domingo, 6 de noviembre de 2016

La rumba de cajón y sus hijos: el yambú, la Columbia y el Guaguancó. El lento yambú, la bailarina Columbia y el donjuanesco guaguancó, todos educados en la décima española, son las buenas semillas de la salsa. Música cubana criolla de antecedentes europeos principalmente. Parte VI




La rumba de cajón y sus hijos: el yambú, la Columbia y el Guaguancó. El lento yambú, la bailarina Columbia y el donjuanesco guaguancó, todos educados en la décima española, son las buenas semillas de la salsa. Música cubana criolla de antecedentes europeos principalmente. Parte VI



Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo






Las rumbitas campesinas originales y primevas, como no podía ser de otro modo,  nacen con una estructura formal elemental y primaria, que constaba de una sola frase o fragmento musical de corta duración, y que se repetía con ciertas y leves variaciones y durante toda la interpretación de la pieza, a eso se le llamó montuno (oriundo del monte o del campo), porque su creación u origen era campesino, era rural, venía del monte adentro.


Y aquí, hay que precisar y recordar, que musicalmente, el ritmo campesino en todas partes del mundo y culturas, siempre es lento, suave y hasta de trazo cansino, de tal forma que no es extraño que las primeras rumbas campesinas o montunos cubanos sean de tal naturaleza. 



Se buscan argumentos retorcidos y poco probables y forzados para tratar de vincular la inadaptable y primitiva música de África con la música criolla cubana, y la realidad es que incurren en lugares comunes poco sostenibles, y hasta poco creíbles, cuando la verdad de las verdades, y tan grande e inmensa verdad como la plenitud del mar caribe es que, sólidamente existe probada y comprobadamente sendo  componente hispano en la rumba de solar o rumba de cajón, y al respecto y en abono de nuestra tesis y posición, afirma el famoso rumbero e integrante del célebre grupo “Los muñequitos de Matanzas” Esteban Lantrí (“Saldiguera”), lo siguiente: “la inspiración que se hace en el guaguancó se avecina mucho con el español… todo el que cante rumba tiene que saber que eso tiene de español… hay personas que dicen que no, pero yo, que soy hijo de español también, siempre lo oí de mi padre y de mi abuelo…”, así lo consigna Oscar Valdés, en su obra: “La Rumba, documentary”, Cuba, 1978. La verdad es sencilla y brillante y sólida, a la luz de la oportuna y relevante cita ut supra: España enseñó, moldeó y formó, poética y musicalmente a los abuelos y a los padres, y a generaciones enteras por siglos de siglos, en suma, enseñó al cubano moldeándolo en la cultura europea, y esa cultura europea en Cuba, --más el genio criollo nacional--, es el que provoca y promueve e impulsa, la creación de los géneros musicales populares cubanos que asombraron al mundo; de igual manera, o tal como el Blues y el Jazz fueron creación también, del genio del hombre negro en los EE.UU., pero sin embargo en EE.UU., esas creaciones musicales no se llaman Afro-Jazz o Afro-Blue, se llaman simplemente Jazz y Blues, y todos sabemos que estamos hablando, o nos estamos refiriendo al típico género musical creado por hombres negros mayoritariamente y en sus orígenes y difusión en los EE.UU., a partir de New Orleans: ¿Por qué no se reconoce y no se respeta al genio criollo musical cubano a secas?, y, ¿Por qué no nos olvidamos de ese membrete falso y ofensivo de ‘Música Afrocubana’, cuando su verdadero y real nombre es Música Cubana a secas?. El nombre correcto es música cubana criolla, y eso es todo.


Está muy claro y probado y comprobado entonces, que la rumba de solar o la rumba de cajón es profunda e intensamente tan mestiza y tan autóctona como la vieja y primeva guaracha del negro curro español, y como la contradanza cubana, así de simple y de sencillo.




Recordemos que el original conjunto musical de la rumba de solar o de cajón, estaba compuesto efectivamente, por tres cajones, dos de ellos, mayormente construidos con los depósitos que traían el bacalao a Cuba, siendo que las juntas machihembradas se desarmaban, se lijaba un poco el grosor de la madera y se volvía a armar el cajón por sus junturas machihembradas originales, y quedaba como un instrumento musical idóneo; más el pequeño y por cierto, más agudo cajoncito, llamado quinto, el mismo que era construido de las cajas en las que se importaban velas de cera, y este pequeño cajoncito: el quinto, era el solista.


El genio criollo musical y original cubano, da creación innovativa  al protagonismo del cajón quinto, --y que tendrá, como a su legítimo heredero, al bongó posteriormente--, y es que en la rumba de solar o de cajón, el cajón quinto es el solista del conjunto, cosa y algo, que nunca se había visto, ni siquiera en los estilos más antiguos africanos del congo, yoruba o carabalí negro, donde el solista era el  que tocaba en el plano más grave o usando los sonidos graves; en Cuba entonces, y con los músicos criollos y libres, se da creación a otra riqueza sonora con proyección rítmica propia y auténtica, y por lo tanto, otra expresión bailable original y jamás vista ni escuchada: Ése es el genio criollo musical cubano del que vengo hablando y defendiendo.


Otra gran innovación jamás vista y sin precedentes, es que el segundo cajón, denominado ‘macho’ o “tres-dos”, --porque su ritmo básico era la clave cubana--, ejecutaba cinco golpes, que iban en combinaciones de tres-dos o dos-tres ejecuciones. Y África no tiene nada que ver ahí.


Y, el cajón más grande, se llamaba hembra o salidor, porque era el que iniciaba o comenzaba o “rompía” la rumba. Y África no tiene nada que ver ahí.



Los cajones originales, de los que acabamos de dar cuenta aquí, fueron sustituidos posteriormente, y gracias al genio criollo musical cubano: por los tambores cilíndricos con forma convexa de barril, o las famosas congas, los mismos que originalmente se afinaban con duelas de madera afincadas por medio de cuerdas al tambor, y, en los tiempos modernos se afinan con llaves modernas de metal; tan es así que hasta el célebre conguero cubano Patato Valdés inventó una llave y una forma especial de afinar sus tambores o congas, que se hizo famoso en el mundo; de primera intención, así lo ratifican los investigadores, a los cuales ya hemos citado varias veces: María Teresa Linares y Faustino Núñez: 1998, p. 278-279.


El genio criollo musical cubano, creó también para los conjuntos de rumba de solar o rumba de cajón, las dos cucharas o dos palillos sobre un trozo ahuecado de bambú, y llamado guagua o catá, y aquí ya  tenemos a las famosas claves cubanas, más el güiro; y obviamente y por su propio peso, se usaron las populares y típicas sonajas de los infantes o bebés, que devinieron en las siempre presentes sazonadoras rítmicas: las maracas.


Muy reveladora y por demás paradigmática, la explicación que nos hace el investigador Philip Pasmanick cuando explica detalladamente la estructura, la forma y la esencia del guaguancó y la rumba, en su insoslayable trabajo Décima y Rumba investigación luminosa que no se puede pasar por alto, leamos lo que nos explica bien: “La mayoría de las canciones de rumba, y sobre todo los guaguancós, se desarrollan de la misma manera: primero, una introducción sin palabras llamada diana o lalaleo, con la alternación de solo y dúo que caracteriza muchos estilos musicales cubanos. A veces un cantante especializado agrega ornamentos musicales llamados floreos. Sigue el cuerpo de la canción, llamado inspiración, donde aparece la décima si es que la hay; y finalmente el montuno, caracterizado por un estribillo repetido por el coro, mientras el solista improvisa frases cortas en un patrón de llamado y respuesta.” Está muy claro entonces, muy diáfanamente claro, que el corazón, la esencia, la pepa, o el centro de la rumba como del guaguancó es la Décima, la misma que le da belleza poética; en suma, es la cultura española o europea la que le da magia y seducción al cantar del sonero o del montunero, y eso siempre fue así desde sus inicios, nada de africano tenemos ahí entonces, sino todo lo contrario, desde el inicio de los géneros musicales populares cubanos, verificamos la preocupación del músico por darle belleza expresiva a sus letras a través de la estructural rigidez métrica literaria y poética de la Décima europea.





Y para mayor abundamiento, y en abono de nuestras tesis y posiciones, agregamos que el investigador Pasmanick, cuando analiza la estructura de la rumba como del guaguancó, es bueno precisar que el cantar de la rumba se ajusta siempre al patrón “modificado” de la antigua canción española de copla-estribillo, pero el genio musical criollo cubano innova y agrega la novedosa sección del montuno, que bien se le puede denominar “estribillo ampliado, o desarrollado” tal como lo llama y con buen criterio el estudioso en mención Philip Pasmanick en su citaba obra Décima y Rumba, p. 11.



No solamente eso, el investigador bajo comentario, llega a la técnica conclusión precisa y clave, que no es tan importante la melodía en el canto mismo, sino que la importancia primera está en el metro poético del verso, y que cuadre con la clave del ritmo en ejecución, leamos al estudioso en mención Pasmanick: “Las melodías de las rumbas son tan variadas como las estructuras textuales, pero para la décima en la rumba, como para la décima en el punto cubano, la melodía no es de primera importancia… el solista puede escoger o improvisar una tonada para su verso, siempre y cuando funcione bien con la métrica de la canción y el compás característico de la clave.” Philip Pasmanick: p. 11., queda claro una vez más que la escuela poética española y europea, es el corazón mismo, es la esencia pura de la belleza de los géneros populares de la música criolla cubana.

Pero, seamos claros, a la fecha se tienen noticias firmes de que han sobrevivido solamente tres de los muchos estilos de la rumba de solar, a saber: la tahona, la jiribilla, el palatino y la resedá, entre otros, así también lo documenta el anterior investigador citado Argeliers, León: 1981, p. 143.




Y aquí, es bueno consignar un importante dato: Uno de estos estilos supervivientes es el histórico yambú, que es una rumba muy antigua y de ritmo lento, y según la sesuda investigación de Argeliers León “los bailadores adoptaban una actitud [como de] ancianidad e imitaban dificultad en [la ejecución] de los movimientos”. Argeliers León, en la misma obra que citamos anteriormente: 1981, p. 143.



La Columbia es un histórico estilo de la rumba, el más antiguo, según los estudiosos más acuciosos,  se le conocía como el “llamado”, y que es originario del pueblo Unión de Reyes al sur de Matanzas, pero que también se cultivó en otros pueblos cercanos o vecinos, tales como Sabanilla y Alacranes, así lo confirmó el investigador Raúl Martínez Rodríguez en su importante obra: La rumba en la provincia de Matanzas. Panorama de la música popular cubana. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1998, p. 128.





La Columbia era bailada por un solo personaje, en contrapunto con el ejecutante del tambor quinto, y el aludido bailador trataba de mostrar su arte de baile, con las acrobacias y requiebros de su cosecha, mientras el cantante, simultáneamente, versaba temas, que podían ser sobre situaciones sociales, sobre personas y sobre hechos.



El guaguancó, viene a ser el más moderno estilo de la tantas veces mencionada rumba de solar; el guaguancó básicamente es una danza o baile de cortejo, por eso es baile de pareja, donde el galanteo es lo primordial, parodiando al cortejo que ejecutan algunos animales del campo, tales como el gallo y la gallina. Y es que el guaguancó, en cuanto al contenido y proyección bailable, es muy parecido a nuestro tondero o marinera norteña peruana, que también es una danza o baile de cortejo aquí en Perú, y con ello demuestro que la cultura española uniformiza aunque con diferentes formas, su estructura cultural, incluyéndose obviamente a la danza misma, y no solamente al canto o métrica poética literaria.



En el Guaguancó, --en cuanto a la forma de danza o baile--, el hombre corteja a la mujer y la persigue, y espera el momento adecuado en que pueda cogerla desprevenida, para ejecutar un rápido y escenificado movimiento pélvico de rito sexual, y que se conoce como el “vacunado”. La característica del guaguancó, la explica bien Argeliers León, cuando nos dice que “la parte inicial del canto es extensa y toma el carácter de un largo relato, casi siempre alusivo a un suceso o a una persona…” y de igual forma, el estudioso León, --bajo comentario--, llega a comprobar y verificar que también en el guaguancó, los cantores utilizan central y cardinalmente: las décimas, con la finalidad muy clara de lograr y ganar y mostrar belleza y seducción en sus improvisaciones, aunque también usan los simples pareados “no necesariamente octosílabos, o una prosa”. Vale decir, la influencia matriz y central de la cultura literaria y poética española es clarísima, vital y muy fuerte en la música criolla popular cubana, y es que la métrica poética española, es casi un axioma en los géneros populares musicales cubanos antedichos, así nos lo confirma el estudioso Argeliers León: 1981, p. 143-144.




El dominio político, religioso, administrativo, militar, educativo y cultural europeo o español, vale decir toda la maquinaria pesada imperial que dominó a Cuba por siglos de siglos, se encargó de extirpar las manifestaciones, expresiones, y proyecciones lascivas y libidinosas de vocación pública y desenfrenada y de corte y contenido sexual o de bajas pasiones, en las danzas primitivas africanas, y por cierto también, en sus músicas anejas, tal y como sucedió también en Perú y en todo el imperio español, tal y como está bien documentado y probado y comprobado. El primitivismo africano de desenfreno sexual en sus bailes y cantos y música, nunca pasó, y nunca se aceptó, y se extirpó definitivamente con la aplicación puntual de la cultura europea o española a mano firme y en varios planos y sectores y áreas, eso está mucho más que probado ayer y hoy, no aceptarlo o no asumirlo es ponerse contra la historia y contra la cultura real y sincera y material de  nuestros pueblos.



De que hubo danzas y músicas primitivas africanas que daban pie, fuego, vía y plaza, al desenfreno y a las bajas pasiones de corte sexual en Cuba, pues que lo hubo, y así está bien documentado, por eso, es que así lo consigna bien, el reconocido intelectual, y además político cubano de raza negra Martín Morúa Delgado (1857-1910) en su conocida novela La familia Unzúazu escrita para 1901, donde tenemos valioso retrato y testimonio y de primera mano sobre el baile de rumba en sus orígenes, durante finales del siglo XIX, y decimos que valioso documento porque nos da precisos detalles de  cómo era el baile de las parejas cuando ejecutaban la danza de la rumba de cajón actual. Leamos atentamente y sopesemos los que nos dice Morúa a través de su personaje literario el negro ‘Liberato’: “Liberato había sido reacio a todo intento de cultura intelectual. Pero, a cambio de esto, en cuanto veía una oportunidad volaba al barrio de Antúnez, donde campeaban a su capricho y por su respeto las asociaciones de rumba, concurridas siempre por hombres y mujeres del bronce, libres, que organizaban francachelas con repiqueteos de tamborcitos y cantos africanizados, siguiendo con desaforada viveza el ritmo de la danza cubana: y a compás bailaban las parejas, separados los individuos, frente el uno de la otra. Lo que no podía ser de otro modo; porque los ajetreos y revoluciones de caderas y de todo el cuerpo de los bailadores eran tales que no consentían acercamientos. Bastante se excitaban, aún de lejos, terminando por arrastrar en el lodo de la más desenfrenada lascivia sus extravagantes descoyuntamientos; por lo cual más popularidad ganaba, y gozaba de mayores simpatías entre las mujeres el hombre, y entre los hombres la mujer, que más desgozne mostraba en sus libidinosos contoneos…” Así lo recogió el investigador Fernando Ortiz, en la obra que ya hemos citado anteriormente: 1986, p. 9




Es obvio, que ese baile desenfrenado libidinoso, enloquecido y lascivo, y sin tasa ni medida, ni arte, ni belleza, sino en holocausto a las más bajas pasiones animales, fue prohibido, perseguido, rechazado y condenado, por las autoridades oficiales europeas en Cuba, y por lo tanto, esa práctica musical y bailable lasciva africana primitiva de la referencia, no pasó a los gloriosos géneros musicales populares de Cuba, tal y como hoy está probado y muy al contrario, triunfó el equilibrio y la armonía y la belleza de la tradición musical europea refinada, pero en su versión original criolla cubana, y  eso abona a las tesis que nosotros venimos aquí desarrollando y exponiendo.

(Fin de la sexta parte)


Lima,  1° de abril del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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