domingo, 6 de noviembre de 2016

Son Cubano, hijo de las rumbitas campesinas y de los soncitos populares. Poesía y guitarra española fueron los elementos fundadores y forjadores del son cubano. Música cubana criolla de antecedentes europeos principalmente. Parte VIII




Son Cubano, hijo de las rumbitas campesinas y de los soncitos populares. Poesía y guitarra española fueron los elementos fundadores y forjadores del son cubano. Música cubana criolla de antecedentes europeos principalmente. Parte VIII



Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo


El Son Cubano se procesó tal como un buen ron, vale decir, que pasó por varias fases, desde el sembrío de la caña de azúcar, su cosecha y corte, su paso por el trapiche, su destilación, la maceración en pipas, su envasado en botellas, y luego a la mesa del usuario, eso significa que el son cubano tiene su semilla en las rumbitas campesinas y en otros cantares populares, y que han sido paciente y cuidadosamente clasificadas por Danilo Orozco como proto-sones o soncitos primigenios.



Las llamadas rumbitas campesinas fueron la gran placenta y la gran incubadora, que contienen, pero de forma parcial o por decir embrionaria, las primeras características y estructuras que definirían posteriormente al son cubano, como por ejemplo, la típica inclusión del montuno; como por ejemplo, el señalado y original contrapunto rítmico, el mismo que va estableciendo el tejido musical identitario del son; como por ejemplo, el alegre guajeo del tres cubano; como por ejemplo, el tempo rítmico que marca la clave; como por ejemplo, el refinado ritmo de la guitarra, acompañado del bongó y sostenido por el bajo; como por ejemplo, el estilo declamatorio a décimas, u otras métricas poéticas hispánicas del solista, y de igual forma la respuesta del coro; como por ejemplo, los nuevos timbres que se fueron incorporando gradualmente y en largo proceso al grupo instrumental. El son cubano no nació de la noche a la mañana, pasó por un lento, pausado y largo proceso.



El son cubano en definitiva, y está probado, nace en mérito al experto declamador o al juglar popular, el mismo que era perito, macho y ducho, en décimas y otras métricas poéticas españolas; porque en verdad de verdades, tanto el compositor, como el cantante, como el coro, como el músico, y en suma, todos ellos pensaban y estructuraban y creaban en idioma español, y nunca pensaron, ni estructuraron en idioma africano, y que quede esto bien claro y bien firme y bien reseñado y bien resaltado; el músico cubano criollo y libre, pensaba y creaba en idioma español, y solamente se basó en la belleza del idioma español, y nunca se preocupó en el idioma africano, o en los ritmos o música africana primitiva, y lo vuelvo a reseñar y recalcar, por eso nos dice el investigador Radamés Giro lo siguiente: …“En sus inicios el son constaba de un estribillo que, en boca del tresero, se reiteraba durante un número indefinido de compases; los bailadores se reunían en torno al ejecutante, que era la figura central del baile, para escucharle cantar sones.” Giro, Radamés: 1998, p. 198.




El Son Cubano en sus orígenes, rindió culto a la belleza del idioma español (nunca al idioma africano), y por lo tanto, rindió pleitesía a la frase o al verso o a las décimas cortas pero bien construidas, y giraba en torno a dicha construcción poética, en suma, era como rendirle culto al bellísimo idioma hispano y a su poder seductor-idiomático sobre los oyentes y bailadores que gozaban de ese fino placer de la frase bien dicha y bien construida, con belleza y elegancia; vale decir, el negro en Cuba, fue y vivió agradecido con España y con Europa, porque le elevó su status social y cultural y económico y artístico y musical; el negro en Cuba, pasó a ser un personaje occidental y europeizado y el negro era muy consciente, pero que muy consciente de ello; el negro en África era un primitivo nómade, cazador y salvaje, a expensas de la muerte doquiera voltearan sus ojos, pero en Cuba su vida y su proyección humana cambió radical y materialmente en forma inmediata; el negro en Cuba, superando las agrupaciones tribales y los clanes primitivos y salvajes de su África natal, pues en Cuba aprendió a vivir en sociedad y sobre todo, dejó de ser nómade y trashumante, el negro aprendió a vivir sedentariamente con todas las ventajas y placeres que se gana con ello, y aprendió a vivir en comunidad (ya no hay tribu ni clan salvaje) y asume los valores culturales europeos y españoles; el negro en Cuba, se vuelve citadino, y se vuelve campesino y agricultor propietario de parcelas y sembríos y trapiches, y siente que es más europeo o español que africano, y suple su color de piel, con su genio natural para crear poesía española y música criolla para su nueva nación: Cuba.


Y precisamente, para confirmar lo que hemos afirmado ut supra, leeremos a uno de los grandes exponentes universales del son cubano, nos referimos al glorioso compositor, músico y cantante don  Miguel Matamoros (1894-1971), quien como testigo privilegiado y cultor mayor del son, nos hace una precisa y preciosa descripción del son en sus orígenes, cuando el tantas veces mencionado son cubano se encontraba en su fase embrionaria de la repetición variada de una sola guía o motivo poético, y llamado este último: el montuno. Guiémonos del investigador Ned Sublette quien lo consigna en el siguiente esclarecedor y luminoso pasaje: “Matamoros cuando niño tocó sones y danzones en su armónica para entretener a los trabajadores de una fábrica de tabacos local. En una entrevista, él recuerda los sones de su infancia:

La Chispa de Oro era una sociedad en la calle San Antonio (Santiago de Cuba), donde sólo se bailaban sones. Los sones que se componían en aquel entonces no eran más que dos o tres palabras que se repetían durante toda la noche, como aquel son que dice: “Caimán, caimán, caimán, ¿donde está el caimán?”, o aquel otro, “La pisé, la pisé, la pisé mama, con el pié, con el pié, con el pié, na’má”, así lo consigna muy oportunamente Ned Sublette, en su obra “Cuba and its music”, publicado por Chicago Review Press, Inc., 2004. P. 367.




Y tan cierto es, lo que afirmé líneas arriba, y tan cierto es, el respeto y el amor a la belleza del idioma español y a sus métricas poéticas por parte del compositor y músico cubano criollo y libre, que en un siguiente paso de mejoramiento y enriquecimiento del son cubano incorporará a la Regina, que era una cuarteta campesina, es decir, que el uso de los patrones de la poesía española era progresivo, absoluto y dominante, nada de africano hay ahí; y leamos a Radamés Giro para comprobar una vez más, lo que vengo afirmando con pruebas contundentes: …“Con posterioridad el estribillo se enlazó a una regina (nombre dado a la cuarteta por los campesinos de la región oriental de Cuba). La estructura estribillo-copla- estribillo apareció en el son oriental desde fecha muy temprana, tal como se le encuentra en uno de los sones más antiguos que se conocen, Son de máquina, que consta de tres reginas con sus correspondientes estribillos” Giro, Radamés: 1998, p. 199; y obviamente que estamos hablando de construcción, métrica y licencia poética hispánica, y que solamente se da con la belleza del idioma español y su literatura.



No olvidemos jamás, que el Nengón que aparece en Guantánamo, es un preciso género antecesor del changüí de esa misma región, siendo que su estructura-base, es la tradicional forma española del estribillo-copla-estribillo, y la repetición vital y cardinal de esta estructura hace que se convierta en lo que conocemos como el montuno, que como sabemos es el corazón del son cubano, y eso es producción dentro del formato poético hispano, sin lugar a dudas, nada de africano hay ahí.




Para ser conciso diremos: que el nengón en definitiva es un proto-son, y muy precursor del changüí guantanamero y, sin lugar a dudas, el antecedente directo del son santiaguero, y pura construcción poética española.


El Son Santiaguero, tiene como estructura y característica básica la reiterada alternancia de bien construidos versos improvisados y en contrapunto entre el solista y su coro. Y recordemos que los típicos instrumentos musicales tradicionales con el que se interpretaba el nengón eran el tres, la guitarra, el güiro y el tingotalango o tumbandera, y precisamente, el son cubano en general, también heredaría esos mismos instrumentos bases antes mencionados, recomendamos leer a Jon Griffin, en su obra: Cuban Music Styles.





No solamente en Guantánamo, también se ha verificado que los sones originarios de Isla de Pinos, --que se ubica en el extremo opuesto--, y denominados como el ritmo del sucu-sucu, pues tienen similar estructura de copla-estribillo al igual que en los proto-sones orientales. La cultura hispana anidada en siglos en Cuba, abarcó todas sus regiones integralmente, sin lugar a dudas.




Y al respecto, escribe nuestra conocida María Teresa Linares, sobre el sucu-sucu: …“La música es semejante en su estructura formal, melódica, instrumental y armónica a un son montuno. Alterna un solista con un coro que canta un pasaje fijo, acompañado de un conjunto. El solista entona improvisaciones sobre una cuarteta o una décima. El conjunto instrumental inicia una introducción en que los instrumentos se van integrando gradualmente a partir del tres. Esta introducción de ocho compases va seguida del estribillo por el coro que alterna con el solista varias veces.” María Teresa Linares, lo consigna así en su interesante e importante obra: El sucu-sucu en Isla de Pinos, Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, 1970.





En verdad, no hay firmes pruebas documentales y sobre todo fehacientes, sobre cuál sea el lugar de origen del famoso son cubano, por lo tanto, asumiremos la famosa frase de  David Peñalosa y que publicó con respecto a las nebulosas sobre el origen de la rumba de solar, en suma, sobre el origen del son solamente tenemos:  “incógnitas, contradicciones, conjeturas y mitos.” Así lo sentenció David Peñalosa en su obra: “Rumba Quinto”. Redway, CA, Bembe Books, 2011(xxii) ISBN 1-4537-1313-1





El Son Cubano se hace notorio en la ciudad de La Habana para la segunda década del siglo XX, y los primeros conjuntos de son, usaban nombres de su procedencia geográfica, tales como el “Cuarteto Oriental” y el “Sexteto Habanero”, y esos nombres o denominaciones tenían la intención clara de establecer la codiciada “denominación de origen”. Las pugnas por el origen del son nunca han decaído, ni se han decolorado.



Y las acotadas pugnas sobre el origen del son, también fueron llevadas a las composiciones musicales, --como no podía ser de otro modo--, así tenemos que en los contenidos de las canciones encontramos frecuentes menciones, tales como; “Mi son oriental”, y el conocido tema “Son de la loma, y cantan en llano”, en velada mención a la sierra de la región del este de Cuba.




Obviamente, que en los escritos musicológicos del gran literato cubano Alejo Carpentier, aborda este tópico en su libro La música en Cuba, dando cuenta de la gran controversia que se generó cuando el son se consolidó como género  musical criollo indiscutible, irrefragable e insoslayable:

“Hacia el año 1920, la Habana se vio invadida por el son. Sus letras hablaban de Manzanillo y de Palma Soriano, haciendo el elogio de patrias chicas, enclavadas en la tierra madre:

Son de Oriente,
mi son caliente,
mi son de Oriente.”


Noten ustedes, amables lectores, y sin mucho esfuerzo en ese fragmento de letra musical del son, la belleza de la construcción poética que respeta las reglas de la métrica española, y es que como vengo afirmando, el músico criollo cubano y el compositor criollo cubano, pensaban en español y construían poesía respetando sus enseñanzas europeas y orgullosos de la belleza de su idioma y tradición cultural refinada, nada tiene que hacer ahí el primitivismo de la música y danza y lengua africana.


Para el afamado literato Alejo Carpentier, --y en la misma obra bajo comentario--, el origen del son se encuentra en el siglo XVI, obviamente que es una posición muy cuestionada y atacada, pero leamos sus argumentos:


“El son constituyó una extraordinaria novedad para los habaneros. Pero no era de invención reciente, como es de suponerse. Desde los tiempos de la Má’Teodora, era conocido como género de canción bailable en la provincia de Santiago…” Quizás por su afección a darle abono a Santiago de Cuba, antes que a La Habana, pues ello le haya creado ciertos problemas, --estamos seguros--, al célebre hombre de letras: Alejo Carpentier: 1979, p. 192.




Pero no queda ahí la cosa, el investigador Emilio Grenet conviene, --junto a nuestro aludido literato Carpentier--, o interviene en la contendiente posición o teoría del origen oriental del son, leamos pues sus afirmaciones:

“El son irrumpe en la capital para imponer una moda que se apodera del entusiasmo de nuestros bailadores y le discute su supremacía al danzón, alrededor del año 1917. El ambiente se saturó entonces con el perfume del agreste Oriente…”, no solamente eso, sino que nuestro comentado Grenet al igual que Alejo Carpentier conviene también, en que el controvertidísimo tema Má’Teodora es el buque-insignia del son oriental en La Habana: “A pesar de su apogeo relativamente reciente, se le atribuye al son una antigüedad que alcanza hasta los albores de nuestra historia musical, ya que Má’Teodora, hermana de Micaela Ginés, nuestra ‘vigüelista de los años1568 a 1592’, cantaba esos ritmos populares acompañada de su bandola en Baracoa, que es, según Sánchez de Fuentes, el lugar donde nació el son Oriental.” Así lo afirmó en forma expresa y taxativa nuestro ya comentado Emilio Grenet, en su obra: Música Cubana. Orientaciones para su conocimiento y estudio. Panorama de la música popular cubana. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1998, p. 82.




Bueno es precisar aquí y ahora, que el Danzón cubano es hechura europea de fondo y de forma en La Habana, y eso era lo que se bailaba en los lujosos salones y haciendas y casas decentes y honorables de los notables de Cuba, en la aludida urbe primera de La Habana, o sea que África estaba bien lejos, demasiado lejos y al otro lado del mundo, con respecto a la música que se bailaba en los salones de los líderes y de la élite de la sociedad, de la política y de la cultura cubana en La Habana, que quede eso bien en claro, y es con el Danzón Cubano, a manera de baldosa firme y sólida, que se irán desgajando y formando los nuevos géneros musicales populares, que luego se llamarán salsa en New York a partir de los años 70’, y única y  solamente después del bloqueo a Cuba.



Y para mayor abundamiento, el reconocido estudioso Cristóbal Díaz Ayala también se adscribe a la teoría orientalista del son, y respectivamente, menciona a la cuestionada Má’Teodora en su leído libro Música Cubana, del areito a la nueva trova publicado para 1981, y revisemos su posición al respecto, y en los siguientes términos: “Y era viejo el son; estaba ya en las notas de la Má’Teodora del siglo XVII [sic]; vivió y proliferó en Oriente, pero prejuicios raciales y locales le han atrasado de su consagración en La Habana.” Así lo ratificó Cristóbal Díaz Ayala en su obra que ya citamos en otra oportunidad líneas arriba: Ediciones Universal, Miami Florida, 1993, p. 114.


Y, no le falta razón al reconocido Diaz Ayala sobre los “prejuicios raciales y locales” que menciona en su obra ut supra, porque la élite de la sociedad habanera a través de sus voceros oficiales, había prohibido inclusive, que se toquen tambores en las fiestas de la alta sociedad de la capital de Cuba, así está documentado, y no solamente eso, el gobierno central expidió un Decreto Supremo prohibiendo que se toquen tambores en las fiestas de los notables en Cuba, inclusive hubo la prohibición de que músicos negros ingresen a exclusivos locales capitalinos.



Fue para 1994, cuando nuestro comentado Diaz Ayala al publicar su interesante compilación titulada “Discografía de la Música Cubana”, es que aprovecha la oportunidad para cambiar su versión, y corregir su anterior información y posición sobre el son, y lo hizo en los siguientes términos: “Por mucho tiempo se le dio un origen antiquísimo, en el siglo XVI, partiendo del libro Las artes en Santiago de Cuba de Laureano Fuentes Matóns, publicado en 1893. En 1971, el investigador Alberto Muguercia probó con sólida argumentación la falacia de esta teoría, y tanto él como otros investigadores, [tales] como Danilo Orozco, fijan el origen del son en la zona montañosa de Sierra Maestra, en la provincia de Oriente, en la segunda mitad o fines del siglo pasado.” Así fue como varió su posición el reconocido Díaz Ayala, Cristóbal en su trabajo: Discografía de la Música Cubana. Editorial Corripio C. por A., República Dominicana, 1994, P. 317.




No solamente eso, nuestro conocido estudioso Ayala bajo comentario, sustentó otra controvertida teoría, que se basa solamente en tradiciones orales, y que da cuenta de la introducción del son en la primera urbe: La Habana, pero por miembros del Ejercito Permanente y para 1909: “Parecen coincidir los autores en que el son llega a La Habana en 1909, cuando al crearse el Ejercito Permanente por el Presidente José Miguel Gómez, precisamente uno de sus objetivos fue el de desenraizar al soldado de su punto de origen, moviendo la tropa a prestar servicio en sitios distantes…” Así lo consigna nuestro aludido Cristóbal Díaz Ayala en su comentada obra: 1994. P. 317.


No solamente eso, llevando a cabo estudios más recientes, afirma el investigador Radamés Giro, oponiéndose en forma firme y contundente, contra la tesis de Ayala, y en los siguientes términos: “Uno de los aspectos más discutidos – y discutibles – de la expansión del son es su “llegada” a La Habana. Se ha dicho – muchos lo han repetido – que el mismo fue “traído” a la capital en 1909 por el Ejercito Permanente… por simplista no es posible aceptar esta afirmación, pues ¿cómo es posible que una institución armada, cuya función principal no era la música, pudiera lograr introducir el son en La Habana? No basta con afirmar que a este cuerpo armado estuvieran vinculados algunos músicos, muchos de ellos soneros. No puede negarse la contribución del Ejercito Permanente a la expansión del son, pero esto no debe llevarnos a la afirmación de que lo trajo a La Habana. Más razonable es decir que el son llegó a la capital a través de los que emigraban de su lugar de origen a otras regiones, incluyendo la capital. Si el son es un fenómeno artístico que se venía formando desde la segunda mitad del siglo XIX – y no sólo en la antigua provincia de Oriente - , es lógico suponer, más no afirmar, que ya mucho antes de 1909 se escuchara en la capital por las razones antes apuntadas…” Así lo escribió de claro y de taxativo Radamés Giro en su obra: Los Motivos del son. Panorama de la música popular cubana. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1998, p. 200.



Es interesante la posición que demuestra en su importante libro “Del canto y del tiempo”, el estudioso Argeliers León quien no se involucra en el origen oriental del son, a lo más escribió lo siguiente: “Por su forma, el son parte de la alternancia de copla y estribillo” y que “…de ésta hay referencias desde el siglo XVIII”. Así de sutil fue Argeliers León en su obra que vamos comentando: 1981, p. 113.


Sin embargo, León fue categórico en afirmar que, --y en el mismo libro bajo comentario--, la sonoridad típica o clásica del son aparece o se consolida o “cristaliza” en La Habana. Leamos como lo explicó por escrito: “En la Capital, a la guitarra que acompañaba y llenaba una parte grave, y al tres que seguía al cantor en una parte aguda, se le fueron añadiendo los demás instrumentos, cristalizando en un tipo de conjunto de seis o siete instrumentos (sexteto o septeto): guitarra, tres, maracas, claves (en manos del cantante) y bongó; la marímbula, la botija o una segunda guitarra completaban el conjunto.” León, Argeliers: 1981, p. 115.


Como no podía ser de otra manera, dentro de los primeros instrumentos que nacen con el son, están: en primer lugar, la guitarra española, y en segundo lugar, el tres cubano, siendo este último instrumento musical, el universal invento instrumental criollo de la isla en mención, y esa invención musical cubana se dio sobre la creación europea de la guitarra, la misma que educó musicalmente a los cubanos criollos masivamente. Ningún instrumento africano aparece en la creación original y primeva del son, y además: ¿Qué instrumento africano podía ser compatible con la belleza de la poesía española? … Nunca olvidemos que en la rumba original cubana aparecen los cajones, --(tan igual como en Perú, donde fuimos maestros del cajón musical, y que ahora es nuestro Patrimonio Nacional mediante ley positiva)--, antes que las tumbadoras o congas, por eso se llamó a la rumba de solar: Rumba de Cajón en Cuba, y lo repito, primero fueron los cajones, --procedentes de los productos que llegaban allende los mares al puerto de La Habana en Cuba, mayormente embarcaciones y navíos salidos desde Europa--, y después fueron las tumbadoras o congas, entonces ¿De qué África negra estamos hablando?.


Fue muy calculadora pero sutil, la estudiosa María Teresa Linares cuando aborda el tema del origen del son cubano, y así lo evidencia en su leído texto “La música entre Cuba y España”. La investigadora Linares muy hábil y subliminalmente solamente atina a decir lo siguiente: “…el son comienza a divulgarse en grabaciones a partir de grupos de orientales, agrupados con músicos de otros lugares, incluyendo la ciudad, en La Habana…”, luego recarga las tintas en los hechos cumplidos, o en la música ejecutada en el nuevo género del son, y afirma que: “María Teresa Vera, que había comenzado a cantar profesionalmente con Manuel Corona en 1911, y en 1916 había grabado canciones con Zequeira, grabó en 1918 con Carlos Godínez (1882-1953)… Godínez fue uno de aquellos pioneros venidos de Oriente.” María Teresa, Linares y Faustino Núñez. 1998: 155. Obviamente que nuestra investigadora bajo comento, no quiso entrar de frente a la gran contienda que existió y que aún existe sobre el tema.





El reconocido estudioso Danilo Orozco, quien se especializó en los orígenes del son, pero para la región oriental, y además es conocido cultor de sus modalidades musicales orientales, tales como el changüí, muy a pesar de ello, es muy cauto cuando se pronuncia sobre el nacimiento del son, leamos lo que nos dice sobre el punto:

“Las zonas orientales de la isla serían propicias para gran parte de factores específicos importantes en resultados interactivos; relaciones patriarcales, tipo familiar analizado, fuerte presencia bantú, y otros. Pero algunos de ellos – quizás menos acentuados – marcaron también a zonas del centro y extremo occidental del país, por lo que algunas dan señales de procesos similares (casi desconocidos), al menos en las fases de transición, lo que también explica la afinidad sonera en tales regiones aún antes de su completa proyección nacional. De modo que cientos de territorios orientales tienen mucha importancia generatriz objetiva – pero no excluyente – y esto abarca la temprana interrelación rural-urbana.” Vale decir que el buen Danilo, Orozco ostenta una postura ecléctica sobre la materia, así lo dejó clara y taxativamente fijado en su obra: Antología Integral del Son. CD, Virgin Records España S.A., 1999. Disco 1, Introducción.



Y sobre la interesante afirmación de Orozco cuando consigna “factores específicos que marcaron también a zonas del centro y extremo occidental del país”, pues en dichas zonas se verificaron versiones muy antiguas de rumbitas y proto-sones tal como el sucu-sucu en Isla de Pinos, --que ya lo mencionamos en otro extremo--, siendo que estas creaciones musicales estuvieron relacionadas con las guerras de independencia, y de hecho estas creaciones musicales de la referencia, corresponden a los más remotos orígenes del proceso del nacimiento del famoso son cubano, y ya estamos en la segunda mitad el siglo XIX.





No solamente el investigador Orozco bajo comentario, hizo estas constataciones, también lo verificó el estudioso Radamés Giro, quien consigna el hallazgo de proto-sones en la provincia de Matanzas, cuando recién alboreaba el siglo XX: “En Matanzas también se hizo son, y el famoso compositor y tresero Chicho Ibáñez afirma que en 1906 compuso su primer montuno titulado Pobre Evaristo: ‘Era una tonada con tres o cuatro palabritas que uno ponía, y atrás le poníamos una frase repetida, el verdadero montuno para que todo el mundo la cantara. Así la gente respondía coreando […]’ Ibáñez compuso en Pedro Betancourt, su lugar de nacimiento, muchos de esos montunos. ‘Sin embargo, en aquellos años al son se le llamaba chivo allá en Cárdenas. Le llamaban así porque eran como chismes contados con sátira […]. En 1910 fue que comenzó el verdadero son.” Importante descripción del chivo, –chismes divulgados en forma satírica--, o del son, por parte de Radamés, Giro: 1998, p. 201.





Pero el son, como lo vengo afirmando, tiene como progenitora a la rumba, y la rumba, como madre tiene a la antigua guaracha, precisamente en abono de nuestra tesis, afirma el investigador Argeliers León dejando en claro la antigüedad de la rumba como antecedente directo del son; y no solamente eso, además de anotar y consignar y relievar la antigüedad de la rumba, también se preocupa en resaltar, la presencia, formación, dirección y proyección de España en la cultura musical cubana siempre, leamos cuando dice que hay: “una serie de rumbas, a las que se le atribuye gran antigüedad (se les dice rumbas de Tiempo’España)”… y esa expresión ‘Tiempo’España’ es frase repetitiva en  y de todos los soneros que se precien de tales, no solamente en Cuba, también en New York y el mundo entero, tal como se puede verificar fácilmente hoy mismo; y además, agrega nuestro aludido y estudioso León, que la guaracha está dentro de los ritmos y danzas y canciones antiguas de Cuba, por eso afirmamos que la Guaracha es la madre de la rumba, leamos con atención la siguiente nota: “de este tipo debieron ser los bailes de los cuales los cronistas del siglo pasado dejaron algunos nombres, sin describir el contexto de canto, baile, instrumento y ambiente en que se producían, limitándose a situarlos entre las clases bajas, en las casas de cuna, o entre la gentualla. Al respecto se han mencionado bailes (algunos ya los hemos consignado en capítulos anteriores), como el tumbantonio, la culebra, el chin-chín, el papalote. Alusiones a estos bailes fueron recogidas en muchas guarachas, y sirvieron para titular algunas contradanzas y danzas que incorporaban pasajes de sus melodías.” Cita muy reveladora y que nos permite fijar posiciones sobre suelo firme, gracias a don Argeliers León: 1981, p. 143.


Con la seriedad que se caracterizan los estudios de León, nuestro autor comentado apela a las investigaciones que hizo de la música cubana del siglo XIX, el musicólogo anglosajón o norteamericano Peter Manuel, en su importante libro Creolizing Contradance in the Caribbean, donde revela los estrechos lazos de la pulida y urbana y elitista contradanza, con la popular guaracha y las rumbitas y demás creaciones que degustaba y cultivaba el pueblo llano, leamos entonces: … “los lazos entre la contradanza y las canciones vernáculas eran directas. En primer lugar, los compositores de contradanzas tomaban prestado con liberalidad de las canciones populares de la época, y composiciones como “Cambujá” [Contradanza del compositor habanero Lino Coca, ca. 1857] deben haber sido imitaciones estilizadas de guarachas, rumbitas u otras entidades efímeras, enigmáticamente mencionadas en ciertas fuentes del Siglo XIX [tales como: la karinga (o caringa), el siguemepollo, el tumbantonio, el chin-chín, la culebra, el atajaprimo, la bolanchera, el cariaco, el papalote, el juangrandé y el toro]… así lo consigna luminosamente Peter Manuel: Creolizing Contradance in the Caribbean. Temple University Press. Philadelphia, 2009, p.76., … vale decir que los salones elegantes y decentes de los nobles de la sociedad habanera, siempre recibieron las producciones y creaciones populares, pero en forma tamizada o estilizada, y siempre la guaracha estuvo presente ahí, así nos lo hace saber entonces nuestro comentado Argeliers León: 1981, p. 24.


(Fin de la octava parte)


Lima,  10 de abril del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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