jueves, 3 de noviembre de 2016

Diderot, gran revolucionario enciclopedista francés influyó en la música cubana con su Estética, vía la llegada de cultos hacendados franceses a Cuba. ESTÉTICA. Parte VII


Diderot, gran revolucionario enciclopedista francés influyó en la música cubana con su Estética, vía la llegada de cultos hacendados franceses a Cuba. ESTÉTICA. Parte VII


por    Jaime Del Castillo Jaramillo





Poussin (1594-1665) no desarrolló ni afrontó tratado de estética propiamente dicho, sus ideas sobre el punto, se desprenden de ciertas cartas, por ejemplo la del 7 de mayo de 1665, que lo consideran su testamento artístico, donde busca que la concepción racional modifique, embellezca y seleccione todo, eliminando todo lo que no se pueda someter el orden racional, y evitando así lo complejo o inasible, ya que la verdad auténtica exige la representación de la naturaleza en su totalidad.




La Academia de Ciencias y Artes fija reglas oficiales y universales para la Estética desde 1665 hasta buena parte de la Edad Contemporánea



Es importante relievar aquí que la ESTÉTICA con mayúsculas se fortalece y coge y crece músculos de importancia cultural occidental que ilumina al mundo entero a partir de 1667 y oficialmente, con las conferencias y organización de Academia de Ciencias y Artes en Francia, y que se replica en varios países europeos, así, en forma profesional y responsable, se empieza a tomar interés serio y elevado por la estética en sí y específicamente.



Antes de la era académica de ciencias y artes, fueron planteados algunos problemas estéticos por parte del poeta pintor Dufresnoy (1611-1665) y por muchos otros pensadores y artistas.


La obra de Dufresnoy, tuvo seria y notable aceptación en el círculo elitista de los Académicos, y su posición estética tiene analogías muy notables con el Arte poético de Boileau.



Asimismo, Freard de Chambray (1606-1676) sostiene parecida doctrina en su “Paralelo de la arquitectura antigua con la moderna” (1650), además fue traductor al francés del “Tratado de la pintura” de Leonardo da Vinci.


Chambray todo lo sistematiza a la orden antigua y se revela contra a pintura libertina de los modernos que solamente son disfraces y colores para agradar a la primera vista, según su crítica.




Chambray afirma que "La belleza consiste en la feliz imitación de la naturaleza, más no sabría realizarse plenamente si el artista se contentase con observar el parecido de cada una de las obras de la naturaleza sin dedicarse más bien a examinar que es lo que ésta contiene de más hermoso para percibir espiritualmente la perfección ideal y reproducir en seguida, de acuerdo con el impecable canon de Policleto, imágenes de una belleza extraordinaria.''


La belleza entonces consistiría en la creación mediante el método de la imitación, siempre y cuando ésta sea interpretada correctamente, y el artista pueda sin embargo, apropiarse de las cualidades de los antiguos, y sobre todo evitar sus defectos.



Larguilliere era de la misma idea, por eso decía que “la novedad y la alegría", debe agregarse a la obra de arte para mantenerse razonable y para ello no debe estar en contradicción en modo alguno con la naturaleza.



Felibien (1619-1694 ), secretario de la Academia de Arquitectura, no lo olvidemos ejerció fuerte influencia en las artes plásticas europeas, y además fue el primero que publicó algunas de las lecciones de la Academia.



Felibien en el siglo XVII, siglo de racionalismo en romance con la naturaleza universal, también apoya el eclecticismo en la razón, por eso afirmó que el artista debe: "hacer como las abejas que buscan la miel en las plantas amargas." Y por cierto, que defendió el uso de la libertad en las artes plásticas, dejando parte notable al genio artístico, por oposición al talento, inclusive permitió el derecho de infringir las leyes para fiarse del instinto, por eso sentenció que: "A veces hay que ir contra las reglas ordinarias del arte"; por que ante todo: "hay que seguir Ia luz de la razón".



El principio estético de Felibien puede formularse sin temor a errores de la siguiente forma: en todas las artes, como en todas las ciencias, las luces de la razón están por encima de lo que la mano del obrero puede ejecutar.



Le Brun (1619-1690) representa la estética oficial de la Academia Real de las Bellas Artes. Fue por veinte años el señero líder de la Academia, en verdad de verdades, fue una especie de dictadorcillo. Colbert por eso, exigió que se registraran las decisiones tomadas a continuación de cada conferencia, con lo cual se obtuvo un verdadero curso teórico de Estética.




El caballero Bernini, al ser recibido por la Academia, propuso en primera instancia y como principio básico, el imitar a los antiguos y no aferrarse a la naturaleza, es decir, formuló la reproducción idealizada por la Antigüedad.



Por otro lado, el maestro Le Brun, enseñaba a trabajar a sus discípulos directamente con modelos de la naturaleza, y en una de sus conferencias, explicaba a sus alumnos cómo él mismo ejercía esta innovación.



Sobre el punto, no olvidemos que Felibien ya había afirmado que el estudio debe estar subordinado al perpetuo respeto a los maestros y la misma posición defendían los gigantes Miguel Angel y Rafael cuando aprendieron de los antiguos como dibujar al natural, corrigiendo a la naturaleza, y brindando belleza y gracia a las partes que las necesitaban de sus modelos.


Tampoco podemos dejar de lado que pese a todo, el gran Le Brun fue refinado hombre de cultura, y se preocupó mucho por el desarrollo y aportes de la ciencia, por ello sus investigaciones se inclinaban hacia el estudio de la expresión, y observaba los movimientos fisonómicos de los animales derivando de ello serias conclusiones válidas para el hombre y su arte, no solamente eso, también profundiza en los estudios de la teología y en la semiótica del simbolismo místico representado en el misterio de las figuras, incluyéndose en el simbolismo de los colores. En definitiva, los grandes conceptos que motivan al maestro Le Brun fueron: la nobleza y la elegancia en el arte. Obviamente que esas conclusiones influirán sobre los músicos de su evo.





Pero obviamente la obediencia a la estética academicista no fue tan seguida entre los escritores, por ejemplo, lo que escandaliza en Racine son las pasiones profundas que imprime en sus personajes.



Poussin recordemos, puso en su arte mucha humanidad y sobre todo poesía intelectual, y con buen criterio se le ha denominado el pintor-filósofo.




Inglaterra y sus preceptos estéticos en el siglo XVII




Está establecido ya, que el siglo XVII es el dominio de la filosofía de las ideas y de los grandes problemas del pensamiento. Estamos en definitiva en el siglo de las ideas del orden y sobre todo en el imperio de las matemáticas y estas aplicadas filosóficamente a diferentes sistemas y órdenes vinculados también y obviamente a la Estética.



Los hombres del siglo XVIII, en Inglaterra, desde luego que van a querer dar aplicaciones concretas y materiales a esas ideas; además del problema del conocimiento, que es netamente filosófico, pues en sí los llamados filósofos del siglo XVII se dedican a problemas religiosos y sobre todo morales.



En verdad de verdades, se ubican muy pocos estéticos ingleses, en el sentido propio de la palabra, en este período.



Francis Bacon (1561-1626), en su De dignitate et augmentis scientianun, divide el conocimiento y entendimiento en tres partes, en consonancia con tres especies de ciencias: la memoria para la historia, la imaginación para la poesía y la razón para la filosofía.



Thomas Hobbes (1588-1679) es sobre todo, un buen pedagogo. Y escribió sobre crítica literaria en un prefacio a su famosa propia traducción de las obras de Homero.



Ya sabemos que, en la concepción filosófica de Hobbes no hay nada aparte de la materia y el movimiento. Y precisamente por eso, el buen Hobbes afirma que el espíritu no es otra cosa sino la materia en movimiento.


Mucho más todavía que Bacon, concede Hobbes amplio campo y extensión a la imaginación, incluyendo en ella a las pasiones, la memoria, el don e incluso la filosofía y el juicio.



LOCKE (1632-1704), representa el pensamiento filosófico del siglo XVII dominante en Inglaterra, y para el padre del liberalismo, todas las manifestaciones del espíritu se reducen a sensaciones: sensaciones simples del mundo exterior e interior, y síntesis de estas sensaciones simples que constituyen las ideas complejas. Es la pura concepción atomística del conocimiento.



Berkeley (1684-1753) tampoco ha formulado teoría alguna estética, pero sus ideas acerca de lo bello se encuentran en su famoso Diario de viaje, y en ciertos artículos suyos en el periódico The Guardian, donde habla de los placeres naturales y de los placeres artificiales, en los diálogos del Alcifrón (nombre despectivo que impone a los librepensadores a quienes Berkeley odia y cuyas doctrinas se pone a refutar): en el diálogo tercero aparece una crítica al esteticismo moral de Shaftesbury; y en la parte segunda de Siris estudia a la actividad del espíritu y su participación en la unidad divina.



Berkeley es hombre pensador del siglo XVII, y para finales del siglo XVII e inicios del siglo XVIII, pero publica sus ideas siendo muy joven aún.




Berkeley se conmovía ante el espectáculo de la naturaleza, en especial de su amada y natal Irlanda, y de Italia: cuanto más hermoso se le aparecía el espectáculo natural, tanto más real lo considera.





El siglo XVIII y la ESTÉTICA FRANCESA



EL SIGLO XVII en definitiva había sido el siglo de la razón y de la moral y de la honestidad. La razón en puridad constituía la dotación de cada hombre por disposición divina, y el hombre honesto entonces, era el hombre ideal de la época: tenía que ser un hombre conciliador y obediente a la tradición y gustosamente dispuesto a mantenerse en segundo plano frente a la sociedad humana.



El pensamiento de sociedad soñada por el siglo XVII consistía en una armonía perfecta realizada por los hombres honestos, bajo el imperio de la razón, que representaba al sentido común.

El siglo XVIII fue el siglo de la razón y en definitiva, la diferencia está en que, a diferencia del siglo XVII, en el siglo XVIII la razón adquiere sentido distinto y diferente; ya no equivale al sentido común, sino a un "poder crítico".


El tema o el cometido no era creer, sino, había que estar seguro y muy seguro del conocimiento; el espíritu crítico aparece y triunfa para siempre, y se queda para los siglos posteriores, de ahí se alimentará la Estética moderna.



Entonces, el primer deber de la razón consiste en examinar, y se reconoce que el mundo estaba lleno de errores, y que la tradición, era la culpable de garantizarla como verdades erróneas por cierto.


La razón toma las armas, y se dedica a combatir a la falaz tradición ambiente, y reemplazará así, el ideal del hombre honesto, por un nuevo ideal humano, y ahí radica la trascendentalidad del siglo XVIII en el plano filosófico y estético.




En Francia y en Inglaterra, sólidamente se propuso otro modelo humano, que venía a ser el filósofo, o mejor dicho, se propuso al erudito.


La filosofía dieciochesca era en puridad, la ciencia de los hechos, y por lo tanto, los filósofos se preocupaban por la verdad y la experiencia que demostraban la exactitud de las proposiciones que formulaban.



Gracias a las luces de la ciencia y de la razón, se iluminan puntos penumbrosos que subsistían en el común vivir social y cultural y artístico, por eso a ese siglo, se le llama el Siglo de las Luces, y don Alejo Carpentier le dedica senda obra literaria para mayor gloria de la cultura sudamericana y cubana.


Condorcet sabiamente resumió la filosofía del siglo XVIII en estas tres palabras: "razón, tolerancia, humanidad", por eso es que el célebre Voltaire combatió duramente a la intolerancia, sobre todo en materia religiosa. "Cuando hemos predicado la tolerancia –dice en su obra "Tolerancia" que consigna en su Diccionario filosófico- hemos servido a la naturaleza, hemos restablecido a la humanidad en sus derechos."



La tolerancia, es la concepción más elevada del respeto al hombre. Y la humanidad, es señera virtud notoria del siglo XVII, y este acto de fe en el hombre, este extraordinario afán de solidaridad, de fraternidad y de bondad volvemos a encontrarlo en el filósofo o erudito del siglo XVIII en forma combativa y sistemática.



Nuestro gran personaje Diderot, por ello escribe y sentencia en el Suplemento al viaje de Bougainville: "El tahitiano es tu hermano", y Voltaire concluye su Tratado sobre la intolerancia de la siguiente forma: "Que todos los hombres puedan recordar que son hermanos."


Rousseau, si bien es un filósofo que atiende al poder de la razón, concede mayor lugar a la sensibilidad, a los sentimientos, a las reacciones afectivas. Rosseau se convierte así en el impulsor de una nueva corriente de pensamiento: la de la reacción del sentimiento contra la razón, de lo irracional contra lo racional, corriente que iría a dar más tarde al romanticismo, pero este enfrentamiento ideológico tendrá muchas consecuencias para la música, para la poesía y para la estética en general, conforme ya se ha comprobado y demostrado ampliamente.



Amor al ser humano, respeto al hombre, confianza en el hombre, solidaridad de los hombres entre sí: he aquí los ideales que los filósofos difundieron entre sus contemporáneos, ahí radica la posición casi unánime de los gloriosos enciclopedistas franceses revolucionarios, siendo que sus ideas se esparcieron e iluminaron, inspiraron y arrobaron al mundo entero: Revoluciones políticas, económicas, sociales, culturales y estéticas se dieron en diferentes puntos del orbe occidental.


La razón entonces, después de cambiar su sentido, se convirtió en poder crítico y contribuyó, a fines del siglo XVII, a destruir al "hombre honesto" para sustituirlo durante el XVIII por el "filósofo" o específicamente por el erudito enamorado de la razón, y confiado en el progreso y en la felicidad del hombre, para lo que predica la tolerancia y la humanidad.


Obviamente, que esta postura era muy romántica y era incompleta e insuficiente con respecto a los grandes problemas de fondo de la verdadera filosofía, tal como se comprobará más adelante.


En cuanto a la Estética, destacó: El Padre Andre (1675-1764), que en 1741 publica su Ensayo sobre lo bello, compuesto de discursos expuestos ante la Academia de Caen de la que era miembro. El Padre Andre se hallaba sometido a dos influencias predominantes: era cartesiano y malebranchista. Por lo tanto, su doctrina acerca de lo bello completaría en cierto modo, a la teoría cartesiana de lo verdadero y, por otra parte, a la doctrina malebranchista del bien; por lo tanto es una estética apegada a la metafísica y a la moral.


El Padre Andre estudia en primer lugar lo bello sensible, que es el tema más complejo, y considera que tres de nuestros sentidos, tales como son el gusto, el olfato y el tacto, están fuera del conocimiento de lo bello.



Solamente quedan y entran al estudio sesudo de lo bello sensible, los sentidos de la vista y el oído, que son los únicos que participan del conocimiento de lo bello sensible tal como se ha dicho, y para el padre Andre entonces, es la voluntad del Creador la causa de esta elección, por lo tanto el tema de fondo se reduce, a la belleza visible u óptica, cuyo juez natural por antonomasia es el ojo, y a la belleza acústica o música, cuyo árbitro nato será siempre el oído, y aquí la música ya empieza a ser tratada frontalmente por la filosofía y la estética revolucionaria francesa, esas ideas llegaron a Cuba con toda centralidad.


Para la música, es importante la definición que sentencia el Padre Andre del estilo: "Llamo estilo a una cierta sucesión de expresiones y de giros mantenida de tal manera en el curso de una obra que todas sus partes parezcan ser los rasgos de un mismo pincel, o, si consideramos el discurso como una especie de música natural, como una cierta disposición de las palabras que en su conjunto formen acordes de los que resulte una armonía agradable al oído: es la idea que en ella nos dan los maestros del arte."


Estas enseñanzas fueron aprendidas al pie de la letra por los músicos cubanos, alumnos de los exigentes profesores franceses en Santiago de Cuba, y en otros lugares de Cubita la Bella.


En cuanto al Abate Du Bos (1670-1742) él aborda los grandes problemas de la estética general en sus Reflexiones críticas Sobre la poesía y la pintura (1719).



La concepción del arte del Abate Du Bos es mucho menos clásica que la de sus antecesores, él afirma que la finalidad del arte es gustar y que el mejor juez de una obra de arte no es la razón, sino el sentimiento.


La razón es útil entonces, para ayudarnos a encontrar las causas del placer que nos procura la obra artística; pero para saber si esta obra nos gusta, nos dirigimos al sentimiento: "Ya que la primera finalidad de la poesía y de la pintura es emocionarnos, los poemas y los cuadros únicamente son obras buenas en la medida en que nos conmuevan y nos atraigan."



Como crítico de arte, el Abate Du Bos es contundente y valora el juicio de los espectadores que se dejan llevar por sus sentimientos, que es una apreciación mucho más justa que el de la gente del oficio, los mismos que juzgan, más por la razón y por la aplicación rigurosa de las reglas. "La gente del oficio juzga mal por lo general –dice Du Bos-, no obstante que: sus razonamientos examinados en particular sean con frecuencia bastante justos, pero se sirven de ellos de un modo para el que no están destinados los razonamientos. Querer juzgar un poema o un cuadro en general por la vía de la discusión equivale a querer medir un círculo con una regla."


Para el Abate Du Bos, la creación artística depende, sobre todo, del genio del artista, y que definió afirmando lo siguiente: "Se llama genio a la aptitud que un hombre ha recibido de la naturaleza para realizar bien y con facilidad ciertas cosas que los otros sólo podrían hacer muy mal incluso si pusieran en ello gran empeño."




El Abate Du Bos es el primero en ser considerado como crítico científico del arte, por sus estudios sociológicos y culturales y antropológicos de la creación artística.



Considerándolo al Abate Du Bos desde el punto de vista de la estética y como filósofo, puede denominársele como el precursor de la estética psicológica, toda vez que profundizó en las cuestiones de la influencia del país y del clima, y preparó uno de los grandes principios de la crítica científica de arte del siglo XIX.



El gran Diderot (1713-1784) es, junto con d'Alembert, el fundador de la Enciclopedia, y ambos influirán con sus pensamientos e ideas filosóficas y estéticas, muy fuertemente en los principios de la música en Cuba, y ello se comprobará en cuanto a la efectividad y materialidad, estas ideas estéticas francesas son las que llegaran a Sudamérica y a las Antillas, específicamente para Haití y Cuba causando toda una escuela del desarrollo musical cubano que asombrará y subyugará al universo hasta hoy.


Fue en 1746, y con ocasión de la traducción de la famosa y célebre Cyclopedia o Dictionary of arts and sciences que Diderot cambió de planes el proyecto para bien, y por su mayor envergadura y ambición tuvo que buscar asociación con el matemático d'Alembert y así, agrupar a una serie de colaboradores de y en diferentes especialidades: el mismo Diderot redactó varios y sendos artículos de fondo; para 1751 apareció el primer volumen original de la clásica y enjundiosa Enciclopedia o Diccionario razonado de artes y Oficios.


La obra se extendió como se sabe, hasta 1766, el año en que se publican los últimos diez volúmenes.


Las principales obras estéticas de Diderot son las siguientes: la Carta acerca de los sordomudos (1751); el Ensayo sobre la pintura (1761); La Paradoja del comediante (1830) y varios estudios sobre los Salones del siglo XVIII.



La idea fundamental que domina toda la obra estética de Diderot es la imitación de la naturaleza; en esta no debe imitarse lo verdadero, sino lo verosímil.


De este principio de Diderot se desprende toda la teoría del arte y de lo bello, y es quien define la belleza por la "conformidad" de Ia imaginación con el objeto".


Y es precisamente la esencia de la música cubana, si la apreciamos en lineamientos generales con la óptica filosófica estética: la Música Cubana es la conformidad plena de la imaginación con el objeto, hecho sonidos agradables, plásticos, bellos y dinámicos y que colman y emocionan y sacian el alma y el espíritu con plenitud, es decir Arte Clásico puro.


Y los fundamentos de ello, precisamente se encuentran o encajan en el pensamiento estético de Diderot, cuando afirma que en la creación artística, no se debe exclusivamente copiar la naturaleza, sino seleccionar lo que vale la pena de ser reproducido, y gracias a esta selección el arte supera así a la naturaleza, y esto es lo que hizo Cuba musical al tomar aspectos reales y concretos de su naturaleza y de su diario vivir y desarrollar.



El arte no es, para el gran Diderot, solamente lo verdadero, sino lo verosímil; todas las veces que en el arte la verdad no se nos presente toda entera, lo que hay es verosimilitud, o sea, en cierta manera, ficción. Y para lograr la verosimilitud requieres de ingenio, creación y genio artístico y eso es lo que ha logrado la música cubana, por eso es admirada y aún insuperada, pese a sus graves problemas políticos y sociales.


El ideal artístico para Diderot, aparece mediante el juicio, y lo sentencia de la siguiente manera: "La selección más rigurosa -escribe Diderot- lleva a la necesidad de embellecer o de reunir en un objeto único las bellezas que la naturaleza no muestra sino esparcidas en un gran número de objetos." Entonces, el trabajo del artista consiste, pues, en embellecer, en idealizar una cualidad, en reunir las cualidades dispersas. Aquí pues, interviene la imaginación, y en este punto aparece un segundo movimiento que le es propio al artista y que consiste en acercar este ideal a lo sensible.


Es la imaginación y la sensibilidad reunidas las que guía la idea en el artista afirma Diderot: aquí está la llave y la clave para poder entender la estética de la música cubana, olvidándonos de la gran tontería de afirmar erradamente sobre el tópico de la MÚSICA AFROCUBANA, ya que la salvaje y primitiva África que podía aportar a la música en general cuando su primitivismo chato y salvaje no da talla para poder siquiera mencionarlo al lado de la gran creación de la música cubana que asombra y que deleita al mundo hace décadas de décadas. La música cubana es hija de la escuela española y francesa y europea por donde se le vea y se le mire y se le estudie científicamente.



Precisamente, y otra característica de la música cubana, que encaja muy bien en la postura estética y filosófica de Diderot, es cuando dice que una de las finalidades del arte al permanecer próximo a la realidad consiste en mejorar el sentido moral y el gusto; también aquí el juicio estético y el juicio moral deben estar estrechamente ligados y depender el uno del otro.



Nunca debemos olvidar que Diderot aportó la simplificación teórica de la idea tan extendida en el siglo XVIII, que se refiere al moralismo del arte : "Presentar amable a la virtud, hacer odioso el vicio y señalar lo ridículo, he aquí el proyecto de todo hombre honesto que toma la pluma, el pincel o el cincel." Y precisamente esas condiciones se encuentran abundante y generosamente en el arte musical cubano.




No olvidemos que Diderot escribió sobre estética para la música en los siguientes términos: "Las expresiones del musico y del poeta no son sino jeroglíficos." Y precisamente, la música cubana expresa también enjundiosos jeroglíficos para interpretar la sabiduría y experiencia de vida popular y nacional, sobre todo el doble sentido de las letras y composiciones del ciego maravilloso Arsenio Rodríguez y Faustimo Oramas “El Guayabero”, entre otros muchos maestros más.



Diderot a esa sabiduría de la verosimilitud la llama "el instante hermoso" y por cierto que es diferente en el poeta y en el pintor, ya que el lenguaje de la pintura se entiende universalmente, el lenguaje de la música y de la poesía se representa siempre por símbolos que es necesario interpretar; la música no trasmite más que el movimiento de los sentimientos y no los sentimientos mismos, y eso es lo que logró en forma perfecta la música cubana y por eso su fama y su clasicidad.




Montesquieu, Voltaire y Rosseau



En cuanto a Montesquieu (1689-1755) muestra un particular desdén por todo lo que respecta a los objetos del arte. Es más, en sus famosas Cartas persas desprecia la poesía épica, lírica y elegiaca; únicamente encuentra solaz en la poesía dramática porque ve en el drama el elemento moralizador que se acomoda a sus pensamientos filosóficos.


En suma, el arte por el arte es una concepción que escapa por completo a la sensibilidad y atención de Montesquieu.


En cuanto al agudo Voltaire (1694-1778) éste pensador ha desarrollado sus ideas estéticas principalmente en su famosa obra “El siglo de Luis XIV”, también en “El templo del gusto” y ciertos artículos de su célebre y clásico Diccionario filosófico.



En El siglo de Luis XIV que se publica para 1751 y donde expone su teoría clásica de la perfección y de la imitación, dice lo siguiente: "Para todo aquel que piense y, lo que todavía es más raro, para quien tenga gusto, solo cuentan cuatro siglos en la historia del mundo. Estas cuatro edades felices son aquellas en que las artes se perfeccionaron, y que, siendo verdaderas épocas de la grandeza del espíritu humano, sirven de ejemplo a
Ia posteridad."


Se refiere a los siglos de Pericles, de Augusto, de Leon X, y de Luis XIV, que Voltaire considera siglos muy afortunados para los artistas.


Voltaire dice en su doctrina de la imitación, que ella es necesaria, puesto que las obras de arte no pueden ser indefinidamente originales. El instante es favorable al genio imitador, pero cuando los artistas imitadores no son numerosos.



Agrega Voltaire, en la misma obra bajo comento que: "Los grandes hombres del siglo pasado han enseñado a pensar y a hablar; han dicho lo que no se sabía. Los que los han sucedido no pueden ya decir mucho más de lo que ya se sabe."


En cuanto a J. J. Rousseau (1712-1778) y sus conceptos sobre el arte y la naturaleza, son inagotables, baste solamente mencionar su clásico: Discurso sobre las ciencias y las artes
(1750) y aquí tenemos la perfecta antítesis del pensamiento estético de Voltaire: es una diatriba y polémica, en que abundan las paradojas, dirigidas contra la cultura y los crímenes de la civilización, y por cierto, en contra de la evolución de las artes y de las ciencias que conduce, en la civilización moderna, a una verdadera corrupción moral, en el marco teórico del buen Rosseau: "Se ha visto huir a la virtud en la medida en que sus luces [de Ia ciencia] se elevaban sobre nuestro horizonte, y el mismo fenómeno se ha observado en todos los tiempos y en todos los lugares."



Rosseau advirtió, que existe gran peligro cuando se vulgarizan ciencias y artes; por lo tanto las ciencias y artes nuevas deben estar exclusivamente en manos de una elite. A su ataque de la civilización, Rousseau opone el elogio a la simplicidad de la Antigüedad clásica.






Estética Alemana: Leibniz y Kant


Leibniz nos es conocido por su sólida presentación filosófica de la teoría de las Mónadas, que evocan al pensamiento platónico, y que para Estética inclusive, menciona el término Beatitud, pero será con el poderoso pensamiento filosófico trascendental de Kant que se verifica la afirmación del dominio estético, no como conocimiento racional, sino como sentimiento.



Como quiera que todo lo intelectual es a la vez discursivo, que busca una totalidad, en cuanto a los objetos comunes de una especie; pues, en cambio, cuando cierto objeto nos gusta, no buscamos un rasgo común o género, puesto que lo que caracteriza la visión estética es inmediata y única: nos sentimos atraídos o rechazados.


Juzgar estéticamente para Kant, es tomar conciencia no de una serie de rasgos comunes, sino es asumir un placer o una pena. Tenemos, pues, dos concepciones opuestas: la intelectual y la sensible.

(Fin de la séptima parte)

Lima, 12 de enero del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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