Trovo Alpujarreño: antecedente matriz de la improvisación
musical cubana. España es la gran madre y maestra
musical en Cuba. Música cubana criolla de antecedentes europeos principalmente.
Parte I
Por: Jaime Del Castillo Jaramillo
Siempre he
sostenido que no existe la música
Afrocubana, es imposible que exista, por muchas razones, en primer lugar,
porque el idioma español no es compatible en modo alguno con el idioma africano
en sus diferentes dialectos y lenguas, por lo tanto no hay homologación alguna
entre el cantar cubano español y el cantar africano.
En segundo
lugar, no hay antecedentes en África, ni los más remotos de los géneros
musicales cubanos propiamente dichos tales como el son montuno, el son, la
rumba, la guaracha, el cha cha chá, el mambo, el guaguancó, etc., es decir, en
África no existe el prototipo mínimo o siquiera parecido en algo, con los
géneros musicales cubanos antes mencionados.
En tercer
lugar, la gramática, las licencias poéticas, la métrica, la ortografía, poesía
etc., propias del arte de la literatura del idioma español, --(y de donde
tomaron los creadores de los géneros musicales cubanos antedichos)--, no existen en el idioma africano, no hay
homologación alguna.
Es más, la
música africana propiamente dicha, fue sometida y en verdad de verdades sufrió múltiples
influencias foráneas, es decir siempre fue alterada y modificada, y estamos
hablando de mucho antes de la llegada de los europeos o la raza blanca europea
al continente africano; en forma específica, estamos afirmando, con el respaldo
de los estudios científicos sociales que la música africana no es tal en
puridad, ya estaba modificada y alterada muchísimo antes de la llegada de la
cultura occidental o europea, está más que probado por las investigaciones de
las ciencias sociales, que los hábiles y laboriosos comerciantes chinos, así
como los comerciantes y exploradores de la India, ya habían visitado el
continente africano, y ya habían dejado su huella cultural, y en la música por
cierto que dejaron su huella y su clara influencia.
Asimismo,
está más que suficientemente probado que la influencia significativa de la
refinada y enjundiosa cultura árabe, fue muy profunda, según lo prueba la
música del África oriental y de Nigeria, donde se usan de antiguo, instrumentos
del Oriente medio, y por si fuera poco, también se usa la vocalización de, para
y en la ornamentación, utilizando técnicas árabes ostensiblemente.
Y por si
fuera poco, los misioneros católicos europeos, muy celosos en la difusión de su
doctrina católica, y decididamente contrarios a cualquier música pagana, pues
hicieron todo el esfuerzo habido y por
haber, y por cierto que cambiaron las prácticas musicales africanas, por himnos
occidentales traducidos a las propias y originarias lenguas africanas, luego de
arduo y laborioso y paciente trabajo, y ello está muy suficientemente probado
por las ciencias sociales.
Ahí no
queda todo, al comienzo del siglo XX, casi todo el continente de África estuvo
dominado por la Europa imperialista, y eso significa cultura occidental en África, que sacó del subdesarrollo mental, cultural y espiritual a grandes
sectores de los africanos; la ciencia y la tecnología, la educación y el arte,
ingresan al África modificando conductas, prácticas y pensamientos, y esto es tan pero tan
cierto, que para los decisivos años de 1930 y 1940 se intensificó la
introducción de tecnología aplicable a la grabación sonora y a la radiodifusión,
por lo tanto, la comunicación con el mundo siempre estuvo abierta y a
disposición, esto cambió formas y maneras y costumbres vinculados a la música,
por lo tanto trajo muchas consecuencias, por ejemplo en Ghana se combinaron los ritmos locales (akan y ga) con
orquestaciones del jazz europeo; el soukos zaireño , una rápida música de
baile, adoptó las tonadas del lamelófono
a la guitarra eléctrica, añadiendo inclusive un vibrante compás de tambor, pero
como no podía ser de otra manera, los sectores más retrógrados de la población africana
se opuso a estos cambios y adelantos y progresos en 1960, y por lo tanto algunos
dirigentes se opusieron a estos cambios y modificaciones y buscaron revalorar
su primitiva cultura nativa. Sin embargo, el sector más culto, progresista y
lúcido de la música africana emigró a los grandes focos culturales musicales
como París, Londres, y Washington, entre otros.
Por lo
tanto, era y es ridículo que en los años 30 y 40, en Sudamérica y en especial
en las Antillas o en Cuba, el negro, --que ya no era africano, era
afrodescendiente por cuestión nominal, pero realmente era ciudadano republicano
cubano a secas, sin importar si era negro o mestizo, o blanco o indio--, pretenda
vivir de espaldas al siglo XX y busque hacerse notar como negro africano con taparrabos y lanza y flechas, vale decir, en
teoría, al negro cubano de los años 30 y
40 no le interesaba el desarrollo social, cultural, económico y político occidental
que hacía progresar a su Cuba ya republicana, y muy al contrario optaba por el
salvajismo de sus abuelos africanos que nunca conoció, esa teoría que responde
a la errada denominación de Música
Afrocubana, es irreal, ilógica, inaceptable, irracional, retrógrada,
solamente podemos entender ese absurdo, como pose o estrategia mercantil o
comercial, para vender y comercializar música cubana, y artistas, y turismo en
Cuba, y fuera de Cuba, pero no más.
Y es que la
denominación de música Afrocubana es
falsa y convenida, y no tiene asidero en términos reales y científicos
sociales, por ejemplo en el mito y farsa de que en el punto y el zapateo cubano
se identifican elementos rítmicos de origen canario, eso no es así, porque la
décima y el zapateo cubano no homologan como de origen canario como se cree y
se hace creer comúnmente en Cuba misma, sino que la décima y el zapateo cubano
es directamente de procedencia andaluza, o española propiamente dicha; es más,
hay probanza científico-social, que las derivaciones de las subdivisiones del
compás y su relación con el concepto cubano de sandunga, también tiene procedencia
española; y también hay mucha probanza científico-social, que los primevos
elementos rítmicos de la música cubana nunca llegaron de Africa, sino de
España; es más, hay documentación que prueba y comprueba que el famoso “Son de la Má Teodora” es en realidad una canción-danza
sesquiáltera, y nunca sendo “calco de romance extremeño”
como erradamente sentenció Alejo
Carpentier; entre muchas investigaciones que prueban que no existe la
música Afrocubana, en todo caso podríamos hablar de música Hispano-cubana y no
de afrocubana, y en puridad de verdades debe hablarse de música cubana a secas,
y punto.
No se puede
obviar o soslayar las fuertes y serias evidencias de que en las antiguas
contradanzas que se ejecutaban musicalmente en La Habana y a mediados del siglo XIX, ya existía y se puede
verificar trazos del “montuno” muy característico
del son; hay también sobradas y firmes evidencias de que en La Habana fue donde se reunieron todos
los elementos, formas y factores que dan lugar al nacimiento del son.
Se
establece que el punto y el zapateo fueron los autóctonos, originales y primeros géneros musicales de la
nación cubana, el primer impreso musical de un zapateo criollo, se verifica
para 1855, específicamente lo encontramos en el Álbum Regio de Vicente Díaz de Comas, pero es altamente posible
encontrar más referencias sobre su existencia y praxis desde mucho antes al
acotado año de 1855.
Las características
estructurales del punto y del zapateo cubano bajo comento, se han
mantenido casi inalterables por más de dos siglos, y es obvio que el punto y zapateo cubano de la referencia, guardan estilos musicales
emparentados muy directamente con las canciones y danzas españolas de los siglos XVI, XVII y XVIII, tan es así,
que el punto y el zapateo cubano pueden ser considerados
como géneros musicales netamente hispanos en Cuba y de Cuba, y por lo tanto
África nada tiene que hacer ahí.
África nada tiene que hacer ahí.
Para mayor
abundamiento y enjundia académica, sobre el origen, estructura y natural
desarrollo del punto cubano, la especialista
y reconocida musicóloga María Teresa
Linares confirma y concuerda con la afirmación del reconocido estudioso Argeliers León, tal como lo podemos
comprobar y corroborar al leer su importante obra La Música entre
Cuba y España, donde la musicóloga de la referencia, sentencia que “Argeliers León se refiere al asentamiento «a lo largo de los siglos
XVI, XVII, XVIII /…/ de grandes y pequeños propietarios /…/ en los cuales se
operó un proceso de ruralización de unos elementos culturales hispánicos que
primero habían tenido su asiento en medios urbanos elementales» (en aquellos
núcleos urbanos se habían hecho décimas y se había bailado el zapateo).”
En la misma
perspectiva, dirección y proyección también se pronuncia el musicólogo cubano Rolando Antonio Pérez quien confirma
esta mencionada teoría al escribir que “…durante los siglos XVI, XVII y
XVIII se manifestó en Cuba una tendencia hacia el poblamiento de las zonas
interiores y hacia la ruralización de rasgos hispánicos que antes tuvieron por
sede las ciudades…” así fue sentenciado en su importante obra: “La binarización de los ritmos ternarios africanos en América Latina”,
Ediciones Casa de Las Américas 1986, p. 68.
Es claro,
ostensible y contundente, por las evidencias históricas, sociales, económicas y políticas que, el origen y proceso
de evolución del punto y el zapateo se inició en los centros y
focos urbanos, para luego dirigirse y posicionarse en las zonas rurales,
marcando y definiendo el proceso natural de expansión, culturización y
crecimiento integral de la Isla.
Los estudiosos antes
referidos tales como Argeliers León
y Rolando Pérez, de hecho que se
están refiriendo a las importantes ciudades de La Habana y Santiago de Cuba,
centros urbanos en los cuales bullía y latía intensamente y prioritariamente la
actividad social, cultural, económica, comercial, política y militar de Cuba
desde el siglo XVI, sobre todo porque la Isla de Cuba tenía relevante y clave liderazgo
como puerto internacional insoslayable en la imperial e hispana “Carrera de Indias”, porque Cuba era paso obligatorio de
carga y descarga comercial, militar y política, era entonces, firme y seguro itinerario,
ya previamente fijado, y que obedecían todos los galeones y demás navíos
españoles que transportaban importantes mercancías entre Sudamérica, las
Antillas y la metrópoli. Es más, por ese intenso trajín y esa relevancia clave
estratégica, comercial y militar y política que hemos referido líneas arriba,
es que Cuba fue convertida rápidamente en importante constructora de navíos de
todo tipo.
Ya se ha probado entonces,
que es falsa la procedencia canaria del punto
y el zapateo cubanos; y llevó a
error a muchos, el hecho que fue muy notoria y muy grueso el número o población
de inmigrantes canarios en las zonas agrícolas de Cuba, lugares donde también
se originaron esos géneros autóctonos de canto y danza antes referidos.
Se probó
científicamente que en las Islas
Canarias nunca existió algún género musical cuya estructura central sea la improvisación
poético-musical, la misma que haya servido como base o antecedente directo para
el posterior desarrollo del punto cubano bajo comento.
El antecesor
directo del punto cubano, se ha
detectado después de arduos trabajos, y, serias investigaciones, a partir de la
fuerte e intensa actividad comercial entre el importante puerto de Sevilla con todos los puertos del Nuevo Mundo o Sudamérica y las Antillas,
por ahí se detectó la directa influencia andaluza en el punto cubano. Y es que, en Andalucía
existe un gran espacio geográfico pero con cultura musical propia, original y
única, donde se cultivó, se preservó y se practicó, y es más, aún se practican estilos
y formas netas de improvisación
poético-musical.
Este espacio geográfico pero con cultura musical
propia, original y única de Andalucía,
a la que nos hemos referido, está ubicada exacta y geográficamente en una gran extensión,
que comprende la comarca de La Alpujarra (Granada y Almería), inclusive
se incluyen otras zonas más del sureste español, nos estamos refiriendo a la
provincia de Murcia, y también, nos
referimos al norte de las provincias de las mencionadas Granada y Almería y
también se comprende el sur de la provincia de Albacete.
En este espacio geográfico pero con cultura musical
propia, original y única de Andalucía,
a la que nos hemos referido, y precisamente la que hemos descrito y demarcado
líneas arriba, pues musicalmente ahí se verificó, --por los expertos y
estudiosos--, que tienen, cultivan y practican el estilo nato y neto del repentismo poético-musical, llamado en
ese gran espacio cultural-musical de la referencia: “Trovo Alpujarreño”.
Ese “Trovo Alpujarreño” bajo comentario, de
hecho y musicalmente, es el antecedente directo, y por lo tanto, el predecesor
neto y exacto, y el modelo del punto cubano; y es que el “Trovo Alpujarreño” tiene como estructura base: el intercambio dialogado de improvisaciones,
pero respetando ciertos patrones melódicos tradicionales, y además corre sobre un
metro poético prefijado, muy típico de la literatura del idioma español, y por
lo tanto, el “Trovo Alpujarreño”
está estructurado y se proyecta de manera muy exacta y homologada y tal como se
desarrolla el punto cubano, aquí
tenemos entonces, al antecedente claro, diáfano y preciso del punto cubano, y África no tiene nada que ver ahí.
Cuando los
investigadores, expertos y estudiosos, profundizan sobre los antecedentes del
mencionado “Trovo Alpujarreño” de Andalucía, logran verificar que es probado
género musical procedente de las ricas y enjundiosas tradiciones arábigas en España.
Los
estudiosos y científicos sociales lograron encontrar una precisa y preciosa
cita, que echa muchas luces sobre el tema que estamos aquí desarrollando, así podemos
leer lo siguiente: “…en el mundo árabe, la
improvisación es un arte arraigado desde el siglo VIII. La costumbre de
improvisar con un pie forzado aparece en multitud de textos musulmanes,
incluyendo Las mil y una noches, generándose incluso todo un sistema de juegos
poéticos basados en la repentización. El arte de la poesía improvisada, en
forma de duelos entre dos poetas, está suficientemente acreditado en
Al-Ándalus.”, así lo escribió en forma expresa y taxativa el
reconocido investigador Alberto Del
Campo Tejedor, en su luminosa obra titulada: “Trovadores de repente”,
impresa por el Centro de Cultura Tradicional Angel Carril, en Salamanca, año
2006, p. 68 a 78.
Para mayor
abundamiento, y precisiones necesarias sobre el “Trovo Alpujarreño”, tenemos que agregar que, el trovo en general puede ser “cantao”, o, también puede ser “hablao”.
Cuando se usa el estilo del trovo “cantao” pues
entonces: “…la música marca los versos y el número de sílabas que
ha de decir el trovaor... El cante suele hacerse rajao, casi a gritos, hasta el
punto de que, en ocasiones, resulta dificultoso entender lo que dice el
trovador. Con frecuencia, se inicia la primera sílaba de la quintilla con un
quejido (un ¡Ay!), que no vuelve a hacerse cuando se repite el verso.”,
es lo que precisó expresa y taxativamente, el investigador R. Fernández Manzano, junto a otros expertos, en la obra conjunta: El trovo de la Alpujarra, publicado por la editorial del
Centro de Documentación Musical de Andalucía, 1992, p. 27.
Esta cita ut supra, es extremadamente esclarecedora y luminosa, porque
marca en forma precisa y exacta la similitud con el estilo y forma y ejecución
del punto cubano, donde la voz del cantante
cubano es forzada en muchas oportunidades y en los tonos agudos, a tal punto de
emular un quejido o lamento estridente, tan y exactamente como se ejecuta el “Trovo Alpujarreño”.
Y por si
fuera poco, esta mención concuerda perfectamente con una referencia de la
investigadora María Teresa Linares,
donde nos dice para mayor enjundia y sabiduría, en su ya citada obra La Música entre Cuba y España, que “… ya en esos años
[del siglo XIX] Pichardo consideraba el llanto o el ay-el-ay como nombres
antiguos del punto”. Y, la misma experta bajo comentario, nos dice
más adelante y, citando a Salas Quiroga,
cuando se refiere también al siglo XIX, que el punto era “…un continuado monótono grito,
empezaba con impetuosidad y concluía con una cadencia que imitaba bien la
languidez y la molicie…”.
El trovaor alpujarreño en verdad de
verdades, improvisa sus versos en quintillas. Vale decir, que los cantos
españoles siempre guardaron belleza, la belleza que otorgaba la literatura
española y sus reglas y licencias, y el “Trovo
Alpujarreño” nunca fue la excepción, y esa escuela y cultura hispana es la
que asimila totalmente la música cubana. La quintilla, como es sabido, es “una estrofa de la métrica castellana que consiste en cinco versos de
ocho sílabas (octosílabos) o menos.” Y, la quintilla, como ya está
estudiado, confirmado y consolidado, en el sentido que: “fue utilizada
frecuentemente en el teatro clásico del Siglo de Oro, en partes narrativas o
líricas, o asociadas a estrofas de menos versos durante el siglo XV en la
lírica cancioneril, así como en grupos de dos si formaban parte de estrofas
mayores como la décima o la espinela.”
La quintilla fácilmente podía convertirse
en décima, y como sabemos la décima es la estrofa característica
del punto cubano. Y para mayor
asombro, se ha probado y comprobado que el punto
cubano, es un género musical que fue exportado hacia las Islas Canarias, no es que las Islas Canarias hayan enseñado el punto
a Cuba, es todo lo contrario, es al
revés entonces. Por lo tanto es absolutamente falso que el punto cubano proceda de las Islas
Canarias tal como ya lo hemos adelantado, y precisamente en las mismas Islas Canarias se le llama a este
género musical “punto cubano”, vale decir, España reconoce expresamente la
procedencia indiana en general y cubana en especial del punto cubano.
Y para mayor
abundamiento, o abono de nuestra posición, traemos a colación al investigador Maximiano Trapero cuando afirma lo
siguiente: “La manera de cantar hoy las décimas en Canarias no sólo
es cubana, es que lo es incluso el nombre que lo designa: "el punto cubano".
Y lo son también la gran mayoría de las décimas que están en la memoria
tradicional de las Islas, que hablan de Camagüey, de Matanzas, de Cienfuegos,
de Santiago, de La Habana, de Pinar del Río..., como si de lugares canarios se
tratara. Hoy cualquier canario que cante o haya oído cantar décimas conoce por
aproximación la geografía de aquella isla caribeña, porque su toponimia ha
quedado fijada entre los versos que los emigrantes trajeron de allá.” Así
lo expresó taxativamente el acotado investigador Maximiano Trapero en su
esclarecedora obra: El libro de la décima. La poesía
improvisada en el Mundo Hispánico, editado por Las Palmas de Gran
Canaria, 1996, pp. 74 -75. De tal forma que en las Islas Canarias más conocen
de Cuba que de España mismo, por las canciones del punto cubano que circulan de
antiguo entre canarios.
(Fin de la primera
parte)
Lima, 13 de marzo del 2016
Jaime Del
Castillo Jaramillo
Abogado
egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta
con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio
profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo
‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en
Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y
epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional
en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis:
“Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático
universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”,
“Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”;
“Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social,
articulista y conferencista.
http://fororepublicanoperu.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
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