Diderot,
gran revolucionario enciclopedista francés influyó en la música cubana con su
Estética, vía la llegada de cultos hacendados franceses a Cuba. ESTÉTICA. Parte
VII
por Jaime Del Castillo Jaramillo
Poussin
(1594-1665) no desarrolló ni afrontó tratado de estética propiamente dicho, sus
ideas sobre el punto, se desprenden de ciertas cartas, por ejemplo la del 7 de
mayo de 1665, que lo consideran su testamento artístico, donde busca que la
concepción racional modifique, embellezca y seleccione todo, eliminando todo lo
que no se pueda someter el orden racional, y evitando así lo complejo o
inasible, ya que la verdad auténtica exige la representación de la naturaleza
en su totalidad.
La Academia de Ciencias y Artes fija reglas oficiales y
universales para la Estética desde 1665 hasta buena parte de la Edad
Contemporánea
Es
importante relievar aquí que la ESTÉTICA con mayúsculas se fortalece y coge y
crece músculos de importancia cultural occidental que ilumina al mundo entero a
partir de 1667 y oficialmente, con las conferencias y organización de Academia
de Ciencias y Artes en Francia, y que se replica en varios países europeos, así,
en forma profesional y responsable, se empieza a tomar interés serio y elevado
por la estética en sí y específicamente.
Antes de la
era académica de ciencias y artes, fueron planteados algunos problemas estéticos
por parte del poeta pintor Dufresnoy (1611-1665) y por muchos otros pensadores
y artistas.
La obra de Dufresnoy,
tuvo seria y notable aceptación en el círculo elitista de los Académicos, y su
posición estética tiene analogías muy notables con el Arte poético de Boileau.
Asimismo,
Freard de Chambray (1606-1676) sostiene parecida doctrina en su “Paralelo de la
arquitectura antigua con la moderna” (1650), además fue traductor al francés
del “Tratado de la pintura” de Leonardo da Vinci.
Chambray
todo lo sistematiza a la orden antigua y se revela contra a pintura libertina
de los modernos que solamente son disfraces y colores para agradar a la primera
vista, según su crítica.
Chambray afirma que "La belleza consiste en la feliz imitación de la naturaleza, más
no sabría realizarse plenamente si el artista se contentase con observar el
parecido de cada una de las obras de la naturaleza sin dedicarse más bien a
examinar que es lo que ésta contiene de más hermoso para percibir
espiritualmente la perfección ideal y reproducir en seguida, de acuerdo con el
impecable canon de Policleto, imágenes de una belleza extraordinaria.''
La belleza entonces
consistiría en la creación mediante el método de la imitación, siempre y cuando
ésta sea interpretada correctamente, y el artista pueda sin embargo, apropiarse
de las cualidades de los antiguos, y sobre todo evitar sus defectos.
Larguilliere era de
la misma idea, por eso decía que “la novedad y la alegría",
debe agregarse a la obra de arte para mantenerse razonable y para ello no debe estar
en contradicción en modo alguno con la naturaleza.
Felibien (1619-1694
), secretario de la Academia de Arquitectura, no lo olvidemos ejerció fuerte
influencia en las artes plásticas europeas, y además fue el primero que publicó
algunas de las lecciones de la Academia.
Felibien en el siglo
XVII, siglo de racionalismo en romance con la naturaleza universal, también
apoya el eclecticismo en la razón, por eso afirmó que el artista debe: "hacer como las abejas que buscan la miel en las plantas
amargas." Y por cierto, que defendió el uso de la libertad en
las artes plásticas, dejando parte notable al genio artístico, por oposición al
talento, inclusive permitió el derecho de infringir las leyes para fiarse del instinto,
por eso sentenció que: "A veces hay que ir contra
las reglas ordinarias del arte";
por que ante todo: "hay que seguir Ia luz de la
razón".
El
principio estético de Felibien puede formularse sin temor a errores de la
siguiente forma: en todas las artes, como en todas las ciencias, las luces de la
razón están por encima de lo que la mano del obrero puede ejecutar.
Le Brun
(1619-1690) representa la estética oficial de la Academia Real de las Bellas Artes. Fue por veinte años el señero
líder de la Academia, en verdad de verdades, fue una especie de dictadorcillo.
Colbert por eso, exigió que se registraran las decisiones tomadas a continuación
de cada conferencia, con lo cual se obtuvo un verdadero curso teórico de
Estética.
El caballero
Bernini, al ser recibido por la Academia, propuso en primera instancia y como
principio básico, el imitar a los antiguos y no aferrarse a la naturaleza, es
decir, formuló la reproducción idealizada por la Antigüedad.
Por otro lado, el
maestro Le Brun, enseñaba a trabajar a sus discípulos directamente con modelos
de la naturaleza, y en una de sus conferencias, explicaba a sus alumnos cómo él
mismo ejercía esta innovación.
Sobre el
punto, no olvidemos que Felibien ya había afirmado que el estudio debe estar
subordinado al perpetuo respeto a los maestros y la misma posición defendían
los gigantes Miguel Angel y Rafael cuando aprendieron de los antiguos como
dibujar al natural, corrigiendo a la naturaleza, y brindando belleza y gracia a
las partes que las necesitaban de sus modelos.
Tampoco
podemos dejar de lado que pese a todo, el gran Le Brun fue refinado hombre de
cultura, y se preocupó mucho por el desarrollo y aportes de la ciencia, por
ello sus investigaciones se inclinaban hacia el estudio de la expresión, y observaba
los movimientos fisonómicos de los animales derivando de ello serias
conclusiones válidas para el hombre y su arte, no solamente eso, también
profundiza en los estudios de la teología y en la semiótica del simbolismo místico
representado en el misterio de las figuras, incluyéndose en el simbolismo de los
colores. En definitiva, los grandes conceptos que motivan al maestro Le Brun
fueron: la nobleza y la elegancia en el arte. Obviamente que esas conclusiones
influirán sobre los músicos de su evo.
Pero obviamente la
obediencia a la estética academicista no fue tan seguida entre los escritores,
por ejemplo, lo que escandaliza en Racine son las pasiones profundas que
imprime en sus personajes.
Poussin recordemos,
puso en su arte mucha humanidad y sobre todo poesía intelectual, y con buen
criterio se le ha denominado el pintor-filósofo.
Inglaterra y sus preceptos estéticos en el siglo XVII
Está
establecido ya, que el siglo XVII es el dominio de la filosofía de las ideas y
de los grandes problemas del pensamiento. Estamos en definitiva en el siglo de
las ideas del orden y sobre todo en el imperio de las matemáticas y estas
aplicadas filosóficamente a diferentes sistemas y órdenes vinculados también y
obviamente a la Estética.
Los
hombres del siglo XVIII, en Inglaterra, desde luego que van a querer dar
aplicaciones concretas y materiales a esas ideas; además del problema del
conocimiento, que es netamente filosófico, pues en sí los llamados filósofos
del siglo XVII se dedican a problemas religiosos y sobre todo morales.
En verdad de
verdades, se ubican muy pocos estéticos ingleses, en el sentido propio de la
palabra, en este período.
Francis
Bacon (1561-1626), en su De dignitate et augmentis
scientianun, divide el conocimiento y entendimiento en tres partes,
en consonancia con tres especies de ciencias: la memoria para la historia, la
imaginación para la poesía y la razón para la filosofía.
Thomas Hobbes
(1588-1679) es sobre todo, un buen pedagogo. Y escribió sobre crítica literaria
en un prefacio a su famosa propia traducción de las obras de Homero.
Ya sabemos
que, en la concepción filosófica de Hobbes no hay nada aparte de la materia y
el movimiento. Y precisamente por eso, el buen Hobbes afirma que el espíritu no
es otra cosa sino la materia en movimiento.
Mucho más todavía
que Bacon, concede Hobbes amplio campo y extensión a la imaginación, incluyendo
en ella a las pasiones, la memoria, el don e incluso la filosofía y el juicio.
LOCKE
(1632-1704), representa el pensamiento filosófico del siglo XVII dominante en
Inglaterra, y para el padre del liberalismo, todas las manifestaciones del espíritu
se reducen a sensaciones: sensaciones simples del mundo exterior e interior, y
síntesis de estas sensaciones simples que constituyen las ideas complejas. Es la
pura concepción atomística del conocimiento.
Berkeley (1684-1753)
tampoco ha formulado teoría alguna estética, pero sus ideas acerca de lo bello
se encuentran en su famoso Diario de viaje, y en
ciertos artículos suyos en el periódico The
Guardian, donde habla de los placeres naturales y de los placeres
artificiales, en los diálogos del Alcifrón
(nombre despectivo que impone a los librepensadores a quienes Berkeley odia y
cuyas doctrinas se pone a refutar): en el diálogo tercero aparece una crítica
al esteticismo moral de Shaftesbury; y en la parte segunda de Siris estudia a la
actividad del espíritu y su participación en la unidad divina.
Berkeley es hombre
pensador del siglo XVII, y para finales del siglo XVII e inicios del siglo
XVIII, pero publica sus ideas siendo muy joven aún.
Berkeley se conmovía
ante el espectáculo de la naturaleza, en especial de su amada y natal Irlanda,
y de Italia: cuanto más hermoso se le aparecía el espectáculo natural, tanto más
real lo considera.
El siglo XVIII y la ESTÉTICA FRANCESA
EL SIGLO
XVII en definitiva había sido el siglo de la razón y de la moral y de la
honestidad. La razón en puridad constituía la dotación de cada hombre por
disposición divina, y el hombre honesto entonces, era el hombre ideal de la época:
tenía que ser un hombre conciliador y obediente a la tradición y gustosamente
dispuesto a mantenerse en segundo plano frente a la sociedad humana.
El
pensamiento de sociedad soñada por el siglo XVII consistía en una armonía
perfecta realizada por los hombres honestos, bajo el imperio de la razón, que
representaba al sentido común.
El siglo
XVIII fue el siglo de la razón y en definitiva, la diferencia está en que, a
diferencia del siglo XVII, en el siglo XVIII la razón adquiere sentido distinto
y diferente; ya no equivale al sentido
común, sino a un "poder crítico".
El tema o
el cometido no era creer, sino, había que estar seguro y muy seguro del
conocimiento; el espíritu crítico aparece
y triunfa para siempre, y se queda para los siglos posteriores, de ahí se
alimentará la Estética moderna.
Entonces,
el primer deber de la razón consiste en examinar, y se reconoce que el mundo
estaba lleno de errores, y que la tradición, era la culpable de garantizarla
como verdades erróneas por cierto.
La razón toma
las armas, y se dedica a combatir a la falaz tradición ambiente, y reemplazará así,
el ideal del hombre honesto, por un nuevo ideal humano, y ahí radica la
trascendentalidad del siglo XVIII en el plano filosófico y estético.
En Francia
y en Inglaterra, sólidamente se propuso otro modelo humano, que venía a ser el
filósofo, o mejor dicho, se propuso al erudito.
La
filosofía dieciochesca era en puridad, la ciencia de los hechos, y por lo
tanto, los filósofos se preocupaban por la verdad y la experiencia que
demostraban la exactitud de las proposiciones que formulaban.
Gracias a
las luces de la ciencia y de la razón, se iluminan puntos penumbrosos que
subsistían en el común vivir social y cultural y artístico, por eso a ese
siglo, se le llama el Siglo de las Luces, y don Alejo Carpentier le dedica
senda obra literaria para mayor gloria de la cultura sudamericana y cubana.
Condorcet sabiamente
resumió la filosofía del siglo XVIII en estas tres palabras: "razón, tolerancia, humanidad", por eso es que el
célebre Voltaire combatió duramente a la intolerancia, sobre todo en materia
religiosa. "Cuando hemos predicado la tolerancia –dice
en su obra "Tolerancia" que consigna en su
Diccionario filosófico- hemos servido a la naturaleza,
hemos restablecido a la humanidad en sus derechos."
La
tolerancia, es la concepción más elevada del respeto al hombre. Y la humanidad,
es señera virtud notoria del siglo XVII, y este acto de fe en el hombre, este
extraordinario afán de solidaridad, de fraternidad y de bondad volvemos a encontrarlo
en el filósofo o erudito del siglo XVIII en forma combativa y sistemática.
Nuestro gran
personaje Diderot, por ello escribe y sentencia en el Suplemento al
viaje de Bougainville: "El tahitiano es tu
hermano", y Voltaire concluye su Tratado sobre la intolerancia
de la siguiente forma: "Que todos los hombres
puedan recordar que son hermanos."
Rousseau, si bien es
un filósofo que atiende al poder de la razón, concede mayor lugar a la
sensibilidad, a los sentimientos, a las reacciones afectivas. Rosseau se
convierte así en el impulsor de una nueva corriente de pensamiento: la de la
reacción del sentimiento contra la razón, de lo irracional contra lo racional,
corriente que iría a dar más tarde al romanticismo, pero este enfrentamiento
ideológico tendrá muchas consecuencias para la música, para la poesía y para la
estética en general, conforme ya se ha comprobado y demostrado ampliamente.
Amor al ser
humano, respeto al hombre, confianza en el hombre, solidaridad de los hombres
entre sí: he aquí los ideales que los filósofos difundieron entre sus
contemporáneos, ahí radica la posición casi unánime de los gloriosos
enciclopedistas franceses revolucionarios, siendo que sus ideas se esparcieron
e iluminaron, inspiraron y arrobaron al mundo entero: Revoluciones políticas,
económicas, sociales, culturales y estéticas se dieron en diferentes puntos del
orbe occidental.
La razón
entonces, después de cambiar su sentido, se convirtió en poder crítico y
contribuyó, a fines del siglo XVII, a destruir al "hombre
honesto" para sustituirlo durante el XVIII por el "filósofo"
o específicamente por el erudito enamorado de la razón, y confiado en el
progreso y en la felicidad del hombre, para lo que predica la tolerancia y la
humanidad.
Obviamente,
que esta postura era muy romántica y era incompleta e insuficiente con respecto
a los grandes problemas de fondo de la verdadera filosofía, tal como se
comprobará más adelante.
En cuanto
a la Estética, destacó: El Padre Andre (1675-1764), que en 1741 publica su Ensayo sobre lo bello, compuesto de discursos expuestos ante
la Academia de Caen de la que era
miembro. El Padre Andre se hallaba sometido a dos influencias predominantes:
era cartesiano y malebranchista. Por lo tanto, su doctrina acerca de lo bello
completaría en cierto modo, a la teoría cartesiana de lo verdadero y, por otra
parte, a la doctrina malebranchista del bien; por lo tanto es una estética apegada
a la metafísica y a la moral.
El Padre
Andre estudia en primer lugar lo bello sensible, que es el tema más complejo, y
considera que tres de nuestros sentidos, tales como son el gusto, el olfato y
el tacto, están fuera del conocimiento de lo bello.
Solamente
quedan y entran al estudio sesudo de lo bello sensible, los sentidos de la
vista y el oído, que son los únicos que participan del conocimiento de lo bello
sensible tal como se ha dicho, y para el padre Andre entonces, es la voluntad
del Creador la causa de esta elección, por lo tanto el tema de fondo se reduce,
a la belleza visible u óptica, cuyo juez natural por antonomasia es el ojo, y a
la belleza acústica o música, cuyo árbitro nato será siempre el oído, y aquí la
música ya empieza a ser tratada frontalmente por la filosofía y la estética
revolucionaria francesa, esas ideas llegaron a Cuba con toda centralidad.
Para la
música, es importante la definición que sentencia el Padre Andre del estilo: "Llamo estilo a una cierta sucesión de expresiones y de giros
mantenida de tal manera en el curso de una obra que todas sus partes parezcan ser
los rasgos de un mismo pincel, o, si consideramos el discurso como una especie
de música natural, como una cierta disposición de las palabras que en su
conjunto formen acordes de los que resulte una armonía agradable al oído: es la
idea que en ella nos dan los maestros del arte."
Estas
enseñanzas fueron aprendidas al pie de la letra por los músicos cubanos,
alumnos de los exigentes profesores franceses en Santiago de Cuba, y en otros
lugares de Cubita la Bella.
En cuanto al Abate
Du Bos (1670-1742) él aborda los grandes problemas de la estética general en
sus Reflexiones críticas Sobre la poesía y la pintura
(1719).
La concepción del
arte del Abate Du Bos es mucho menos clásica que la de sus antecesores, él
afirma que la finalidad del arte es gustar y que el mejor juez de una obra de
arte no es la razón, sino el sentimiento.
La razón es
útil entonces, para ayudarnos a encontrar las causas del placer que nos procura
la obra artística; pero para saber si esta obra nos gusta, nos dirigimos al sentimiento: "Ya que la
primera finalidad de la poesía y de la pintura es emocionarnos, los poemas y
los cuadros únicamente son obras buenas en la medida en que nos conmuevan y nos
atraigan."
Como crítico
de arte, el Abate Du Bos es contundente y valora el juicio de los espectadores
que se dejan llevar por sus sentimientos,
que es una apreciación mucho más justa que el de la gente del oficio, los
mismos que juzgan, más por la razón y por la aplicación rigurosa de las reglas.
"La gente del oficio juzga mal por lo general –dice Du
Bos-, no obstante que: sus razonamientos examinados en particular sean con
frecuencia bastante justos, pero se sirven de ellos de un modo para el que no
están destinados los razonamientos. Querer juzgar un poema o un cuadro en
general por la vía de la discusión equivale a querer medir un círculo con una
regla."
Para el
Abate Du Bos, la creación artística depende, sobre todo, del genio del artista,
y que definió afirmando lo siguiente: "Se llama genio a la aptitud
que un hombre ha recibido de la naturaleza para realizar bien y con facilidad
ciertas cosas que los otros sólo podrían hacer muy mal incluso si pusieran en
ello gran empeño."
El Abate Du
Bos es el primero en ser considerado como crítico científico del arte, por sus
estudios sociológicos y culturales y antropológicos de la creación artística.
Considerándolo al
Abate Du Bos desde el punto de vista de la estética y como filósofo, puede denominársele
como el precursor de la estética
psicológica, toda vez que profundizó en las cuestiones de la influencia del
país y del clima, y preparó uno de los grandes principios de la crítica científica de arte del siglo
XIX.
El gran
Diderot (1713-1784) es, junto con d'Alembert, el fundador de la Enciclopedia, y
ambos influirán con sus pensamientos e ideas filosóficas y estéticas, muy
fuertemente en los principios de la música en Cuba, y ello se comprobará en
cuanto a la efectividad y materialidad, estas ideas estéticas francesas son las
que llegaran a Sudamérica y a las Antillas, específicamente para Haití y Cuba
causando toda una escuela del desarrollo musical cubano que asombrará y
subyugará al universo hasta hoy.
Fue en
1746, y con ocasión de la traducción de la famosa y célebre Cyclopedia o Dictionary of arts and sciences que Diderot
cambió de planes el proyecto para bien, y por su mayor envergadura y ambición
tuvo que buscar asociación con el matemático d'Alembert y así, agrupar a una
serie de colaboradores de y en diferentes especialidades: el mismo Diderot redactó
varios y sendos artículos de fondo; para 1751 apareció el primer volumen original
de la clásica y enjundiosa Enciclopedia o Diccionario razonado
de artes y Oficios.
La obra se
extendió como se sabe, hasta 1766, el año en que se publican los últimos diez
volúmenes.
Las
principales obras estéticas de Diderot son las siguientes: la Carta acerca de los sordomudos (1751); el Ensayo sobre la pintura (1761); La Paradoja del
comediante (1830) y varios estudios sobre los Salones del siglo
XVIII.
La idea
fundamental que domina toda la obra estética de Diderot es la imitación de la
naturaleza; en esta no debe imitarse lo verdadero, sino lo verosímil.
De este
principio de Diderot se desprende toda la teoría del arte y de lo bello, y es
quien define la belleza por la "conformidad" de Ia
imaginación con el objeto".
Y es
precisamente la esencia de la música cubana, si la apreciamos en lineamientos
generales con la óptica filosófica estética: la Música Cubana es la conformidad
plena de la imaginación con el objeto, hecho sonidos agradables, plásticos,
bellos y dinámicos y que colman y emocionan y sacian el alma y el espíritu con
plenitud, es decir Arte Clásico puro.
Y los
fundamentos de ello, precisamente se encuentran o encajan en el pensamiento
estético de Diderot, cuando afirma que en la creación artística, no se debe
exclusivamente copiar la naturaleza, sino seleccionar lo que vale la pena de
ser reproducido, y gracias a esta selección el arte supera así a la naturaleza,
y esto es lo que hizo Cuba musical al tomar aspectos reales y concretos de su
naturaleza y de su diario vivir y desarrollar.
El arte no
es, para el gran Diderot, solamente lo verdadero, sino lo verosímil; todas las veces que en el arte la verdad no se nos
presente toda entera, lo que hay es verosimilitud, o sea, en cierta manera,
ficción. Y para lograr la verosimilitud
requieres de ingenio, creación y genio artístico y eso es lo que ha logrado la
música cubana, por eso es admirada y aún insuperada, pese a sus graves
problemas políticos y sociales.
El ideal
artístico para Diderot, aparece mediante el juicio, y lo sentencia de la
siguiente manera: "La selección más rigurosa -escribe
Diderot- lleva a la necesidad de embellecer o de reunir en un
objeto único las bellezas que la naturaleza no muestra sino esparcidas en un
gran número de objetos." Entonces, el trabajo del artista
consiste, pues, en embellecer, en idealizar una cualidad, en reunir las
cualidades dispersas. Aquí pues, interviene la imaginación, y en este punto
aparece un segundo movimiento que le es propio al artista y que consiste en
acercar este ideal a lo sensible.
Es la
imaginación y la sensibilidad reunidas las que guía la idea en el artista
afirma Diderot: aquí está la llave y la clave para poder entender la estética
de la música cubana, olvidándonos de la gran tontería de afirmar erradamente
sobre el tópico de la MÚSICA AFROCUBANA, ya que la salvaje y primitiva África
que podía aportar a la música en general cuando su primitivismo chato y salvaje
no da talla para poder siquiera mencionarlo al lado de la gran creación de la música
cubana que asombra y que deleita al mundo hace décadas de décadas. La música
cubana es hija de la escuela española y francesa y europea por donde se le vea
y se le mire y se le estudie científicamente.
Precisamente,
y otra característica de la música cubana, que encaja muy bien en la postura
estética y filosófica de Diderot, es cuando dice que una de las finalidades del
arte al permanecer próximo a la realidad consiste en mejorar el sentido moral y
el gusto; también aquí el juicio estético y el juicio moral deben estar
estrechamente ligados y depender el uno del otro.
Nunca debemos
olvidar que Diderot aportó la simplificación teórica de la idea tan extendida
en el siglo XVIII, que se refiere al moralismo del arte : "Presentar
amable a la virtud, hacer odioso el vicio y señalar lo ridículo, he aquí el
proyecto de todo hombre honesto que toma la pluma, el pincel o el cincel."
Y precisamente esas condiciones se encuentran abundante y generosamente en el
arte musical cubano.
No
olvidemos que Diderot escribió sobre estética para la música en los siguientes
términos: "Las expresiones del musico y del poeta no son sino
jeroglíficos." Y precisamente, la música cubana expresa también
enjundiosos jeroglíficos para interpretar la sabiduría y experiencia de vida
popular y nacional, sobre todo el doble sentido de las letras y composiciones
del ciego maravilloso Arsenio Rodríguez y Faustimo Oramas “El Guayabero”, entre
otros muchos maestros más.
Diderot a
esa sabiduría de la verosimilitud la llama "el instante hermoso"
y por cierto que es diferente en el poeta y en el pintor, ya que el lenguaje de
la pintura se entiende universalmente, el lenguaje de la música y de la poesía
se representa siempre por símbolos que es necesario interpretar; la música no
trasmite más que el movimiento de los sentimientos y no los sentimientos
mismos, y eso es lo que logró en forma perfecta la música cubana y por eso su
fama y su clasicidad.
Montesquieu, Voltaire y Rosseau
En cuanto a
Montesquieu (1689-1755) muestra un particular desdén por todo lo que respecta a
los objetos del arte. Es más, en sus famosas Cartas persas
desprecia la poesía épica, lírica y elegiaca; únicamente encuentra solaz en la poesía
dramática porque ve en el drama el elemento moralizador que se acomoda a sus
pensamientos filosóficos.
En suma, el
arte por el arte es una concepción que escapa por completo a la sensibilidad y
atención de Montesquieu.
En cuanto al
agudo Voltaire (1694-1778) éste pensador ha desarrollado sus ideas estéticas
principalmente en su famosa obra “El siglo de Luis XIV”,
también en “El templo del gusto” y ciertos artículos de
su célebre y clásico Diccionario filosófico.
En El siglo de Luis XIV que se publica para 1751 y donde expone
su teoría clásica de la perfección y de la imitación,
dice lo siguiente: "Para todo aquel que piense
y, lo que todavía es más raro, para quien tenga gusto, solo cuentan cuatro
siglos en la historia del mundo. Estas cuatro edades felices son aquellas en
que las artes se perfeccionaron, y que, siendo verdaderas épocas de la grandeza
del espíritu humano, sirven de ejemplo a
Ia
posteridad."
Se refiere
a los siglos de Pericles, de Augusto, de Leon X, y de Luis XIV, que Voltaire considera
siglos muy afortunados para los artistas.
Voltaire
dice en su doctrina de la imitación,
que ella es necesaria, puesto que las obras de arte no pueden ser
indefinidamente originales. El instante es favorable al genio imitador, pero cuando
los artistas imitadores no son numerosos.
Agrega
Voltaire, en la misma obra bajo comento que: "Los grandes hombres
del siglo pasado han enseñado a pensar y a hablar; han dicho lo que no se sabía.
Los que los han sucedido no pueden ya decir mucho más de lo que ya se
sabe."
En cuanto
a J. J. Rousseau (1712-1778) y sus conceptos sobre el arte y la naturaleza, son
inagotables, baste solamente mencionar su clásico: Discurso sobre las
ciencias y las artes
(1750) y
aquí tenemos la perfecta antítesis del pensamiento estético de Voltaire: es una
diatriba y polémica, en que abundan las paradojas, dirigidas contra la cultura
y los crímenes de la civilización, y por cierto, en contra de la evolución de
las artes y de las ciencias que conduce, en la civilización moderna, a una
verdadera corrupción moral, en el marco teórico del buen Rosseau: "Se ha visto huir a la virtud en la medida en que sus luces [de Ia
ciencia] se elevaban sobre nuestro horizonte, y el mismo fenómeno se ha
observado en todos los tiempos y en todos los lugares."
Rosseau
advirtió, que existe gran peligro cuando se vulgarizan ciencias y artes; por lo
tanto las ciencias y artes nuevas deben estar exclusivamente en manos de una
elite. A su ataque de la civilización, Rousseau opone el elogio a la
simplicidad de la Antigüedad clásica.
Estética Alemana: Leibniz y Kant
Leibniz nos
es conocido por su sólida presentación filosófica de la teoría de las Mónadas,
que evocan al pensamiento platónico, y que para Estética inclusive, menciona el
término Beatitud, pero será con el poderoso pensamiento filosófico
trascendental de Kant que se verifica la afirmación del dominio estético, no
como conocimiento racional, sino como sentimiento.
Como
quiera que todo lo intelectual es a la vez discursivo, que busca una totalidad,
en cuanto a los objetos comunes de una especie; pues, en cambio, cuando cierto
objeto nos gusta, no buscamos un rasgo común o género, puesto que lo que caracteriza
la visión estética es inmediata y única: nos sentimos atraídos o rechazados.
Juzgar estéticamente
para Kant, es tomar conciencia no de una serie de rasgos comunes, sino es
asumir un placer o una pena. Tenemos, pues, dos concepciones opuestas: la
intelectual y la sensible.
(Fin de la
séptima parte)
Lima, 12
de enero del 2016
Jaime Del
Castillo Jaramillo
Abogado
egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta
con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio
profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo
‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en
Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y
epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional
en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis:
“Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático
universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”,
“Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”;
“Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social,
articulista y conferencista.
http://fororepublicanoperu.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
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