sábado, 5 de noviembre de 2016

Mozart, Haydn y Beethoven: astros del clasicismo musical dieciochesco. Haydn fue el padre creador de la armonía como elemento central de sus composiciones. Cuba hereda ese legado occidental musical y África no tuvo nada que ver ahí. Historia de la Música Occidental, Parte XI



Mozart, Haydn y Beethoven: astros del clasicismo musical dieciochesco. Haydn fue el padre creador de la armonía como elemento central de sus composiciones. Cuba hereda ese legado occidental musical y África no tuvo nada que ver ahí. Historia de la Música Occidental,  Parte XI




Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo





Las sinfonías de Haydn brindan formidable sensación de plenitud musical en el último tercio del siglo XVIII, la música plana de tiempos pasados había quedado atrás, ahora se podía disfrutar de varias dimensiones musicales en una sola presentación artística, lo que generaba placer excelso al oyente culto, es decir la sofisticación musical ya había tocado el cielo para el siglo XVIII, por lo tanto, la música de Haydn era considerada el summun de la modernidad en su momento.


En la música dieciochesca se verificó un cambio de eje: la armonía pasó a tomar la batuta en las nuevas creaciones y con los nuevos compositores, por eso dijo el violinista y reconocido teórico italiano Francesco Galeazzi (1758-1819) en sendo tratado que publicó en 1796: «El mérito de una composición consiste […] en el desarrollo y no en la melodía inicial».

Por lo tanto, ni siquiera el prolífico y gran maestro Rameau podía siquiera imaginar, que la armonía pasaría a primer plano e importancia, y empieza entonces a preponderar en las nuevas composiciones musicales, los saltos, los desplazamientos y las fluctuaciones de carácter armónico.




La armonía entonces, cobró prestancia, relevancia y prioridad, y servía para entender el objetivo, y seguir la intencionalidad del autor, era entonces, la portadora, más que el continente del significado, vale decir, y en sencillo y en concreto: el viejo patrón musical del continuo, fue desechado, fue abandonado y ya era obsoleto.


La Ilustración, comenzaba a influir directamente sobre la música, ya que la inteligencia, la libertad y la personalidad, se hacía sentir en la música, y la armonía no es otra cosa que la mostración del mundo interior y del concepto e intelectualidad del músico compositor, sin lugar a dudas, y por lo tanto, y en el momento preciso: el piano, pasó a ser el preferido y el elegido, por ser el instrumento más completo y perfecto, por lo tanto, se magnificó la producción del piano y, por cierto, anejo a ello también, abundaron las publicaciones de composiciones para el mencionado instrumento.


No olvidemos a Muzio Clementi (1752-1832) quien fabricaba pianos y partituras para dicho instrumento en la culta Londres; y por su lado Ignace Pleyel (1757-1831) a la sazón el conocido discípulo del maestro Haydn, se dedicaba también a la fabricación de pianos en la Ciudad Luz.


Como olvidar al gran John Isaac Hawkins, quien operaba en Filadelfia para 1800, y quien presentara el novedoso piano vertical, y que inmediatamente fuera copiado por muchos fabricantes y en diferentes partes del mundo, como consecuencia de ello, se masificó el uso del piano en muchos hogares alrededor del mundo.




A toda esta corriente y movimiento musical se le conoce como el Clasicismo, denominación académica que se aplicará recién en los años treinta del siglo XIX, cuando los estudiosos e investigadores concluyeron que se había culminado una gran época en la música occidental.



El más grande exponente e ícono del Clasicismo fue sin lugar a dudas, el prodigioso joven austriaco y compositor de compositores, tal como fuera el magno maestro Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). Su padre lo tuteló con mucho celo, cuidado e interés, por ello el buen Mozart empezó a tocar instrumentos a la tierna edad de seis años, y para el poderoso elector de Baviera en Múnich, y frisando sus tiernos siete añitos, ya estaba tocando para la poderosa emperatriz María Teresa en Viena.


La familia Mozart, preocupada en grado sumo, por el desarrollo de la carrera musical del niño Amadeus, dejan su natal Salzburgo para emprender rigurosa gira artística, la misma que se extendería más de largos y rudos tres años, incluyendo longas estadías en la Ciudad Luz y en la ciudad de Londres, donde el niño prodigio conoció a Johann Christian Bach, quien  era su modelo de compositor alemán, el mismo que era consumado maestro en música italiana y francesa.


De regreso de su larga gira, la familia Mozart solamente se queda unos cuantos meses en su Salzburgo nativa, luego se trasladan a Viena, --y Amadeus ya contaba con once años y medio--, y se quedaron en dicha ciudad, hasta que el niño prodigio cumplió los trece años.




Luego vendría la trascendental y primera visita a la bella Italia, por parte de Amadeus y acompañado de su progenitor, ya estaba por cumplir los catorce años, y se queda en la tierra de Leonardo Da Vinci hasta cumplir los quince años.


El viaje a Italia por parte de los Mozart tenía intencionalidad y finalidad muy clara, querían componer y con las técnicas italianas senda ópera seria, que la tenían en agenda como encargo para que sea presentada y ejecutada musicalmente en Milán, recordemos pues, que la rica ciudad de Milán, se hallaba bajo el dominio austríaco para esa coyuntura.


Amadeus, aprovechó al máximo su estancia en Italia, consolidando su carrera musical exitosa y esplendente, ya que se familiarizó con la riqueza y modernidad cultural musical itálica de ese momento, escuchó a cantantes así como a compositores italianos, tales  como Jommelli y Piccinni, y bebió las vivas tradiciones italianas, como la célebre y singular ópera en Nápoles, como la música eclesiástica romana, como los profundos estudios eruditos en Bolonia, etc.





Amadeus, regresó dos veces más a Milán, y también fue a la germana Múnich, ya contaba con dieciocho años, y su motivo fue los encargos que le hicieron de composiciones puntuales, pero como compositor, en verdad de verdades y a pesar de su genialidad y virtuosismo, no le generó contrato permanente y estable que le diese felicidad y tranquilidad.



Nunca desaprovechó las oportunidades que su querida  Salzburgo le brindó, y escribió reconocidas sinfonías y conciertos para la aristocracia de su ciudad, también compuso música eclesiástica para su catedral, --(obtuvo empleo junto con su padre, con el mecenazgo del arzobispo)--, y etc., etc.


Amadeus, ya había cambiado su mentalidad y proyección, y es que sus estadías en las poderosas ciudades de Milán, Múnich y París lo hicieron cosmopolita, y cuando regresa a su Salzburgo ya la sentía como atrasado pueblo, por esa razón, para 1777, --cuando ya contaba con veinte años--, regresa con su progenitora a Múnich, Mannheim y París, buscando contrato que le dé estabilidad como compositor, pero nuevamente, no tuvo suerte en su empeño.


Entre Múnich y Mannheim, hizo una parada que duró buen tiempo, fue en la ciudad de Augsburgo, donde vivían familiares suyos, y brindó aplaudido concierto. En dicha ciudad, fue impactado por la gran orquesta numerosa en instrumentos y buenos músicos, y sus comentarios sirvieron para replicarla en el siglo XVIII hasta la actualidad. Así mismo, fue gratamente impresionado por los compositores de la mencionada ciudad de Mannheim, tales como Christian Cannabich (1731-1798) e
Ignaz Holzbauer (1711-1783), y sobre todo quedó prendado por la perfección del canto y la singular personalidad y belleza física de Aloysia Weber (1760-1839), quien contaba con solamente dieciséis años de edad.




Tres meses de negociaciones infructuosas en la ciudad de Mannheim sufrió Amadeus, y ni los funcionarios de la corte, ni menos el príncipe, contrataron al joven genio compositor austriaco, y decidióse a regresar a Italia para escribir óperas en honor y  para Aloysia Weber, prendado como estaba de su virtuosismo y de su dulzura y de su espectacularidad artística y vocal, inclusive llegó a escribir varias arias para ella, y en esa circunstancia dejó sentado que el aria debe ajustarse al tipo de cantante, como si fuera su traje cortado a medida.



El progenitor de Amadeus, se opuso rotundamente a los devaneos amorosos con Aloysia, y lo conminó a que inmediatamente se traslade a París, y el joven enamorado Amadeus, obedeció a su padre, pero en la Ciudad Luz tuvo otra experiencia infructuosa y desagradable, tuvo trabajos menores y muy espaciados, además le ofrecían puestos de pacotilla que nunca aceptó; lo que sí quedó establecido es que compuso su primera obra para el Concert Spirituel pero tampoco obtuvo el éxito que esperaba. Eso lo frustra y le amarga sus días parisinos, y por ello mismo no quiso alternar con los colegas compositores de su evo en París, y dijo amargado: «Sé lo que hago y ellos saben qué hacen, y está bien».


Esa actitud suya de desencanto y frustración, es la que provoca que no se pronuncie en modo alguno sobre la obra de André Grétry (1741-1813), quien sí encontró el favor de la caprichosa reina María Antonieta, y alrededor del palacio real entonces, se verificaron serias peleas operísticas en la Ciudad Luz, sobre todo entre los partidarios del maestro Gluck y los del maestro Piccinni, todos buscando como ganarse el favor de la cuestionada y aludida reina Maria Antonieta.



Faltando poco para abandonar la Ciudad Luz, y después de seis meses de frustraciones profesionales, y sumado al intenso dolor de haber perdido a su progenitora, pues Mozart tuvo un momento de solaz cuando se encontró nuevamente con su colega germano Johann Christian Bach, quien se encontraba en Paris para escribir encargada ópera.




Mozart de mal grado se alejaba de la Ciudad Luz, --por presión de su progenitor, quien lo quería en Salzburgo para arreglar su situación profesional--, pero Amadeus le hace caso a su corazón, y se dirige a Mannheim y luego a Múnich, tentando trabajos y puestos, y acercándose a la joven Aloysia Weber. Pero ni en lo uno ni en lo otro le fue bien, en primer lugar porque no logró convencer al empoderado director de la compañía teatral de Mannheim, --que a la sazón era la más importante empresa germana de la época--; y por otro lado, la admirada Aloysia lo rechazó de plano.


Amadeus Mozart viajó mucho en su juventud, --como lo hemos verificado a brochazo gordo--, en cambio el maestro Haydn, --quien era mayor que Mozart por una generación más--, tuvo un desarrollo más pausado y estable profesionalmente, por esos mismos años viajaba entre Viena para los inviernos y el palacio húngaro de los Esterházy en los veranos.


Haydn (1732-1809), fue autodidacta, pero muy inteligente, observador y creativo, siempre estuvo atento a la música popular, y a las creaciones de sus colegas músicos. Después de 1770 luego de escribir ciertas sinfonías,  se dedicó a estudiar la ópera cómica, y con ella su música instrumental ganó alegría y versatilidad. Haydn, como ningún otro compositor de su época, o de épocas posteriores, entendió a profundidad y supo hacer y construir humor en y con la música, y en diversas formas y maneras y modos, tales como el aforismo irónico, como la sorpresa burlona, como la agudeza ingeniosa, o el estallido de alegría.



Haydn, además, inventó un nuevo género para la música occidental: el cuarteto de cuerda, para dos violines, viola y chelo. Muchas veces Amadeus tocó instrumento musical junto a su paisano el gran Haydn. Por eso en cierta oportunidad, para 1785, el gran maestro Haydn le contaría al progenitor de Mozart que su vástago era «el compositor más grande que he conocido en persona o de nombre».


A decir verdad, Amadeus recién conoció el éxito total en Praga, cuando estrenaron su gran obra Le nozze di Figaro (Las bodas de Fígaro, 1786), luego de tamaño gran triunfo, el teatro de la ópera de Praga le encarga otra ópera más, y viene el célebre Don Giovanni (1787), donde la música se toca en la cena del protagonista y para la escena final, y con ello se buscó la reacción del público de la época.





No hay que perder de vista que, el Clasicismo tuvo relevancia internacional, debido a los progresos del negocio editorial y de las impresiones, y por lo tanto fue la primera escuela o estilo internacional musical, y por cierto, Viena fue su centro universal, y en consecuencia, la música de los maestros Haydn y Mozart eran las más impresas, representadas y apreciadas tanto en Londres como en París, y como no, en la misma capital austríaca. También destacaron Martín y Soler en la ópera de Viena, Il barbiere de Siviglia (El barbero de Sevilla) de Paisiello famosa obra que se representaba en toda Europa; así mismo descollaba Cimarosa (Haydn mismo representó sus obras, en cuando menos doce de sus óperas para los Esterházy); y en Francia, triunfaban Grétry y Piccinni.



La veneración de la que gozarían los maestros Haydn y Mozart, se iniciaría a pie firme, a principios del siglo XIX, y con ello se invisibilizaría a sus contemporáneos, incluyendo a  sus predecesores inmediatos, nos referimos a los compositores que fueron bien valorados para mediados del siglo XVIII, tales como Hasse, Graun, Jommelli, Carl Philipp Emanuel Bach.



Ludwig van Beethoven (1770-1827) fue otro gran compositor del Clasicismo que consiguió ascender, recordemos que jovencito se trasladó de la ciudad alemana de Bonn a Viena para 1792, y ya había pasado un año de la muerte del genial Amadeus Mozart.

(Fin de la undécima parte)

Lima,  22 de febrero del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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