Tríada y quinta renacentista: esotérica y genial
representación musical del Tiempo. La clave musical
cubana que alimenta a la Salsa de hoy, es la tríada y la quinta renacentista
europea, y nada tiene que hacer África ahí. Historia de la Música Occidental.
Parte V
Por: Jaime Del Castillo Jaramillo
Antes de
hablar de Renacimiento en términos de la historia de la Música Occidental,
primero recordemos que dicho término «Renacimiento»
nace para la ciencia histórica cuando en 1855 el famoso y aún señero historiador
francés Jules Michelet la utiliza
formalmente; y el contexto real social-cultural histórico era denso, la
sociedad renacentista del siglo XV sentía y era consciente de que estaban
viviendo un franco contexto histórico de renovación y planteamientos nuevos, y
por lo tanto, la música expresaba ese espíritu revolucionario, y por cierto
copaba los más altos salones del poder y de la cultura y de la sociedad
civilizada y con grandes progresos y belleza y novedades.
Que mejor
pintura y fresco de esa coyuntura histórica que la versión del afamado teórico Johannes Tinctoris (1435-1511) quien en
sendo tratado de los años setenta del siglo XV sentenció: «Las posibilidades
de nuestra música han aumentado de manera tan maravillosa que parece ser un arte
nuevo, si puedo llamarle así, cuyo manantial y origen algunos sostienen que se
encuentra entre los ingleses». La calidad musical de los ingleses,
ya era viejo lugar común en ese contexto, así era el ambiente de dominio de la
música que avanzaba y progresaba y guiaba a la civilización occidental
insuflándose espíritu superior.
Sin
embargo, bueno es tener en cuenta que, treinta años antes, Martin Le Franc (1410-1461) ya lo había graficado mediante sus versos
en sendo poema donde se refería a dos compositores que debió de conocer cuando
era cortesano artístico y musical, de las riquísimas plazas palaciegas de Borgoña y Saboya, Guillaume Dufay (1397-1474) y Gilles de Bins, conocido como Binchois (1400-1460): «Porque han encontrado una nueva manera de alcanzar una animada
concordia […] y han adoptado la manera inglesa [la contenance angloise]».
Además, tanto Tinctoris como Le Franc habían señalado a John
Dunstable (1390-1453) como la cabeza visible de la escuela inglesa, por lo
tanto, ya había liderazgo y refinamiento superior en materia de composiciones y
músicos, y por cierto, Inglaterra había tomado la batuta en la materia, y para
bien de la civilización occidental.
Es
necesario e imprescindible, precisar aquí, lo siguiente, a manera de grandes
hitos: Primero, que se verificó gran cambio general en la música de los Países
Bajos, Francia e Italia y que se acentúa para el gran año de 1430; en segundo
lugar: que se reconocía la superioridad de la música inglesa, –la fuerte presencia
de prelados ingleses acompañados de sus cantantes en el Concilio de Constanza
impresionaron grandemente (1414-1418)–, Inglaterra estaba marcando un patrón y
matriz musical; y en tercer lugar: John
Dunstable (1390-1453) era el gran líder musical y reconocido como el responsable
de esos cambios.
Johannes Tinctoris, en otro
importante tratado musical del año 1477, precisó con maestría, las razones del
ostensible cambio: la cultura occidental exigía obras musicales nuevas y
destacables, la exigencia era de alto nivel y ello comienza a ser, toda una
conducta cultural civilizada en occidente, por eso mismo afirmó lo siguiente: «Aunque parece increíble, no existe una sola pieza musical que no haya
sido compuesta en los últimos cuarenta años que sea apreciada por los expertos
como digna de ser oída».
Ese era el
espíritu y el élan de la época renacentista, y tal como acontecía con las otras
artes y ciencias, pues la música estaba rebosante de nuevas ideas y proyectos y
direcciones, y la música con mayúsculas era primordial y destacada y destacable
y no por filosofías o razonamientos o pareceres simples: la MÚSICA occidental se impuso y brilló y
lideró, simple y llanamente, por la forma cómo sonaba, la misma que seducía
corazones, voluntades y decisiones individuales y colectivas, y así, se
abigarró la cultura occidental renacentista con ese gran componente.
No
olvidemos que la característica primeva y principal del fructífero Renacimiento
fue el destacable respeto por la naturaleza y tal como la sentía el ser humano
de ese evo. Por eso mismo, los pintores renacentistas se caracterizaron por
aplicar colores naturales a sus bellas obras, además relievaban los volúmenes
pictóricos mediante el magistral sombreado, y con una escala de tamaños
coherente y, se preocuparon en relievar, la perspectiva, para que la imagen
pareciera pertenecer al mundo real, había un sentido claro de sentar raíces
desde la sociedad misma.
Por su
parte, los arquitectos basaban sus diseños y proyectos en figuras, maquetas y proporciones
simples que el ojo pudiera reconocer inmediata e intuitivamente, y el objetivo
era muy claro: que parecieran naturales.
Si nos
atenemos a la conocida cronología propuesta por Johannes Tinctoris pues, el Renacimiento
musical se inicia, ya casi al mismo tiempo que la pintura de Masaccio y los proyectos
arquitectónicos revolucionarios del gran Brunelleschi.
Por cierto,
el gran espíritu e impulso provenía del firme deseo de reflejar la realidad tal
y como nuestros sentidos la captan, fue en ese contexto que apareció la gran
ambición y deseo que captar y atrapar en forma perfecta la realidad del tiempo,
--(experimentada mecánicamente y a principios del siglo XV, cuando se
fabricaron los precisos primeros relojes)--, y por cierto, para la música, se
abre otro ancho y vasto campo, cuando se buscó incesantemente captar la
realidad de la audición.
Similarmente a como
la pintura renacentista buscaba e invitaba al ojo humano a introducirse en lo
que parecía y simulaba una escena real, pues, por su lado la música
renacentista invitaba al oído a percibir auditivamente las extensiones de
tiempo que buscaban ser lúcidas, y donde la armonía aunada al ritmo, reconocían
y se legitimaban buscando la propia y esencial naturaleza de la audición.
Obviamente,
no hay pieza musical que pueda oírse en la realidad de la misma forma en que
una pintura puede imitar lo que se ve en la naturaleza, pero he aquí el genio e
ingenio creador e innovativo del músico renacentista, quien asume la filosofía
mecanicista de su tiempo, la misma que estaba preñada de matemáticas como
herramienta tan vital y cardinal y central en el pensamiento e imaginario
renacentista de su evo, y para aplicarlo bella, sutil y veladamente en su
música, y en la Música, incluyendo hasta interpretaciones esotéricas y
metafísicas en sus composiciones auditivas de alta inspiración intelectual y espiritual. Era un momento
histórico de eruditos y enciclopedistas, amantes del saber exotérico y
esotérico, tal como Platón y Aristóteles ya lo habían planteado como
grandes hitos desde su Grecia luminosa, faltaba más.
Esa es la
explicación central y esencial, de la aparición supuestamente preñada de naturalidad
de las seductoras tríadas musicales,
que no eran otra cosa que claves
esotéricas que los eruditos con afán habían escrutado y buscado e
investigado por años de años a partir de la profunda sabiduría griega, y sobre
todo con la sólida plataforma filosófica platónica y aristotélica: el TRÍO DIVINO, la SANTÍSIMA TRINIDAD, los TRES GOLPES AL LLAMADO DE LA
PUERTA CELESTIAL, etc., grandes secretos esotéricos muy en boga en el
Renacimiento, y ese fue su origen y generación, vale decir: esa fue la famosa y
célebre tríada musical, muy
recurrida y respetada y preservada, y que majestuosa y cerebralmente, se va a
combinar son los famosos ‘GOLPES
DE DESTINO’, o, las quintas
«justas» de Perotin, --(Beethoven se hará famoso y eterno
musicalmente, y precisamente por los esotéricos
5 golpes del destino o su célebre Quinta
Sinfonía)--, con ello Occidente y su cultura musical ingresa a otro plano y
dimensión, y la matriz o patrón musical de las tríadas y de las quintas, se cultivarán en adelante por siglos de
siglos. De hecho, con la música triádica y de quintas, tendremos omnipresencia
en y con las buenas y mejores tradiciones occidentales, tanto clásicas como
populares, tal como lo acabo de explicar.
Importante
es precisar aquí, lo siguiente: La
clave, vale decir, la llave de la música tropical cubana, es en verdad
de verdades, la suma de la TRÍADA Y LA
QUINTA de vieja tradición europea continental desde el renacimiento: La clave musical cubana que sedujo,
embrujó y conquistó al mundo, y que hasta hoy alimenta a lo que mal se llama
SALSA, --desde New York de los años 70’--, no tiene ningún ingrediente o
aditamento o participación o aporte AFRICANO en modo alguno (tierra de
cazadores y recolectores nómades, que nunca tuvo cultura musical siquiera
atendible o siquiera homologable a la poderosa y refinada cultura musical
occidental), la clave musical cubana
o el signo distintivo y esencial de la música tropical, sigue siendo y es hoy
por hoy, la base salsera vigente, y ésta: LA
CLAVE MUSICAL CUBANA tiene entonces en su alma y esencia, la pura y neta procedencia
renacentista europea al 100%: TRIADA y
QUINTA combinadas, ahí está su magia y su belleza y su ritmo y su patrón y
su matriz eterno.
La tríada es la versión perfecta, precisa
y preciosa de la música occidental, y ahí está su santo grial auditivo, de placer y belleza juntas, no por su valor como
sonido en sí; si no, por su exacta y diáfana representación del tiempo, y por cierto, en música, eso lo era todo, vale
decir: eso era el summun de la sabiduría renacentista musical, es en verdad de
verdades, la representación del tiempo, y en última instancia eso significaba:
encontrar el santo grial o hallar la piedra filosofal, para los músicos de
ese enjundioso contexto histórico-musical bajo comento.
Técnicamente,
las tríadas llevan en su seno tres notas obviamente, pero éstas se encuentra
mucho más interconectadas entre sí que un simple o mero intervalo de dos notas.
La tríada implica un anclaje o paquete musical completo encriptado.
Con la
tríada, el músico renacentista logró la OPUS
MAGNA de anclar y fijar y representar y evocar y atrapar el tiempo, pero
aclaremos que el tiempo no fue creado por esta música bajo comentario, sino que
mucho mejor aún: El Tiempo fue descubierto y fijado para siempre en y para la
música occidental.
La música
renacentista logró con la tríada, algo muy esencial: el oído musical se
compaginará o concordará con lo que vemos y con cómo es que lo vemos, ya que
logra lo central y vital: Ofrece el modelo
perfecto de cómo sentimos el paso del tiempo.
Y precisa y
exactamente en ese contexto bajo la referencia, existieron personajes notables
de la música occidental renacentista que no se pueden olvidar y dejar pasar por
alto, por ejemplo el extraordinario Guillaume
Dufay, –(mencionado ut
supra)-, quien era un
excepcional cantante desde jovencito y además compositor por décadas, y
engreído de palacios y casas solariegas nobles europeas, siendo originario de
los Países Bajos, vale decir era flamenco, pero su influencia llegó al norte de
Francia e Inglaterra, y junto a Dufay coexistieron
otros grandes hombres y nombres de la música, como el famoso flamenco Jean de Ockeghem (1410-1497), el galo Antoine Busnois (1430-1492) y los
anglosajones Robert Morton
(1430-1497) y Walter Frye. Por su
parte, Busnois y Morton formaron parte de la corte noble
de Borgoña, y ambos fueron seguidores del gran maestro Gilles de Bins o Binchois
en su desarrollo y difusión de las canciones galas.
Jean de Ockeghem, considerado un
experto y maestro consumado en la música y además erudito en los conocimientos
esotéricos de su tiempo, pues comienza a producir musicalmente, en forma
notoria a partir de 1450, sobre todo en el período en que sirvió para la capilla
real francesa, cuando gran grupo de clérigos y músicos viajaban con el rey galo
para su solaz y refinado entretenimiento espiritual. Ockeghem tuvo amistad con el excelso maestro Guillaume Dufay,
inclusive hay referencias de que se entrevistaron en Cambrai hasta en dos
ocasiones, tal como registra la historia. Se especula que el otrora gran
maestro Gilles de Bins o Binchois fuera el modelo y guía del
flamenco Ockeghem, ya que la mejor
misa está basada sobre la conocida canción de Binchois “De plus en plus”
(Más y más), no solamente eso, sino que faccionó una destacable balada en
memoria del aludido Binchois, Morte tu as navré (Muerte, tú has herido).
Cuando a
mediados del siglo XX se realizó otra atenta mirada especializada y crítica
sobre la Música del siglo XV renacentista, pues se consideró a Jean de Ockeghem como el gran maestro
de lo arcano o esotérico en la música (como ya se dijo ut supra), donde se destacaba su facilidad y maestría para componer
relaciones rítmicas complejas con sendas manipulaciones ingeniosas del conocido
cantus
firmus. Ya se ha comprobado por los expertos y estudiosos que sus obras
están preñadas de la poderosa corriente hermética o esotérica, la misma que
estaba muy presente y muy en boga en el pensamiento y en el imaginario
renacentista, y lo más curioso: en plena coexistencia y convivencia con la
claridad filosófica, y en pleno auge del racionalismo y el humanismo; es más,
el reconocido intelectual y teórico Franchino
Gafori (1451-1522), escribió y se ocupó de las correspondencias refinadas y
exquisitas entre los modos musicales renacentistas y los planetas o sistema
planetario, y se descubrió y evidenció que gran cantidad de piezas musicales
renacentistas estaban calculadas con exactitud, correlato y precisión para
representar, cantidades de unidades rítmicas que eran el correlato, por ejemplo
con el nombre de «María» y para ello se
usó el número cuarenta considerando las letras de acuerdo a su posición en el
alfabeto.
No
solamente eso, el famoso Loyset Compère (1445-1518),
escribió una espléndida pieza en la que por alarde técnico y profesional
musical se menciona hasta a quince compositores distintos, y para dar muestra
de su refinado y exquisito arte musical complejo y bajo su dominio la inicia
convenientemente con la frase: «Omnium
bonorum plena» («Lleno de todas las cosas buenas»). Y se considera por los
expertos que dicha opus magna, fuera compuesta con ocasión del encuentro de las
cortes borgoñona y
francesa
en Cambrai en 1468.
Tampoco
debemos dejar pasar por alto que, todo este bello abanico y lujosa vitrina de
excelsos compositores antes mencionados, pues eran jóvenes genios y talentos,
que se habían dedicado al estudio de la música desde niños y con disciplina,
método y pasión, y muy tiernos ya habían logrado la gloria y su dorado espacio en
el poderoso sistema cultural europeo occidental.
Y como no
puede ser de otra manera y para mayor precisión y esclarecimiento, hay que
sentar aquí, el espléndido lugar de honor, que le correspondió al gran maestro Guillaume Dufay, considerado el astro
musical renacentista y al que con respeto y admiración lo saludaban como la «luna
de toda música y luz de cantores».
No
solamente eso, su escuela musical, y la personalidad e institucionalidad que
iba ganando la música occidental en general, se puede constatar y admirar
treinta años después, cuando en un fasto y gran día en la catedral de
Florencia, el gran maestro, --antes aludido--, Guillaume Dufay fue
rodeado de la sólida comunidad o corporación de músicos que legalizaron e
institucionalizaron su corporación; los mismos que fraternal y firmemente se
sentían compañeros en su nuevo gremio, y por cierto, con sus propias e ínsitas responsabilidades,
tradiciones y técnicas muy propias y especializadas de su gremio o corporación.
Es en ese
escenario y nuevo panorama, donde destaca otro joven talento quien se
convertiría luego en el hombre que tomaría la posta luminosa dejada por Dufay y lograría ser considerado y nombrado con honores,
como la siguiente luna de la música: Josquin
des Prez
(Fin de la
quinta parte)
Lima, 1°
de febrero del 2016
Jaime Del
Castillo Jaramillo
Abogado
egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta
con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio
profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo
‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en
Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y
epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional
en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis:
“Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático
universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”,
“Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”;
“Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social,
articulista y conferencista.
http://fororepublicanoperu.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
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