Música
Cubana es hija de la Escuela española y francesa estética renacentista: No hubo
posibilidad alguna de influencia africana primitiva. ESTÉTICA. Parte VI
por Jaime Del Castillo Jaramillo
En verdad
de verdades, España medieval fue opuesta a toda influencia de la moderna
corriente pictórica veneciana.
España fue
la única potencia imperial, --y que sometió a Sudamérica--, donde la
nacionalidad hispana y la política interna y exterior imperial, se mezclan o se
identifican plenamente con la religión cristiana católica y con sus doctrinas,
y de rey a paje.
Es la
nacionalidad española, --no solamente la política imperial--, con toda con su
cultura polivalente la que llega a Sudamérica, vale decir no solamente fue un
dominio político internacional o imperial el hispano, y sobre nuestra realidad
sudamericana, sino que España llegó a Sudamérica y otras colonias y reinos,
para moldear el espíritu, la educación, las costumbres, el pensamiento y el
sentimiento en general, imponiendo su religión en primera y cardinal instancia
e importancia, por lo tanto la Música europea con su traducción española es la
que dominará con sus patrones y matrices técnicos e instrumentales, sobre la
música cubana, siendo ésta la más relevante producción musical original caribeña
y de potente influencia sobre Sudamérica posteriormente hasta el día de hoy.
En buen
cristiano afirmamos lo siguiente: No hubo posibilidad de que las primitivas
costumbres musicales africanas, --(no se puede hablar de civilización africana,
y por lo tanto no se puede hablar de cultura musical o escuela africana)--,
hayan podido imponerse o dominar, o siquiera acompañar, a la celosa, monopólica
y dominante escuela musical española sobre Cuba desde la llegada española a la
Isla y desde el siglo XVI. Es un mito y una mentira monumental el llamar
‘Música Afro-cubana’ a los géneros musicales que alimentan a lo que hoy mal se
llama ‘Salsa’ como creación comercial en New York a fines de los años 60’ del
siglo XX.
Con el gran
emperador alemán Carlos V, al frente del reino hispano, se da la reconquista de
los heréticos a sangre y fuego; luego la expulsión, principalmente, en el
reinado de Granada, que llegaría a su culminación, con Felipe II, el sucesor de
Carlos V.
Fue en el Medievo, que España fue el único país europeo
que aprendió a vivir en contradicción y con la contradicción, y por y para la
contradicción, por eso que acoge influencias extranjeras pero a la vez las
niega y rechaza, al expulsar a los moros se mutila a sí mismo, mutila su propio
espíritu con perfil original de su arte; no olvidemos que, la batalla entre
Oriente y Occidente deja una perfecta mezcla, fusión y amalgama muy peculiar de
la península ibérica: el estilo mudéjar.
Este vivir
español con la contradicción y la afición al mismo tiempo, es la posición
política y cultural integral, que inoculará España en Sudamérica, es la gran
enseñanza y costumbre y proceder colectivo y espiritual y mental español, que
se hará carne y praxis común en toda Sudamérica que fue sometida por el yugo
imperial hispano.
Fue precisamente,
durante el reinado de Felipe II (1556-1598), --el gran sucesor del emperador Carlos
V (1516-1556) su padre--, quien fuera el gran recepcionista de diversas
tendencias artísticas europeas.
España, en sus
orígenes era un estado primitivo y grosero, y que siempre recibía mezclas
continuas de Oriente y Occidente, --tanto por su acceso directo al mar, como
por sus fronteras europeas mediterráneas--, así se verifica la influencia de
los orientales fenicios y bizantinos, teniendo a los visigodos como necesarios
intermediarios.
Luego
tendremos la poderosa invasión artística de los moros con sus tres períodos: el
de Córdoba, el de Sevilla y la monumental Alhambra.
No olvidemos
que fue en Toledo, donde se da la mezcla del arte cristiano con el moro, y que
produce el estilo mudéjar, que se nota con mayor nitidez cuando las luchas de
la avanzada cristiana. Tampoco podemos dejar de lado, la notoria influencia de
la invasión francesa de Cluny y el Cister.
En
definitiva los dos poderosos elementos: el oriental y el nacional español, conforman
lo que puede denominarse el arte español, y precisamente ahí está en forma
natural las contradicciones que España es generosa en recibir y mostrar, la
contradicción y la oposición conviven en España y es la base matriz misma de su
historia.
Precisamente
esa contradicción y oposición en convivencia, es lo que explica, la forma
particular del sentimiento religioso español: el misticismo católico español de
la Edad Media, se mantuvo incólume en la Península ibérica, mientras que en el
resto de Europa empezó a ser abandonada por anticuada; por eso es que Francia abandona
las sangrientas y crudas Cruzadas Religiosas, mientras que para España testarudamente
siguen teniendo vigencia.
Fue en España que se
acendró el misticismo irénico o de paz, vale decir la contemplación religiosa occidental,
así lo explican los tiempos del gran Fray Luis de León, llamado el “Horacio
cristiano”, con un claro y contundente sello humanista, que se acunó en la paz
conventual. La Iglesia Católica en España produce sus intelectuales y
pensadores al amor de los humildes y sobrios cuartos de reflexión cristiana
católica conventual.
Con el emperador Carlos
V, y con el Siglo de Oro Español, tendremos el cenit del misticismo ibérico,
con, Santa Teresa de Avila y con San Juan de la Cruz.
El
platonismo del Renacimiento se nota más nítido aún en el misticismo del Gran
Siglo de Oro español, por eso es que se relieva la disciplina amatoria de Platón,
como postura intelectual uniforme en todos los autores místicos del Siglo de Oro
hispano.
Pero, no nos
ilusionemos mucho ya que en España, el platonismo fue tosco y seco, propio de
intelectuales mediocres, y con respecto al resto de intelectuales de Europa y
coevos.
Por eso es
que brillaron para la cultura española, los que no se adscribieron al
misticismo platónico, tales como: Santa Teresa de Avila (1515-1582) y San Juan
de la Cruz (1542-1591).
Cuando va decayendo
el reinado de Carlos V se pueden notar dos grandes corrientes: la corriente
peninsular que tiene su raíz en Flandes, Alemania y Francia, por un lado, y la
corriente renacentista italiana por otro lado.
Fue el
mismo emperador Carlos V, quien se aficiona por la segunda corriente
renacentista italiana acotada, e inclusive el emperador alemán bajo comento,
hace de mecenas y manda traer artistas del extranjero, como por ejemplo, al
mismo Ticiano.
Pero el
espíritu español se hace sentir frente a esa recepción artística, y consideran
ficticio el arte italiano renacentista, y por cierto, lo alteran introduciendo
gustos personales, nacionales y religiosos. Felipe II, muy a pesar de su
espíritu profundamente religioso sigue la escuela de mecenas de artistas,
dejado por su padre. Y precisamente bajo su reinado es que se construye el
monumental edificio “El Escorial”.
Y
precisamente, al terminar el siglo XVI se percibe el carácter artístico
pictórico español expresado en su simplicidad y austeridad, en las figuras
sombrías y alargadas; y en arquitectura, pues la severidad del “El Escorial” no
es otra cosa que el hijo del sentimiento religioso nacional; y con mayor
nitidez se percibe la escuela artística española, en la escultura.
El artista
hispano colabora con los predicadores y hermosea las iglesias para inflamar el
espíritu religioso nacional, por eso es que en el primer tercio del siglo XVII
la escultura española gana un gran poder hierático y dramático.
Es obvio
que durante el reinado de Felipe II, existe la
gran intención de incorporar elementos artísticos extranjeros, era la
época del pleno desarrollo español y por cierto su sentimiento religioso estaba
al tope.
Francia por
su lado está pletórica de intención y acción estética en su gran siglo XVII, y
a ese espíritu y motivación se le denomina sin más: "Cultura", como
concreción feliz y modélica de su estado reflexivo y pragmático, en cuanto a su
correlato: pensamiento y arte.
Definitivamente,
estamos en el siglo neto y pleno del racionalismo, del racionalismo puro y
dominante, por lo tanto, para los artistas y los estetas del siglo XVII francés,
el arte, –-o lo llamado bello--, no es otra cosa que la presentación radical y frontal y nítida de lo
verdadero: "Nada es bello aparte de lo verdadero, y sólo lo verdadero es
digno de ser amado." (Boileau)
Francia
influyó fuertemente para todo el siglo XVII en Europa, París fue la Ciudad-Luz
en materia de arte y sobre todo por el racionalismo estético. Y ese
racionalismo estético llegará a Sudamérica y por cierto también a Cuba, donde
inclusive se abrieron escuelas de arte y música, de donde saldrían los músicos
excepcionales y los creadores de los géneros musicales cubanos, los mismos que
harían del danzón y toda la saga descendiente las delicias y las maravillas
musicales de querencia nacional cubana y mundial.
La tesis
central del pensamiento estético francés era que, existen en el ser humano dos planos
y dimensiones distintas, por un lado tenemos a la esfera de la sensibilidad, o la
facultad inferior, o la esfera inferior; y el otro plano o dimensión, es la
esfera superior, que no es otra cosa que la razón.
Entonces,
para poder pensar bien y actuar bien hay que subordinar completamente la dimensión
inferior a la dimensión superior, o sea, la razón es la que tiene que dominar
en materia del Arte. El plano o dimensión de la sensibilidad, es inferior, porque
ahí se asienta el plano de lo inestable, es la dimensión del cambio, y del
instinto: en ese nivel, no es posible aplicar la lógica, ni ejercer la moral ni
la religión. Y muy al contrario, en la dimensión o plano superior del entendimiento
y de la razón, ahí reside lo general, lo estable, y lo universal y lo masivo; vale
decir, ahí manda la regla y la ley.
Este
racionalismo galo marcará todo el despliegue de la Francia monárquica, y por lo
tanto, influirá directamente sobre las otras monarquías europeas que se
adscriben al modelo de organización francesa. Y así mismo influirán en los
nuevos reinos y ocupaciones y residencias francesas en Sudamérica y Cuba.
El arte
entonces, se regirá por reglas, y leyes rígidas, y no se saldrá de ese marco;
el Arte entonces, se halla al servicio del rey de turno, al servicio de la ley monárquica,
al servicio de la moral y por tanto de la religión.
Aparece el
arte moralizador como tendencia y escuela, hermanados van entonces, el impulso
creador y el impulso moral, por todo el siglo XVII y con toda naturalidad. La
gran doctrina es que, el arte debe producir goce con la belleza, pero ante todo
debe corregir.
Las reglas
estéticas del siglo XVII producen música de la más anti-musical, con una
naturalidad totalmente opuesta a su buen sentido, y por cierto, opuesta pues al
sentido común que la gente de ese siglo creía poseer.
En el
siglo XVII francés, aunque suene raro, no había expertos en estética en el
sentido estricto del término. Lo que se verifica es cierto número de artistas
que reflexionaron sobre su propio arte y
que escribieron en teoría y dogmáticamente y acerca de él.
El Arte poético
del sabio Aristóteles, influyó en los autores franceses, y el estagirita fue un sabio y naturalista de la
época de oro que le había tocado vivir en Grecia. Estudió entonces las ideas
teóricas que estuvieron en boga sobre la estética de los griegos, y
específicamente sobre Sófocles. Aristóteles no dicta recetas de Estética, sino
que establece científicamente las reglas artísticas de los grandes maestros de
tragedias y aun de los grandes comediógrafos.
Mientras
que el objetivo de Aristóteles había consistido en describir, pues los autores
del siglo XVII tienden a prescribir (los franceses por antonomasia), cual
legisladores del Parnaso, como se dijo en algún momento.
Los artistas
del siglo XVII estaban convencidos de que la estética es una ciencia normativa,
y no descriptiva. Se consideraban parte de una élite intelectual que dictaba leyes
sobre Arte, y además afirmaban que lo único universal, general y necesario son
las ciencias de la razón.
Consideraban
asimismo que, el instinto es una razón adormecida, y por lo tanto no deja de
ser razón en última instancia. Todo el desarrollo del Arte pertenece a la
esfera racional, y así será su carácter conscientemente. En suma, estos autores
ejercen la racionalización del instinto que tiene que imitar a la razón y que
realiza entonces el mismo trabajo que una razón muy despierta y activa.
Consideraban
también, que el gran artista, es el que tiene el genio y la habilidad
suficiente para imponerse al gran público con su obra, ya que todo artista es un calificado hombre de acción.
Se daba por descontado que entre el gran público y el artista debe haber un
lenguaje común, de lineamientos generales y, por consiguiente, de esencia
racional. Pero ello, no es posible enseñarlo nunca, ya que no existen recetas
al respecto.
Asimismo,
consideraban que de no existir la imaginación, la belleza caería en
insoportables lugares comunes y la uniformidad mataría al arte.
Sin lugar a
dudas, el gran y primer teórico del siglo XVII es Descartes (1596-1650), considerado
como el árbitro en la materia por los intelectuales de su evo, y Descartes
acepta que en la imitación de la verdad existe la misión moralizadora del arte,
siendo la razón su instrumento por antonomasia.
Descartes,
como se conoce es el verdadero creador del racionalismo tanto para Francia como
para toda Europa. Descartes, era, sin lugar a dudas, la conciencia de toda una época,
la época del clasicismo racionalista, por lo tanto, el intelectualismo en sí o
en términos estrictos, tiene su fuente mayor en el “Discurso del método” ahí
estaban los fundamentos y los preceptos para el buen pensar recto y correcto:
"No aceptar nunca como verdadero lo que con toda evidencia no reconocieses
como tal, vale decir, que evitaría cuidadosamente la precipitación y los
prejuicios, no dando cabida en mis juicios sino a aquello que se presente a mi
espíritu en forma tan clara y distinta que no sea admisible la más mínima
duda."
Descartes
racionalizó lo bello, afirmando que un objeto es tanto más bello cuanto menos
diferentes sean unos de otros sus elementos, y cuanta mayor sea la proporción
entre ellos. El concepto de medida y proporciones y número está implícito ahí,
y por eso agrega que esa proporción debe ser aritmética, no geométrica.
Descartes también
afirmaba que lo bello no es exhaustivo y que posee un elemento inasimilable, un
elemento de característica diferente. En la obra de arte hay algo que sobrepasa
la aprehensión total y completa, hay algo que se halla escondido, y algo
misterioso; y es aquí que se evidencia el genio del artista. El artista
autentico y bueno, no puede a veces explicarse a sí mismo por completo su obra.
Descartes
escribió, el “Compendio de la Música” para 1618, considerado un brillante
estudio psicológico y un destacable tratado científico, hay que dejar en claro
que no afronta en forma central los problemas estéticos, pero que permite
deducir interpretaciones estéticas. Quedó muy en claro que Descartes se
preocupó principalmente en las leyes matemáticas a las que obedece
necesariamente la buena música, por lo tanto hace mención a la técnica y física
de los sonidos, acordes, consonancias y disonancias. Descartes aborda en este
tratado, su teoría de las pasiones, y advierte sobre el sentimiento musical convertido
en una pasión. Por lo tanto, hasta los racionalistas más refinados tienen que
reconocer que la música, fue hecha con el fin de producir placer, con la
intención de procurar una atracción de la sensibilidad humana, con la finalidad
de lograr un encanto.
El medio de
la música es el sonido y por lo tanto hay que distinguir ahí: la duración, la
intensidad, la altura. Descartes entonces comienza por estudiar la duración,
luego la medida y el ritmo, y se afana por descubrir la naturaleza del compás,
la naturaleza de la duración de los sonidos, y de la medida pertinente.
Descartes se
adelantó a esbozar la intuición intelectual, concepto que se desarrollará mucho
tiempo después con el gran Inmanuel Kant. Descartes desarrolla los sentidos que
calculan, y que son inteligentes, y que no reaccionan de forma espontánea, sino
que también hacen cálculos, y que para Leibniz, todo ello pertenece al campo de
la razón inconsciente.
Descartes
había mostrado y demostrado la potencia y la dominación universal de la razón
en el campo de la investigación; sin embargo, cayó en la cuenta, que existía un
campo diferente, el que está compuesto por el amor y la sensibilidad.
(Fin de la
quinta parte)
Lima, 13
de diciembre del 2015
Jaime Del
Castillo Jaramillo
Abogado
egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta
con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio
profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo
‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en
Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y
epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional
en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis:
“Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático
universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología
de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis
Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y
conferencista.
http://fororepublicanoperu.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario