jueves, 3 de noviembre de 2016

Gabrieli consolida la música instrumental para la venidera Ópera del Barroco. El violín será instrumento clave para el género musical del Cha Cha Chá y para la Charanga en Cuba musical. Historia de la Música Occidental, Parte VII


Gabrieli consolida la música instrumental para la venidera Ópera del Barroco. El violín será instrumento clave para el género musical del Cha Cha Chá y para la Charanga en Cuba musical. Historia de la Música Occidental, Parte VII




Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo



Preciso es sentar aquí que hubo un gran corte cultural contra la música occidental y anterior a 1550, después de ese año, no se escuchó más música occidental de corte medieval, hasta finales del siglo XX prácticamente.


Quien brillará ahora, será el relevante y primer músico eclesiástico de la generación venidera a 1550, Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594), y quien fuera el engreído de la Ciudad Eterna, la histórica urbe política, cultural y religiosa en la que vivió por siempre. La virtud especial y destacable de la música del maestro Palestrina fue la notoria comprensibilidad de sus obras, que pervivieron al paso de los siglos. Y si bien es cierto que preservan la polifonía eufónica de los grandes maestros Gombert y Morales, sin embargo tienen singular y preciosa línea armónica, y dicha armonía  lleva la clave en forma integral de los modos mayores y menores.


La paradigmática y mejor misa del maestro Palestrina, --compuso más de cien misas--, la conocida y aplaudida Missa Papae Marcelli (Misa del papa Marcelo), contiene música totalmente basada en acordes progresivos, sorprendiendo por su buen gusto al incluirle armonías muy ricas, como ya se dijo ut supra. Esta misa de Palestrina de la referencia, tiene un lugar especial en la música occidental no solamente por sus bellas virtudes musicales intrínsecas y especificadas en su explicitud verbal, sino también por su economía de medios y su serena belleza, además está signada por una bella leyenda que relata que fue escrita en una sola noche y por revelación de ángeles, y se agrega que tuvo como objetivo, reivindicar la polifonía en las célebres polémicas y deliberaciones sobre la música de la Iglesia, que se llevaron a cabo en el trascendental Concilio  de Trento (1545-1563), --ciudad al norte de Italia--.





La música del gran maestro Palestrina fue modélica y de hecho influyó en muchos músicos y tratadistas teóricos, tal como la famosa obra de su contemporáneo Gioseffo Zarlino (1519-1590), cuyos Institutioni harmoniche (Principios de música, 1558) fue considerada la mejor y más elevada obra teórica de música en su tiempo, --y de admiración hasta la fecha--, sobre todo porque Zarlino evocaba como fuentes firmes y seguras a los antiguos maestros griegos, y con su nuevo estilo dio mayor enjundia intelectual a la teoría musical.




Tenemos que dejar aquí sentado que, el gran maestro teórico musical Zarlino de la referencia, estuvo protegido por la misma silla del poderoso papa Pablo III el mismo que convocó al trascendental e histórico Concilio de Trento como respuesta y freno a las nuevas y sólidas confesiones religiosas rebeldes y disidentes, y que se habían generado en torno a las enseñanzas de fuertes personalidades críticas que embestían con argumentos y firmes pruebas en contra de la autoridad y la liturgia de Roma, como fue el caso de los gigantes Martín Lutero y Juan Calvino.


Lutero y Calvino crearon la tormenta, y Lutero y Calvino la soltaron contra Roma, pero dicha tormenta ideológica y religiosa sacudió y remeció a todo el mundo occidental, y esa tormenta reformista produjo ríos de sangre y crujir de dientes, y cruentas persecuciones e inhumanas divisiones y restallantes revoluciones, de hecho la Reforma Religiosa, remeció muy profundamente y desde sus bases al viejo orden católico de influencia poderosa en la vieja Europa occidental.


Recordemos que lo acordado en el Concilio de Trento tuvo repercusiones trascendentales para la música occidental en el futuro, ya que se ordenó la liturgia revisada y con música, que astutamente se concilia así, con los ideales de la Reforma protestante, y no olvidemos que esos ideales son de proyección renacentistas. Y recordemos también, que lo único que se sentenció sobre la música en las oficiales promulgaciones del concilio bajo comento, fue que la música de la Iglesia no debería tolerar «nada lascivo o impuro», siendo que esta ordenanza religiosa pudo ayudar a terminar con las misas en parodia basadas en madrigales.


Y precisamente esta oficial promulgación bajo comentario, coincidía exactamente con las intenciones y deseos del recio Juan Calvino, y expresados en su conocido prefacio al Salterio de Ginebra (1542), en el sentido que deberían escribirse «cantos no sólo sinceros, sino santos», y además que se evite todo aquello que fuera «en parte vano y frívolo, en parte estúpido y torpe, en parte sucio y vil, y consecuentemente
maléfico y dañino». Tanto el dogmático Calvino como los obispos católicos reunidos en Trento gozaban de la idea tomada de Platón, --(a la que se refiere específicamente Calvino)--, en el sentido que distintos tipos de música pueden resultar beneficiosos o nocivos.



Pero lo que debemos relievar aquí, es que la música ya tenía ganado un poderoso sitial en la cultura, personalidad y mentalidad y formación del europeo medio occidental en general, tan es así que, los católicos por un lado, como los protestantes por el otro, coincidían plena y absolutamente en el valor que reconocían y que validaban y legitimaban a la expresividad de la música. Todo se puede quemar, vejar, acusar y destruir, pero a la música nunca se debe tocar ni con el pétalo de una rosa, decían ambos bandos en pocas palabras, y con trincheras humeantes y en disputa religiosa e ideológica en el período de la turbulenta y candente reforma religiosa europea.


La música entonces se quiera o no, unió a los enemigos religiosos católicos y protestantes, y ese es un dato histórico y comprobable que debe relievarse y anotarse en piedra, está establecido que en el periodo de la Reforma religiosa, la música eclesiástica tenía el objetivo de ejercer firme influencia emocional sobre el oyente y el cantante, y ese objetivo fue muy claro en la tradición ibérica, que como sabemos se mantuvo fiel y leal, y, decididamente católica inconmoviblemente, y cuando España imperial conquistó Sudamérica y las Antillas en el siglo XV y XVI se preocuparon primordialmente en extirpar toda herejía y confesión que no fuera la católica en sus nuevos territorios de ultramar.


También de esta voluntad y corriente, bebieron y ejecutaron, tanto en la Alemania de Lutero como en la Ginebra de Calvino, vale decir, el sentimiento religioso debería ser comunicado en sendos arreglos musicales y llevados a textos en lengua popular, ya sea en español, como en portugués o, también, en quechua o en azteca, y tal como se ejecutó en dos célebres y breves alabanzas a la Virgen María atribuidas a Hernando Franco (1532-1585), quien fuera el primer compositor europeo que llegó a ser el director de música de la catedral de la Ciudad de México en 1575.




Es en esa permisividad, licencia y legitimación de la música, y en plena efervescencia de la ruda corriente reformista religiosa, --y por parte de los católicos como por parte de los protestantes--, que los músicos fueron los más beneficiados, y además, y lo más importante, los teóricos como los músicos ejecutantes, tuvieron la oportunidad de desarrollar sus teorías, y de enfrentarlas, y de cotejarlas, y de ejecutarlas, hasta donde les fuera posible, y eso genera nuevas corrientes, y deseos y modas; entonces fue en ese ambiente que se incuba la feliz aparición de la ópera, y con la ópera obligatoriamente tiene que aparecer la idónea orquesta, pero con nuevo formato y requerimientos propios y especiales por cierto.



Ya estamos entrando entonces, al universo de la música instrumentista en su nueva dimensión, y que iniciará su larga y sólida saga en sus albores, por ejemplo, con los instrumentistas de diversas clases que tocaban de forma regular en la famosa catedral de San Marcos en la rica Venecia; precisamente ahí es donde se verifica la célebre reunión del gran maestro teórico Gioseffo Zarlino, --pero ya en sus últimos años--, con un destacado joven músico, --que habría estudiado con el gran músico Lasso--, nos referimos a: Giovanni Gabrieli (1555-1612).




Gabrieli tiene su gran sitial en la historia de la música occidental por su fama de gran compositor para música instrumental, y compuso desde 1585 para la más prestigiosa y rica y noble de las sociedades benéficas de la ciudad, la Scuola Grande di San Rocco, donde compuso obras hasta para cinco grupos corales, con cantantes e instrumentistas, y también compuso sonatas y canzonas estrictamente de música instrumental. Con el maestro Gabrieli es que se incluye el novedoso instrumento del violín, que recién había sido asumido a inicios del siglo, y que se usaba poco, y solamente en la música de baile.


En Cuba y para el siglo XX, el violín europeo tendrá gran predicamento con la creación del género musical del Cha Cha Chá obra del gran maestro violinista cubano Enrique Jorrín, y con el Cha cha chá que afiebró musicalmente al mundo, vino su célebre formato musical: La Charanga, con dos violines, piano, timbal, flauta, y bajo, todos instrumentos netamente europeos.


El antecedente directo de la Ópera entonces, lo tendremos en la famosa crónica de Thomas Coryat, quien fuera viajero inglés y quien participó de una ceremonia en la Scuola Grande di San Rocco para  1608, y quedó gratamente impactado y absorto por la magnificencia musical que escuchó y lo registró así: «A veces cantaban juntos dieciséis o veinte hombres, teniendo un maestro o director para llevarlos en orden; y mientras cantaban, también tocaban músicos instrumentistas. A veces hasta dieciséis tocaban juntos en sus instrumentos». Estas cantidades de cantantes, coristas y músicos, era un alarde novedoso, refinado y excepcional que se permitía el gran maestro Gabrieli, y que engrandecía su fama por cierto; pero lo que más causaba admiración en el cronista Coryat era el sentido e impactante dramatismo que proyectaba nítidamente esta música de Gabrieli, donde un grupo de cantantes contestaba al otro, y ya estamos en los albores de la aparición de la famosa ópera como se ha dicho, y que se desarrollaría con creciente riqueza de colores y sobre todo con la voz expresiva individual, y por cierto, el teatro del gran Gabrieli, era de naturaleza moderna e innovativa por demás, porque con él, aparece la conversación.


(Fin de la séptima parte)

Lima, 08 de febrero del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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