domingo, 6 de noviembre de 2016

La Rumba africana, salvaje y libidinosa, fue domesticada por Europa en Cuba. Nicasio Estrada Mora, Alcalde de La Habana, con Decreto del 6 de abril del año 1900, prohibió el uso de tambores y de rumbas africanas. Géneros musicales de raíz europea nacidos en Cuba. Parte IV




La Rumba africana, salvaje y libidinosa, fue domesticada por Europa en Cuba. Nicasio Estrada Mora, Alcalde de La Habana, con Decreto del 6 de abril del año 1900, prohibió el uso de tambores y de rumbas africanas. Géneros musicales de raíz europea nacidos en Cuba. Parte IV



Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo




Como lo expliqué y lo detallé en otros envíos, la rumba de solar o de callejón en sus inicios, eran bailes o danzas o simplemente rústicas expresiones lúbricas o libidinosas en grado sumo, por lo tanto, causaban asco, escándalo y repulsa en la sociedad educada y culta de Cuba, vale decir, la rumba africana era considerada una ofensa a la moral y a la acendrada educación occidental y cubana, por eso es que fueron rechazados y repudiados y tratados como salvajes, sus practicantes africanos en Cuba.



La rumba, --de movimientos y retorcimientos primitivos o salvajes y libidinosos en la supuesta danza o baile, y que incluían al ‘vacunao’ sexista en el guaguancó--, fue salvada y domesticada y educada y civilizada cuando fue llevada al teatro cubano, tal como también lo expliqué en otro envío, y con lujo de detalles, incluyendo nombres de autores, cultores y compositores; la rumba africana entonces, fue desbrozada, tamizada y adecentada para su difusión teatral. En suma, Europa y España adoctrinaron a la rumba africana, la ‘evangelizaron’ o la ‘exorcisaron’ por así decirlo, y así de sencillo y de fácil, y para la posteridad y sin solución de continuidad.



Ese adoctrinamiento y civilización y domesticación europea de la rumba africana, fue similar en proceso y finalidad con la clave, y fue así y solamente así, que la clave fue admitida en los salones elegantes, decentes y de los personajes principales en Cuba, vía el género auténticamente criollo del genio musical cubano: El son.





No lo olvidemos, ni dudemos nunca, en el sentido que el son cubano, antes de obtener su carta de ciudadanía musical por todo lo alto, pues en su melodía, fue atravesando los mismos caminos que ya había trajinado el naciente y jovenzuelo danzón, es decir, que el son, también fue acompañado por los versadores, los congueros, repicadores, claveros, maraqueros, treseros y bongoseros, pero aun así,  nunca se obtuvo la personalidad y configuración definitiva del son en forma inmediata, fue un largo y lento proceso, estamos aún en el período del proto-son entonces, --y del que me explayé en otro envío, incluyendo a los autores e investigadores que abordan el tema in extenso--.



Y es que el son y el danzón cubano, desde sus orígenes o prototipos, siempre estuvieron acompañados por instrumentos musicales europeos, tales como, la guitarra, y el autóctono tres, –primo y segundo, y ambos derivados de la vihuela, bandola o guitarra española–, y por cierto: el ritmo era brindado en soporte por las maracas indígenas cubanas, y en algunos casos por la botijuela, así ha sido confirmado y probado y comprobado desde los albores musicales en Cuba, ahí está el famoso son añejo de la ‘Ma´ Teodora’ –que hasta el gran literato universal cubano Alejo Carpentier menciona en sus obras musicológicas como son cubano prototípico, como lo detallé en otro envío--, ahí está la leyenda y gran músico santiaguero Nené Manfugá, o el inmortal Pepe Sánchez, entre otros trovadores que trajinaban y  recorrían con sus estudiantinas o agrupaciones musicales, todos los barrios en Santiago de Cuba  difundiendo las antiguas guarachas, boleros y sones, los mismos que nacían de la improvisación y versación en picarescas estrofas, que comentaban los sucesos más salientes ocurridos en la ciudad, --por eso es que en algunos lugares al son cubano se le llamaba ‘chivos’--.





El son cubano, nació al amor del multicultural crisol del pueblo criollo de cubita la bella, noble pueblo antillano de todas las razas y de todos los colores, y la musical cuna del son fue mecida entonces: por el mulato, el blanco, el mestizo, el negro, el guajiro, etc., y con la alegría de la gente humilde y modesta; y llegará mucho después a los salones elegantes y de los principales y notables de la alta sociedad cubana, con la intercesión, mentoría y padrinazgo del danzón como ya lo expliqué.



Como afirmamos en otro envío, el Danzón cubano tan generoso y tan libre de todo africanismo, --porque el danzón es hijo de la danza, y nieto de la contradanza francesa traída a Cuba--, pues bien, el Danzón cubano con su baile suave, plácido, elegante y pausado, sufrió el embate potente y atroz de los bailes americanos dinámicos y fluidos y enérgicos traídos a Cuba, tales como el fox, el charleston y el black buttom; y volvemos a repetir, el son cubano que tuvo como mentor y patrón al Danzón para su ingreso y obtención de carta de ciudadanía en la capital y en los salones de la gente principal de Cuba, se vio favorecido con estos bailes norteamericanos antedichos tan dinámicos y movidos; y por lo tanto, el tan mencionado son cubano termina de asestar el golpe letal al Danzón y se impone como preponderante género musical criollo y original de Cuba, y que por cierto era más movido y rítmico con respecto al cadencioso Danzón.




No podemos negar tampoco y en modo alguno que, terminada la Primera Guerra Mundial, y ya en la posguerra, el Jazz se expandió al mundo entero, como un signo del triunfo y preponderancia del poder político, económico y cultural norteamericano que asumía el liderazgo universal.



Y, como bien sabemos, el Jazz norteamericano fue aceptado, cultivado y adoptado en Europa con ímpetu y frenético entusiasmo; Europa herida, doliente y en escombros, quería olvidar y con afán, los horrores y terrores de la maldita guerra mundial, y para ello le sirvió de mucho vestirse con el exótico traje del snobismo y así espantar los fantasmas de formas estéticas y de tradiciones académicas que con su acartonamiento usual les traía más dolor al recordar una cultura y un imaginario que los hipnotizó y los engañó llevándolos directamente a la muerte y a la destrucción y a la locura, la realidad les mostró su rostro fiero, espantoso y terrorífico, y por lo tanto, buscaban y querían con y a través del Jazz norteamericano espantar y exorcizar a todos esos horribles demonios, traumas y fantasmas de la conflagración mundial acaecida y bajo comento.



El mundo cambió en forma rotunda y definitiva tras la Primera Guerra Mundial y con sus potentes y malevos bombardeos y destrucciones masivas materiales, también de paso y simultáneamente, destruyó, pulverizó y bombardeó gran parte del bagaje cultural decimonónico, y distintos sectores del arte entonces fueron derrumbados, descoyuntados y destruidos, y emergieron nuevas tendencias, y se crearon nuevos ambientes mentales, artísticos y culturales, que como signo distintivo de posguerra aparecieron para no reconocer antiguas escuelas artísticas ni estéticas, ni mucho menos jefaturas de ningún tipo, se comenzó  exaltando el exotismo y la novedad y lo surrealista.




Fue en ese contexto y escenario y panorama que apareció en París la diva Josephine Baker, la novedosa y sugestiva bailarina y autora de la danza de los plátanos; así mismo, hacia Europa también se dirigieron excelentes y espléndidas compañías de óperas y operetas sureñas norteamericanas; inclusive fue en París que destacó y brilló el excepcional saxofonista Villa de Cuba, proclamado en la Ciudad Luz como ‘El rey del saxofón’, fue el gran músico de los cabarets de Lutecia, entre otros músicos y artistas norteamericanos que brillaron y triunfaron en Europa.



 El Jazz fue tan influyente y centrípeto para Europa y el mundo, que se coronó llegando hasta las cumbres de la música clásica, y también para múltiples películas de la época, y por lo tanto, con y en esa corriente muy fuerte a su favor, pues florecieron las famosas jazzband; y no solamente eso, grandes y celebrados compositores máximos de la música clásica –como se ha dicho--, tales como Igor Stravinsky, Erik Satie, Maurice Ravel entre otros, se inspiraron en los nuevos ritmos y estructuras del Jazz y procedieron a generar nuevas tendencias en la música, y fue en esa línea que aparecieron los ultramodernistas e impresionistas tan criticados en la música clásica.



 En cuanto a la muy antigua expresión musical: La Habanera, seguiremos la respetable y fundamentada opinión del reconocido musicólogo español Felipe Pedrell, quien nos hace entender que fue producto criollo cubano, pero que fuera transformada en España. Pero habría que agregar aquí, que La Habanera tiene sus antecedentes y ascendientes directos en la Contradanza francesa y la Danza cubana, incluyéndose los primeros Tangos españoles que abrevaron generosamente para la aparición de La Habanera en mención. En suma, La Habanera no tiene ninguna influencia africana en modo alguno. Además, existe La Habanera española que se diferenciaba por la distinta melodía y distintas notas de adorno, muy diferentes por cierto a La Habanera cubana.





En cuanto a otra expresión musical no menos importante: la Criolla cubana, esta fue una modalidad muy apreciada del cancionero en Santiago de Cuba, y fue cultivada y desarrollada por los maestros Jorge Anckermann y Luis Casas, a quienes se les considera los pioneros en su cultivo y difusión, y con el mismo ritmo de antaño también fue un adelantado cultor el gran músico Sindo Garay que integró el célebre y universal Trío Matamoros; el maestro Garay cuenta en su haber el transcribir la guaracha dominicana titulada “Dorila”. La Criolla entonces, es otra expresión musical cubana que está libre de toda influencia africana y extranjera en general.



No olvidemos las palabras de oro del gran maestro y reputado folklorista y renombrado compositor español Manuel de Falla, cuando dijo de las geniales creaciones musicales criollas de Cuba, que son “algo verdaderamente admirable y en cierto modo único dentro de la música universal”.



Y es bueno mencionar aquí, a los grandes maestros cubanos que exaltaron el genio criollo musical cubano sin ninguna influencia africana, tales como el gran compositor Palau, los nobles hermanos Maury, los Anckermann, Roig, Lecuona, Grenet y otros talentosos autores de zarzuelas costumbristas, llenas de verdaderos cubanismos, entre muchos cultores y compositores de valía de la cubanía musical.




La Canción, por ejemplo, es otra creación musical criolla cubana libre de toda influencia africana también, y es que La Canción era una forma elevada de expresión musical, y sus contenidos se referían a los ideales cubanos, tales como la Patria, o la Religión, o el amor, etcétera, y se cultivó desde muy antiguo y con verdadera importancia y celo, inclusive devino en la nueva modalidad a finales del siglo XIX de sustituir a la Canción patriótica. La Canción es un género musical cubano que sí fue influido plenamente por la música italiana, porque no debemos olvidar que la escuela musical italiana influyó en muchos países, y desde el revolucionario siglo XVIII.



La Canción en Cuba alcanzó varias modalidades, pero hay una que es muy desataca y que cultivó el maestro Gonzalo Roig, quien fuera competente Director de la Orquesta Sinfónica de Cuba, y quien presentó hasta dos ritmos distintos.



Como ya referí en otro trabajo o envío, la rumba primitiva y las expresiones de baile y cantos africanos en Cuba, fueron prohibidos, repudiados y perseguidos, porque no solamente eran fuente de escándalos, borracheras, peleas y asesinatos, sino que esas prácticas ofendían a la moral pública y a la decente educación del pueblo cubano, y para probar nuestra afirmación, hacemos mención del decreto expedido por el doctor Nicasio Estrada Mora, a la sazón el Alcalde Municipal de La Habana, siendo que la acotada norma legal se publicó en la Gaceta Oficial del gobierno central, para el 6 de abril del año 1900, coincidiendo en el contexto de la primera intervención norteamericana contra Cuba, y en la mencionada norma legal o decreto de la referencia, se prohibía el uso de tambores africanos y el tránsito por las calles de los Tangos, Cabildos y Claves. Vale decir, que había rechazo y repulsa y execración contra las expresiones bullangueras, exóticas y libidinosas de los bailes y danzas y cantos africanos en La Habana, y por ello mismo es que se prohibió expresamente el uso de todo tipo de tambores africanos y se prohibió también la práctica de las comparsas callejeras de manifestación o expresión africana. La cultura y educación y moral europea y española de predominancia en Cuba se impuso, y condenó y repudió y persiguió las prácticas primitivas y salvajes del africanismo en Cuba.



No se puede pues, afirmar y usar alegremente el término de música Afro-cubana, porque en verdad de verdades y a la luz de las ciencias sociales, fueron dos expresiones musicales y de danza absolutamente contrapuestas y hasta enemigas e insostenibles; tanto por la grave y ostensible diferencia en el idioma, en la instrumentación, el canto y el baile, y en Cuba misma.


(Fin de la cuarta parte)


Lima, 04 de mayo del 2016

Jaime Del Castillo Jaramillo

Abogado egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo ‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y conferencista.
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