ésta recién se logró con las famosas líneas paralelas horizontales  o el tetragrama y con la respectiva indicación de a qué nota correspondía cada línea (la clave): aún hoy constituyen la base de la notación musical.



Con el instrumento del Tetragrama, y ya establecido este sistema moderno y práctico musical de notación, y tal como ocurrió cuando se adoptaron generalizadamente las innovaciones que Guido de Arezzo y que había descrito en su Micrologus (ca. 1026), pues entonces, ahora sí, las melodías de los cantos pudieron escribirse de forma que pudieran ser leídas y cantadas por todos aquellos que estaban familiarizados con la notación moderna, y dondequiera que se encontraran –y de hecho cuando quiera que se encontraran, hasta el presente, eso no ha variado–.



Es precisamente esta notación musical legible, el gran aporte de la cultura o civilización occidental para la música del universo, se inventó un sistema de fijación y de notación válido para todo el universo, ahí radica la superioridad musical occidental frente a otras culturas, la MÚSICA desde Occidente, ya tenía asegurada su larga vida y su firme difusión y labor de culturización allende los mares y los reinos. De hecho entonces, la notación musical vía el tetragrama, es la que ha proporcionado a la música occidental una historia muy diferente y calificada, con respecto a la de otras culturas musicales, tal como aquí se ha dicho.





Como no podía ser de otra manera, la gran innovación técnica de la notación con tetragrama basada en los modos, terminó por enviar al desván de la historia a un frondoso follaje de producciones musicales de esos tiempos sobre todo los producidos durante el imperio del gran Carlomagno, pero a su vez, permitió generar nuevo crecimiento y producción,


Está claro, que esa música premoderna (por decirlo así), la misma que no encajaba en la nueva notación musical de tetragrama, pues hubiese tenido muchas dificultades para acomodarse en el nuevo lenguaje notacional uniforme y en un
sistema modal homogéneo y derivado, de hecho, muy lejanamente de la Atenas clásica.



Quedaron fuera pues, muchas y varias tradiciones litúrgicas creadas por las reformas de Carlomagno –entre ellas, el canto ambrosiano específico de Milán, el canto mozárabe de España y el viejo canto romano de la ciudad papal–, y éstas se habían escrito en notación, pero de manera muy parcial o, en muchos de los casos, nunca se habían puesto por escrito.



La nueva notación musical por tetragrama logró cambios revolucionarios, no solamente en el campo estrictamente musical, sino que dio movilidad social y cultural y económica muy sustantiva en la Europa occidental, y esto fue, porque la novedad del tetragrama, promovió e incentivó la distribución más generalizada de los requeridos y vigentes cantos litúrgicos, y con ello se proyectó firmemente una gran cultura supranacional y bajo su sombra, los grandes beneficiados fueron los compositores quienes podían viajar, y a partir del siglo XIV, sea desde Inglaterra a Francia, o sea desde Francia a los Países Bajos (las modernas Bélgica y Holanda, con las regiones adyacentes) o, a Italia, encontrándose en cada lugar la misma música lista y preparada para ser ejecutada de la misma forma y calidad e impacto, del gran gusto del público.



No solamente eso, el nuevo invento e instrumento de la notación musical por tetragama, promovió la creación y composición musical, aunado a la gran facilidad de que las piezas musicales podían ahora comunicarse y fija y seguramente en papel impreso, tal y como si fueran obras literarias.




También es importante anotar aquí, que se verificó, riqueza y novedad en las melodías, porque en la música premoderna o antes de la notación musical por tetragrama, eran básicamente composición de cantos litúrgicos que en Europa occidental llegaban a su tope y a su fin y en la época de Guido, y eran tan elementales que podían aprenderse simplemente de sus cantantes. Pero, con la notación musical por tetragrama, la figura cambia absolutamente, ya que no resultaba tan fácil memorizar una música que contuviera dos o más melodías distintas cantadas a la vez, ya estamos en el reino de la polifonía, y cuyo desarrollo fue promovido, inspirado y facilitado y de manera crucial por la notación musical por tetragrama. Obviamente, la segura y fija notación precisa permitió también que los cantos de la época de Guido siguieran resonando, si bien en estilos interpretativos cambiantes, pero a través de miles de años hasta hoy.

(Fin de la segunda parte)

Lima, 19 de enero del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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