martes, 15 de noviembre de 2016

Chicago de Condon y Harlem de los reyes del piano. Eddie Condon más que músico fue cronista del Jazz de Chicago y Harlem fue la crónica viva del discriminado y sufriente negro que respondió con genios del piano jazzístico. Historia del Jazz. Parte XX





Chicago de Condon y Harlem de los reyes del piano. Eddie Condon más que músico fue cronista del Jazz de Chicago y Harlem fue la crónica viva del discriminado y sufriente negro que respondió con genios del piano jazzístico. Historia del Jazz. Parte XX



Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo


El legendario ‘Jazz de Chicago’ lleva en su esencia, cierta pretensión con pátina blanca, o, que en su epidermis casi se nota, las ínfulas racistas de querer mostrarse y venderse como no contaminados por los músicos negros y siempre mostró cierto alarde petulante, de sarcasmo e ironía, en suma, en Chicago se anidó ese élan de ‘antihéroes’ que el cine de Hollywood bien cultivó y explotó universalmente, consolidando grandes figuras del écran de ese movimiento.




Pero la dura realidad es que, para el surgimiento del Jazz en Chicago, confluyeron todas las razas y todos los estilos y ritmos del momento, por una simple razón: el imán seductor de la superioridad económica y la prosperidad de la que gozaba la mencionada ciudad Chicago, por eso mismo fue que los maestros músicos negros de Nueva Orleans se fueron o migraron en grandes oleadas a la ciudad de Chicago, por razones estrictamente económicas (fueron ellos los que enseñaron y dejaron sólida escuela de jazz en dicha ciudad), se aplicó el dicho: ‘Por mi mejoría, mi casa dejaría’.




La gente de Chicago era gente de  mundo, acostumbrada a rozarse con ciudadanos de todas partes del mundo y de todos los rincones de los Estados Unidos; Chicago fue un crisol de razas y costumbres y estilos y es por eso que necesitaba música y alegría. El Jazz tenía que aparecer necesariamente, pese a su nula tradición o apariencia.



En términos directos, francos y breves: El “Jazz de Chicago” tiene su paladín y se llama Eddie Condon, quien musicalmente no pasaba de ser un mediano intérprete de banjo o guitarra o cantante; Condon destacará más, como cronista del jazz de su ciudad, como hombre y músico de su tiempo; además, era un sobresaliente epigramista, que en el fondo lo que buscaba era resaltar y reseñar y relievar, las calidades y cualidades del Jazzmen de Chicago. Obviamente, con el paso del tiempo, Condon se ha convertido en obligatoria fuente, cuando se quiera beber del abundante manantial de la historia del jazz de Chicago.




Eddie Condon, es natural de Goodland en Indiana, nacido el 16/11/1905, se aficionó al baile, y para mediados de los alegres años 20’, integró peculiar agrupación musical en Chicago, con jóvenes denominados los “Austin High School Gang” o mejor dicho “la banda del instituto de Austin”, quienes se caracterizaron por su fanatismo por el Jazz y destacaron en dicho grupo, el cornetista,  trompetista y director de orquesta Jimmy McPartland (15/3/1907, Chicago, Illinois – 13/3/1991, Port Washington North, New York) y el saxo tenor, clarinetista y compositor, Bud Freeman o Lawrence Bud Freeman (13/4/1906, Chicago, Illinois – 15/3/1991, Chicago, Illinois).




En realidad, Austin, fue una destacada área residencial ubicada al oeste de la poderosa ciudad de Chicago y no guardaba las mínimas condiciones para que surja ahí, algún movimiento de jazz.




Todo empezó para el año de 1922, cuando un puñado de inquietos jovenzuelos estudiantes, se reunían siempre en una tienda de refrescos, muy cercano al irrelevante instituto de Austin o el Austin High School, obviamente que la tienda bajo comento, contaba con una gramola o gramófono de manivela Victrola a monedas y por cierto, ahí estaban al costado todos los discos o éxitos musicales del momento y ese era el motivo de sus reuniones; fue así que escuchando música, se aficionaron al Jazz, sobre todo fueron influenciados por los “New Orleans Rhythm Kings” (los mismos que tocaban en el local nocturno “Friars Inn” de Chicago), movidos por su pasión musical jazzística, los mozalbetes en mención, decidieron convertirse en músicos y Tesch o Frank Teschemacher (13/3/1906, Kansas City, Missouri – 1/3/1932 en Chicago) se compró un clarinete; Bud Freeman se avocó al saxofón;  Jim Lannigan por su parte, escogió la tuba o bajo; Dick McPartland se aficionó por el banjo.




Ese entusiasta grupo de jovencitos, antes aludidos, se convertirían en breve en la agrupación musical denominada los Blue Friars. A los fundadores se les uniría después Dave Tough (26/4/1907 – 9/12/1948) y cuando el mencionado Tough viajó hacia Europa, lo suplió el maravilloso Gene Krupa (15/1/1909 – 16/10/1973) a la batería; también se unió a ellos, el que sería gran maestro clarinetista Benny Goodman o Benjamin David Goodman (Chicago, 30/5/1909 – Nueva York, 13/6/1986), entre otros, los mismos que hicieron grabaciones memorables. Pero tampoco perdamos de vista, que en la misma ciudad de Chicago, también existieron otros grupos musicales de jazz, que incluyeron en su nómina a grandes Jazzmen que no eran de la ciudad de Chicago tantas veces mencionada y que sería largo enumerar sus grabaciones y su trayectoria fulgurante.





Pero en verdad de verdades, en materia de Jazz, siempre tuvo su peso propio la capital del mundo: New York y sin lugar a dudas. Recordemos que finalizando los años 20’, el histórico barrio de Harlem significaba el renacer del negro libre que pugnaba por hacer realidad el ‘sueño americano’ ejerciendo su condición y situación de ciudadano en la nueva sociedad civil que ellos irían forjando en el día a día.



Fue alboreando el siglo XX que el antiguo Haarlem holandés de sus primeros colonizadores, empezó a cambiar definitivamente, de blanco a negro, debido a la masiva migración negra, que se acentuó agresivamente al empezar la terrible IGM toda vez que llegaban oleadas de migrantes, sobre todo del sur; también llegaron los negros que buscaban refugio, debido al fenómeno de la superpoblación de los apartamentos en la moderna Manhattan. En suma, se confundió una gran masa negra en el nuevo Harlem, donde no se distinguía entre gente de paso y arrendatarios y lo más importante, aparecieron los primeros propietarios negros culminando los años 20’, los mismos que llegaron a poseer casi o más del 70% de los bienes inmuebles del nuevo Harlem.




Nos encontramos entonces en ese escenario, con un Harlem que latía y crecía vigoroso y firme, con nuevas corrientes intelectuales  que mostraban robusta elite cultural, la misma que dominaba varias áreas del saber y del conocimiento y del arte, como por ejemplo, la literatura en prosa, la  poesía, las artes plásticas, la música, la historia, la sociología y un largo etcétera. Pero junto a este nuevo Harlem de luz y progreso e inteligencia, coexistía otro Harlem de obscuridad, precariedad e instinto, vale decir, otra dura y fea realidad material y palpable, donde los feroces colmillos de la crueldad y la inestabilidad, se mostraban nítidos y desafiantes y eran cosa del día a día.





Demás está decir que, los agobiantes salarios bajos y el elevado costo de los alquileres de inmuebles, hacía gris y fatal, la vida del negro pobre de Harlem. Casi la mitad de los arrendatarios, gastaban sus magros ingresos en el pago de los alquileres de vivienda, mientras la gente blanca de la misma ciudad no sufría esas penurias. Fácil es colegir, que más de un cuarto de la población pobre y arrendataria negra de Harlem, tenía que subarrendar parte de su vivienda y hasta alquilaban sus colchones dos veces al día, a sus inquilinos con diferentes horarios de trabajo. Demás está agregar que, la diferencia de salarios entre blancos y negros era profunda e intensamente injusta.



La política racista y discriminadora era maldita, perversa e injusta por decir lo menos, expresada más o menos así: “Negro de Harlem, sufre y paga bien cara tu independencia y tu comida y ojalá te aburras y te vayas a otro sitio”.




El Jazz era el bálsamo y la alegría y la distracción de los negros pobres de Harlem; en buen romance, el Jazz  era patrimonio e insignia del Harlem sufriente y sufrido, sin lugar a dudas, con el Jazz y sus geniales Jazzmen pianísticos negros sobre todo, responderían a sus opresores y enemigos y odiadores profesionales.


 (Fin de la veinteava parte)




Lima, 08 de octubre del 2016


Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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