jueves, 3 de noviembre de 2016

Música Cubana es hija de la Escuela española y francesa estética renacentista: No hubo posibilidad alguna de influencia africana primitiva. ESTÉTICA. Parte VI




Música Cubana es hija de la Escuela española y francesa estética renacentista: No hubo posibilidad alguna de influencia africana primitiva. ESTÉTICA. Parte VI




por    Jaime Del Castillo Jaramillo





En verdad de verdades, España medieval fue opuesta a toda influencia de la moderna corriente pictórica veneciana.


España fue la única potencia imperial, --y que sometió a Sudamérica--, donde la nacionalidad hispana y la política interna y exterior imperial, se mezclan o se identifican plenamente con la religión cristiana católica y con sus doctrinas, y de rey a paje.


Es la nacionalidad española, --no solamente la política imperial--, con toda con su cultura polivalente la que llega a Sudamérica, vale decir no solamente fue un dominio político internacional o imperial el hispano, y sobre nuestra realidad sudamericana, sino que España llegó a Sudamérica y otras colonias y reinos, para moldear el espíritu, la educación, las costumbres, el pensamiento y el sentimiento en general, imponiendo su religión en primera y cardinal instancia e importancia, por lo tanto la Música europea con su traducción española es la que dominará con sus patrones y matrices técnicos e instrumentales, sobre la música cubana, siendo ésta la más relevante producción musical original caribeña y de potente influencia sobre Sudamérica posteriormente hasta el día de hoy.

En buen cristiano afirmamos lo siguiente: No hubo posibilidad de que las primitivas costumbres musicales africanas, --(no se puede hablar de civilización africana, y por lo tanto no se puede hablar de cultura musical o escuela africana)--, hayan podido imponerse o dominar, o siquiera acompañar, a la celosa, monopólica y dominante escuela musical española sobre Cuba desde la llegada española a la Isla y desde el siglo XVI. Es un mito y una mentira monumental el llamar ‘Música Afro-cubana’ a los géneros musicales que alimentan a lo que hoy mal se llama ‘Salsa’ como creación comercial en New York a fines de los años 60’ del siglo XX.




Con el gran emperador alemán Carlos V, al frente del reino hispano, se da la reconquista de los heréticos a sangre y fuego; luego la expulsión, principalmente, en el reinado de Granada, que llegaría a su culminación, con Felipe II, el sucesor de Carlos V.


Fue en el  Medievo, que España fue el único país europeo que aprendió a vivir en contradicción y con la contradicción, y por y para la contradicción, por eso que acoge  influencias extranjeras pero a la vez las niega y rechaza, al expulsar a los moros se mutila a sí mismo, mutila su propio espíritu con perfil original de su arte; no olvidemos que, la batalla entre Oriente y Occidente deja una perfecta mezcla, fusión y amalgama muy peculiar de la península ibérica: el estilo mudéjar.



Este vivir español con la contradicción y la afición al mismo tiempo, es la posición política y cultural integral, que inoculará España en Sudamérica, es la gran enseñanza y costumbre y proceder colectivo y espiritual y mental español, que se hará carne y praxis común en toda Sudamérica que fue sometida por el yugo imperial hispano.


Fue precisamente, durante el reinado de Felipe II (1556-1598), --el gran sucesor del emperador Carlos V (1516-1556) su padre--, quien fuera el gran recepcionista de diversas tendencias artísticas europeas.



España, en sus orígenes era un estado primitivo y grosero, y que siempre recibía mezclas continuas de Oriente y Occidente, --tanto por su acceso directo al mar, como por sus fronteras europeas mediterráneas--, así se verifica la influencia de los orientales fenicios y bizantinos, teniendo a los visigodos como necesarios intermediarios.


Luego tendremos la poderosa invasión artística de los moros con sus tres períodos: el de Córdoba, el de Sevilla y la monumental Alhambra.


No olvidemos que fue en Toledo, donde se da la mezcla del arte cristiano con el moro, y que produce el estilo mudéjar, que se nota con mayor nitidez cuando las luchas de la avanzada cristiana. Tampoco podemos dejar de lado, la notoria influencia de la invasión francesa de Cluny y el Cister.




En definitiva los dos poderosos elementos: el oriental y el nacional español, conforman lo que puede denominarse el arte español, y precisamente ahí está en forma natural las contradicciones que España es generosa en recibir y mostrar, la contradicción y la oposición conviven en España y es la base matriz misma de su historia.


Precisamente esa contradicción y oposición en convivencia, es lo que explica, la forma particular del sentimiento religioso español: el misticismo católico español de la Edad Media, se mantuvo incólume en la Península ibérica, mientras que en el resto de Europa empezó a ser abandonada por anticuada; por eso es que Francia abandona las sangrientas y crudas Cruzadas Religiosas, mientras que para España testarudamente siguen teniendo vigencia.



Fue en España que se acendró el misticismo irénico o de paz, vale decir la contemplación religiosa occidental, así lo explican los tiempos del gran Fray Luis de León, llamado el “Horacio cristiano”, con un claro y contundente sello humanista, que se acunó en la paz conventual. La Iglesia Católica en España produce sus intelectuales y pensadores al amor de los humildes y sobrios cuartos de reflexión cristiana católica conventual.




Con el emperador Carlos V, y con el Siglo de Oro Español, tendremos el cenit del misticismo ibérico, con, Santa Teresa de Avila y con San Juan de la Cruz.




El platonismo del Renacimiento se nota más nítido aún en el misticismo del Gran Siglo de Oro español, por eso es que se relieva la disciplina amatoria de Platón, como postura intelectual uniforme en  todos los autores místicos del Siglo de Oro hispano.



Pero, no nos ilusionemos mucho ya que en España, el platonismo fue tosco y seco, propio de intelectuales mediocres, y con respecto al resto de intelectuales de Europa y coevos.


Por eso es que brillaron para la cultura española, los que no se adscribieron al misticismo platónico, tales como: Santa Teresa de Avila (1515-1582) y San Juan de la Cruz (1542-1591).


Cuando va decayendo el reinado de Carlos V se pueden notar dos grandes corrientes: la corriente peninsular que tiene su raíz en Flandes, Alemania y Francia, por un lado, y la corriente renacentista italiana por otro lado.



Fue el mismo emperador Carlos V, quien se aficiona por la segunda corriente renacentista italiana acotada, e inclusive el emperador alemán bajo comento, hace de mecenas y manda traer artistas del extranjero, como por ejemplo, al mismo Ticiano.



Pero el espíritu español se hace sentir frente a esa recepción artística, y consideran ficticio el arte italiano renacentista, y por cierto, lo alteran introduciendo gustos personales, nacionales y religiosos. Felipe II, muy a pesar de su espíritu profundamente religioso sigue la escuela de mecenas de artistas, dejado por su padre. Y precisamente bajo su reinado es que se construye el monumental edificio “El Escorial”.



Y precisamente, al terminar el siglo XVI se percibe el carácter artístico pictórico español expresado en su simplicidad y austeridad, en las figuras sombrías y alargadas; y en arquitectura, pues la severidad del “El Escorial” no es otra cosa que el hijo del sentimiento religioso nacional; y con mayor nitidez se percibe la escuela artística española, en la escultura.


El artista hispano colabora con los predicadores y hermosea las iglesias para inflamar el espíritu religioso nacional, por eso es que en el primer tercio del siglo XVII la escultura española gana un gran poder hierático y dramático.



Es obvio que durante el reinado de Felipe II, existe la  gran intención de incorporar elementos artísticos extranjeros, era la época del pleno desarrollo español y por cierto su sentimiento religioso estaba al tope.



Francia por su lado está pletórica de intención y acción estética en su gran siglo XVII, y a ese espíritu y motivación se le denomina sin más: "Cultura", como concreción feliz y modélica de su estado reflexivo y pragmático, en cuanto a su correlato: pensamiento y arte.



Definitivamente, estamos en el siglo neto y pleno del racionalismo, del racionalismo puro y dominante, por lo tanto, para los artistas y los estetas del siglo XVII francés, el arte, –-o lo llamado bello--, no es otra cosa que la  presentación radical y frontal y nítida de lo verdadero: "Nada es bello aparte de lo verdadero, y sólo lo verdadero es digno de ser amado." (Boileau)


Francia influyó fuertemente para todo el siglo XVII en Europa, París fue la Ciudad-Luz en materia de arte y sobre todo por el racionalismo estético. Y ese racionalismo estético llegará a Sudamérica y por cierto también a Cuba, donde inclusive se abrieron escuelas de arte y música, de donde saldrían los músicos excepcionales y los creadores de los géneros musicales cubanos, los mismos que harían del danzón y toda la saga descendiente las delicias y las maravillas musicales de querencia nacional cubana y mundial.




La tesis central del pensamiento estético francés era que, existen en el ser humano dos planos y dimensiones distintas, por un lado tenemos a la esfera de la sensibilidad, o la facultad inferior, o la esfera inferior; y el otro plano o dimensión, es la esfera superior, que no es otra cosa que la razón.


Entonces, para poder pensar bien y actuar bien hay que subordinar completamente la dimensión inferior a la dimensión superior, o sea, la razón es la que tiene que dominar en materia del Arte. El plano o dimensión de la sensibilidad, es inferior, porque ahí se asienta el plano de lo inestable, es la dimensión del cambio, y del instinto: en ese nivel, no es posible aplicar la lógica, ni ejercer la moral ni la religión. Y muy al contrario, en la dimensión o plano superior del entendimiento y de la razón, ahí reside lo general, lo estable, y lo universal y lo masivo; vale decir, ahí manda la regla y la ley.




Este racionalismo galo marcará todo el despliegue de la Francia monárquica, y por lo tanto, influirá directamente sobre las otras monarquías europeas que se adscriben al modelo de organización francesa. Y así mismo influirán en los nuevos reinos y ocupaciones y residencias francesas en Sudamérica y Cuba.


El arte entonces, se regirá por reglas, y leyes rígidas, y no se saldrá de ese marco; el Arte entonces, se halla al servicio del rey de turno, al servicio de la ley monárquica, al servicio de la moral y por tanto de la religión.



Aparece el arte moralizador como tendencia y escuela, hermanados van entonces, el impulso creador y el impulso moral, por todo el siglo XVII y con toda naturalidad. La gran doctrina es que, el arte debe producir goce con la belleza, pero ante todo debe corregir.




Las reglas estéticas del siglo XVII producen música de la más anti-musical, con una naturalidad totalmente opuesta a su buen sentido, y por cierto, opuesta pues al sentido común que la gente de ese siglo creía poseer.


En el siglo XVII francés, aunque suene raro, no había expertos en estética en el sentido estricto del término. Lo que se verifica es cierto número de artistas que  reflexionaron sobre su propio arte y que escribieron en teoría y dogmáticamente y acerca de él.



El Arte poético del sabio Aristóteles, influyó en los autores franceses, y el  estagirita fue un sabio y naturalista de la época de oro que le había tocado vivir en Grecia. Estudió entonces las ideas teóricas que estuvieron en boga sobre la estética de los griegos, y específicamente sobre Sófocles. Aristóteles no dicta recetas de Estética, sino que establece científicamente las reglas artísticas de los grandes maestros de tragedias y aun de los grandes comediógrafos.


Mientras que el objetivo de Aristóteles había consistido en describir, pues los autores del siglo XVII tienden a prescribir (los franceses por antonomasia), cual legisladores del Parnaso, como se dijo en algún momento.



Los artistas del siglo XVII estaban convencidos de que la estética es una ciencia normativa, y no descriptiva. Se consideraban parte de una élite intelectual que dictaba leyes sobre Arte, y además afirmaban que lo único universal, general y necesario son las ciencias de la razón.




Consideraban asimismo que, el instinto es una razón adormecida, y por lo tanto no deja de ser razón en última instancia. Todo el desarrollo del Arte pertenece a la esfera racional, y así será su carácter conscientemente. En suma, estos autores ejercen la racionalización del instinto que tiene que imitar a la razón y que realiza entonces el mismo trabajo que una razón muy despierta y activa.



Consideraban también, que el gran artista, es el que tiene el genio y la habilidad suficiente para imponerse al gran público con su obra, ya que  todo artista es un calificado hombre de acción. Se daba por descontado que entre el gran público y el artista debe haber un lenguaje común, de lineamientos generales y, por consiguiente, de esencia racional. Pero ello, no es posible enseñarlo nunca, ya que no existen recetas al respecto.


Asimismo, consideraban que de no existir la imaginación, la belleza caería en insoportables lugares comunes y la uniformidad mataría al arte.


Sin lugar a dudas, el gran y primer teórico del siglo XVII es Descartes (1596-1650), considerado como el árbitro en la materia por los intelectuales de su evo, y Descartes acepta que en la imitación de la verdad existe la misión moralizadora del arte, siendo la razón su instrumento por antonomasia.


Descartes, como se conoce es el verdadero creador del racionalismo tanto para Francia como para toda Europa. Descartes, era, sin lugar a dudas, la conciencia de toda una época, la época del clasicismo racionalista, por lo tanto, el intelectualismo en sí o en términos estrictos, tiene su fuente mayor en el “Discurso del método” ahí estaban los fundamentos y los preceptos para el buen pensar recto y correcto: "No aceptar nunca como verdadero lo que con toda evidencia no reconocieses como tal, vale decir, que evitaría cuidadosamente la precipitación y los prejuicios, no dando cabida en mis juicios sino a aquello que se presente a mi espíritu en forma tan clara y distinta que no sea admisible la más mínima duda."




Descartes racionalizó lo bello, afirmando que un objeto es tanto más bello cuanto menos diferentes sean unos de otros sus elementos, y cuanta mayor sea la proporción entre ellos. El concepto de medida y proporciones y número está implícito ahí, y por eso agrega que esa proporción debe ser aritmética, no geométrica.



Descartes también afirmaba que lo bello no es exhaustivo y que posee un elemento inasimilable, un elemento de característica diferente. En la obra de arte hay algo que sobrepasa la aprehensión total y completa, hay algo que se halla escondido, y algo misterioso; y es aquí que se evidencia el genio del artista. El artista autentico y bueno, no puede a veces explicarse a sí mismo por completo su obra.


Descartes escribió, el “Compendio de la Música” para 1618, considerado un brillante estudio psicológico y un destacable tratado científico, hay que dejar en claro que no afronta en forma central los problemas estéticos, pero que permite deducir interpretaciones estéticas. Quedó muy en claro que Descartes se preocupó principalmente en las leyes matemáticas a las que obedece necesariamente la buena música, por lo tanto hace mención a la técnica y física de los sonidos, acordes, consonancias y disonancias. Descartes aborda en este tratado, su teoría de las pasiones, y advierte sobre el sentimiento musical convertido en una pasión. Por lo tanto, hasta los racionalistas más refinados tienen que reconocer que la música, fue hecha con el fin de producir placer, con la intención de procurar una atracción de la sensibilidad humana, con la finalidad de lograr un encanto.


El medio de la música es el sonido y por lo tanto hay que distinguir ahí: la duración, la intensidad, la altura. Descartes entonces comienza por estudiar la duración, luego la medida y el ritmo, y se afana por descubrir la naturaleza del compás, la naturaleza de la duración de los sonidos, y de la medida pertinente.


Descartes se adelantó a esbozar la intuición intelectual, concepto que se desarrollará mucho tiempo después con el gran Inmanuel Kant. Descartes desarrolla los sentidos que calculan, y que son inteligentes, y que no reaccionan de forma espontánea, sino que también hacen cálculos, y que para Leibniz, todo ello pertenece al campo de la razón inconsciente.



Descartes había mostrado y demostrado la potencia y la dominación universal de la razón en el campo de la investigación; sin embargo, cayó en la cuenta, que existía un campo diferente, el que está compuesto por el amor y la sensibilidad.





(Fin de la quinta parte)

Lima, 13 de diciembre del 2015

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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