Rumba cubana: hija de la guaracha y de negros y mestizos
criollos, aculturados y libres. Negro curro del siglo
XIX es guarachero, el negro cheche del siglo XX es rumbero. Música cubana
criolla de antecedentes europeos principalmente. Parte IV
Por: Jaime Del Castillo Jaramillo
Ya está bien establecido y bien probado y comprobado, que el negro curro,
copió todo el plante, el afronte y la pose del majo andaluz, el mismo que era
buen bailarín, buen guitarrista, buen cantante, temible matasiete, mujeriego
empedernido y borracho de negro bodegón.
El negro curro libre, era un palomilla, un malandrín, y en él obviamente
que se fusiona la vileza, canallada y guapería del majo andaluz de navaja al
cinto; y ese plante y ese vivir y pensar y actuar del majo andaluz, lo copia y
lo trae el negro curro a Cuba.
Buena fotografía social y cultural tomó el investigador Agustín W. Reyes, citado por Fernando Ortiz en su libro “Los Negros Curros”, pues de acuerdo al estudioso Ortiz: “…A. W. Reyes
alude a ciertos negros curros de La Habana denominándolos de bandurria. Dice:
“los cheches de raza negra, de chancleta y bandurria, difieren bastante de los
tocadores de tambor, que nunca aspiran a elevarse tan alto…”. Era
obvio, que para el ojo del investigador, no se podía pasar por alto, el vivo
anhelo del negro aculturado de aprender y asimilarse a todas las enseñanzas,
costumbres y modos de sus patrones o líderes sociales, políticos y culturales
europeos.
Los músicos negros, como los mestizos criollos y libres cubanos, incorporaron
a la original estructura formal de la canción española en Cuba, las síncopas y los
contratiempos, así como sandungueras fluctuaciones a la melodía, y todo el
canto tenía el soporte del tiple y el güiro, que se encarga de la estructura
rítmica, aquí tenemos entonces, la originalidad y el genio musical cubano
criollo, con la guaracha primero y luego con la rumba.
Esa originalidad rítmica criolla cubana, va a ser difundida y desarrollada
por los músicos profesionales, así lo consigna el investigador Fernando Ortiz al relatar la versión
para piano de una rumba popular del siglo XIX: “El acompañamiento
de piano […] trata de imitar el ritmo producido por las claves, tambores y
demás instrumentos de percusión con que se acompañaban estas rumbas.” La
extracción popular de la guaracha cubana y luego la rumba es innegable, y para
los músicos profesionales toda una aventura musical que asumieron para
cuadrarla en los patrones y cartabones universales.
Con la abolición de la esclavitud, ya para fines del siglo XIX, es que
aparece la rumba urbana, o de solar, o de cajón, tanto en La Habana
como en Matanzas. Para decirlo en
forma muy clara, nítida y transparente posible: La Rumba Cubana es hija de la
libertad. La Rumba Cubana es
celebración de la abolición de la esclavitud. La Rumba Cubana es celebración por la libertad anhelada del negro y
mestizo criollo que querían y buscaban asimilarse definitivamente a la cultura
occidental y española en Cuba.
Además, aquí hay que reseñar y resaltar y destacar bien y palmariamente,
lo siguiente: estas rumbas urbanas
estaban sometidas rigurosamente a las formas literarias y poéticas de origen
hispano, tales como la copla y la décima, así lo confirma, ratifica y
sentencia el estudioso Philip Pasmanick,
en su obra “Décima and Rumba: Iberian formalism in the heart of
Afro-Cuban song”, publicado por Latin American Music Review 07-10-97.
Vale decir, la estructura básica constructiva y poética de contenido de
la rumba urbana cubana, era española
sin lugar a dudas, y el músico negro y mestizo criollo era respetuoso de eso, y
África nada tuvo que ver ahí, obviamente, que el acompañamiento musical en su
origen popular se hacía con un conjunto integrado exclusivamente por
instrumentos de percusión, la economía no daba para más, y el medio social
tampoco, y así fue el origen.
Solamente, y en el siglo XX, y nada más que en siglo XX, y cuando ya no
habían esclavos negros absolutamente, y cuando el negro y el mestizo criollos
libres, querían fortalecer la identidad de su Cuba hispana y occidental, fue
que los humildes instrumentos nativos cubanos criollos, tales como: la clave,
la marímbula y el bongó, se posicionan junto a los instrumentos de cuerda
punteada de procedencia española.
Como no podía ser de otra manera, y de acuerdo con su origen y secuela
española, la guaracha en Cuba, fue un factor relevante y clave en el desarrollo
de su teatro popular, y sus orígenes se encuentran al inicio del siglo XIX, y
precisamente al inicio del mencionado siglo, es que emergen los primeros
géneros musicales autóctonos y criollos de la nación cubana.
Y precisamente, el padre del teatro bufo cubano, Francisco Covarrubias, sustituye, a partir de 1812, a los
personajes españoles con personajes criollos cubanos como los típicos y
originales guajiros, los monteros, los carreteros y los humildes peones.
No solamente eso, --y lo más importante--, también se cambiaron los
patrones musicales, es decir, que los géneros musicales españoles como las
jácaras, tiranas, boleras y villancicos, fueron cambiados por los nuevos y
originales prototipos musicales criollos, tales como las guarachas, décimas y
canciones cubanas, así lo constató el gran literato cubano Alejo Carpentier, en la obra suya que citamos en otro capítulo.
De acuerdo a la pluma del gran cubano Alejo Carpentier, --y en la misma obra sobre música cubana que
estamos trabajando--, tenemos que “con Bartolomé José Crespo y
Borbón [escritor y dramaturgo gallego, creador del personaje negro Creto
Gangá]… los caracteres del teatro bufo cubano quedarían totalmente delineados…
ya que “con él entraron los negros en la escena”. Entonces, el gran
indicativo del negro criollo libre cubano, como parte integrante de la nueva
nacionalidad antillana, se hace patente en el arte, es el nuevo negro, que ya
no es más esclavo, si no que quiere ser republicano, y quiere demostrar su
valía dentro de los valores y cultura occidental. África nada tiene que hacer
ahí.
Precisamente, esa fuerte corriente y ese ímpetu y ese anhelo del nuevo
negro criollo libre de ser republicano cubano, y demostrando que era otro
aculturado occidental más y como el que más de la isla, y eso es lo que se
evidencia en las obras de teatro y desde el inicio en los estrenos del maestro
gallego Crespo y Borbón tales como “Un ajiaco, o La boda de Pancha Jutía y Canuto Raspadura”, y
en muchos sainetes del teatro bufo cubano, donde numerosos personajes negros, y
con pintorescos y llamativos nombres aparecen y emergen, y recordemos algunos
tales como Pancho Mandinga, Cañamaso y
Perico Trebejo. Y Alejo Carpentier,
también lo dejó así consignado, en gran forma y brillante estilo. Lo mismo
sucedió en Perú, y exactamente igual, con nuestros literatos costumbristas que
tomaron la fotografía y graficaron el nacimiento republicano, el origen de la
identidad peruana alejándose del españolismo, y en Perú como en Cuba se siguió
la gran corriente costumbrista española con su gran referente y eximio literato
Marino José de Larra.
En Perú nuestros grandes literatos costumbristas como Felipe Pardo y Aliaga, Juan del Valle y
Cabiedes (Diente del Parnaso), Alonso
Carrió de la Vandera (Lazarillo de ciegos caminantes), y Manuel Ascencio Segura, también
graficaron y consignaron a los negros
peruanos que empezaron a conducirse y pensar como hombres libres y como peruanos, con todas las incoherencias, singularidades, folklorismo,
insuficiencias, precariedades y jocosidades muy propias de la nueva asimilación
y aculturación occidental, igual fenómeno ubicamos en Cuba, exactamente igual, entonces, tanto en Cuba como en Perú,
después de la abolición de la esclavitud, ya no hay africanos, sino peruanos y
cubanos, no hay negro peruano ni negro cubano, sino peruano y cubano
simplemente, por eso afirmo: no hay música afrocubana, hay música cubana a
secas.
Cuba obtuvo su independencia absoluta y erigió su República para 1902,
por lo tanto es un insulto y una ofensa que se use la frase negro cubano, porque ya no hay negro
cubano, lo correcto y lo justo y lo constitucional es CIUDADANO CUBANO
simplemente, porque ya estamos hablando de ciudadanos
republicanos, así de simple y de sencillo, y los ciudadanos republicanos
son todos iguales entre sí, así pertenezcan al color racial que sea, por algo
los cubanos negros, blancos, mestizos y de todo color y condición social y
cultural y económica, pelearon por ser libres, e independientes y soberanos, o
sea pelearon por su República, seamos justos y objetivos e imparciales al
estudiar este fenómeno.
Pero, es bueno dejar aquí anotado lo siguiente en forma relevante, y me
apresuro en consignarlo: Para la mitad del siglo XIX, en La Habana, el malevo y temible negro curro y la mulata de
rumbo, ya habían desaparecido del escenario cubano, y es entonces, cuando estos
personajes de extramuros en mención se disuelven, que aparecen los géneros
musicales autóctonos dentro del teatro vernáculo cubano, tal como lo venimos
aquí desarrollando, y es que así y solamente así, aparecen nuevos prototipos
sociales plasmados en los personajes de ese género teatral, --tal como ya lo
hemos relatado--, es el negro criollo cubano total y absolutamente aculturado,
el que aparece en el nuevo teatro nacional cubano primevo.
Como olvidar a las mulatas Juana
Chambicú y María La O, así
también a los populares negros “cheches” José Caliente “que al que se
presente lo raja por la mitad”, o al negrito Candela, “negrito de rompe y raja, que
con el cuchillo vuela y corta con la navaja”, y así mismo, el negro
curro Juan Cocuyo, todos ellos por
cierto, estuvieron muy vinculados al ambiente festivo y al nuevo panorama y
escenario de la guaracha y de la rumba, así lo consigna taxativamente, nuestra
ya citada estudiosa Linares, en su
obra que estamos comentando: “La guaracha cubana. Imagen del
humor criollo”, tal como lo venimos haciendo desde otro capítulo o
envío.
Precisamente, la vestimenta típica del negro “cheche”,
de esa coyuntura histórica, es la que se inmortalizará universalmente, y como
recordamos, su original vestuario contaba con el pañuelo al cuello y a la
cintura, y las archiconocidas camisas de anchas mangas con vuelitos “a las que se les llama hoy guaracheras” tal como así lo
escribió, la misma investigadora Linares
bajo comento; y un dato importante, esta vestimenta del nuevo negro criollo
libre y aculturado de fines del siglo XIX, y que estamos describiendo,
obviamente que era copia del típico personaje ya desaparecido en La Habana: el
negro curro.
Y como dejó memoria, el pintoresco, levantisco y callejero negro curro
de ayer, pues ahora, el cheche habanero moderno de hoy, también se vestía “con pañuelo anudado en la cabeza y sobre él un sombrero alón, pantalón
ceñido a la cintura y patas acampanadas, camisa por fuera, anudada al frente,
una argolla en la oreja, y también pantuflas de piel de venado que sonaban
jactanciosamente al caminar.” También lo consigna así la investigadora
Linares, a la que tantas veces hemos
mencionado.
La misma estudiosa María Teresa
Linares, agrega, --en la misma obra que estamos consultando--, que “el vestuario de la mulata de rumbo, personaje por excelencia de la
guaracha, con sus pantuflas de piel de venado y su mantón de Manila fue el que
se atribuía también a la negra curra, que se conoció por la imagen reflejada en
la gráfica colonial, [y] que se convirtió luego en la rumbera de saya con cola
de vuelitos y un gran pañuelo al cuello con cuyas puntas alzaba los brazos
contoneándose”. En definitiva entonces, fue el típico negro curro y
la mulata de rumbo, o su compañera de inicios del siglo XIX, los que definieron al cubanísimo personaje del
guarachero y de la guarachera, los que después, con la abolición de la
esclavitud a fines del siglo XIX, serían homónimos del rumbero y de la rumbera,
también lo consigna así la estudiosa María
Teresa Linares.
Al comienzo de los géneros musicales criollos típicos cubanos, pues los términos
rumba y guaracha, eran un normal caso de polisemia, ya que se usaba dos
palabras diferentes para nombrar una misma cosa. Es más, la investigadora María Teresa Linares lo ratifica así,
cuando dice que: “…en los primeros años de este siglo [XX], se
mantenían al final de las obras del teatro vernáculo, unos fragmentos musicales
que cantaban los propios autores y que se les llamó rumba final…” y es
mucho más explícita aún, cuando agrega taxativamente que “eran ciertamente
guarachas.”
Es más, las rumbas cubanas
guardaron el formato español siempre,
específicamente, conservaron el estilo
flamenco, así lo afirma nuestra investigadora Linares, en sus notas y fichas a la recopilación de las grabaciones
del dúo Vera-Zequeira del año 1998, la
investigadora tantas veces aludida, se ratifica en llamar rumbas a determinadas canciones que se ejecutaban en el teatro bufo
cubano, por eso escribió lo siguiente: “Del repertorio seleccionado
para este CD, podemos observar la presencia que tenía la rumba, al estilo que
se cantaba en el teatro vernáculo… Las rumbas tenían un acompañamiento de
guitarra rasgueado que posiblemente influyera en el desarrollo que alcanzó en
España la rumba flamenca. Estas rumbas tenían en Cuba la función de cerrar los
pequeños sainetes del teatro vernáculo…” así está consignado en: María Teresa Vera y Rafael Zequeira: Grabaciones Históricas – 1916-1924,
Notas de María Teresa Linares,
Tumbao Cuban Classics 1998.
Muchos investigadores afirman que la guaracha es un derivado de la rumba,
pero no al revés, el mismo Alejo Carpentier
contendió en el asunto y afirmó, –en la misma obra que citamos en otro
capítulo--, que “…todo cabe en ella [la rumba]; todos los ritmos
constitutivos de la música cubana, además de los ritmos negroides que puedan
cuadrar con la melodía. Todo lo apto a ser admitido por un tiempo en 2 por 4,
es aceptado por ese género que, más que un género, es una atmósfera.”
Es más, el mismo Emilio Grenet
pretende zanjar el tema cuando expresa sobre el punto que, --en la misma obra que consultamos, tal como
consta en otro capítulo--, “…no es la forma lo que
determina lo sustancialmente genérico en la guaracha, sino el fondo, el asunto,
que por el ambiente que retrata le imprime su movimiento típico a este género…”
, y luego agrega, el mismo estudioso Grenet:
“Situaríamos La Palmira [sic.] de Moisés Simons, que él
llama rumba, [subrayado del autor] en el cuadro de la típica guaracha.”
Así lo expresó el comentado Emilio
Grenet, en su alabado escrito: “Música cubana. Orientaciones
para su conocimiento y estudio”, sendo artículo publicado en: Panorama de la música popular cubana. Selección y prólogo de Radamés
Giro, Editorial Letras Cubanas, 1998, p. 87.
María Teresa Linares, tercia en la polémica, y afirma que en sentido
general, la guaracha, originalmente,
era cierto tipo de rumba pero con tema humorístico, satírico o picaresco, y lo
explica de la siguiente forma: “La guaracha, como estilo de
canción de ritmo rápido y texto jocoso, siempre describió algún hecho político
o social, alguna situación sobre un personaje popular o alguna actitud que se
describía en forma picaresca...”, así lo consignó en su consultada
obra: “La guaracha cubana. Imagen del humor criollo”.
Sobre la palabra rumba, existen autores que le atribuyen el significado
de fiesta o de jolgorio. Por ejemplo, en cierto cuento costumbrista denominado “La mulata de rumbo”, el escritor costumbrista cubano Francisco de Paula Gelabert menciona
varias veces, las fiestas en las que participa el protagonista principal del
cuento, y para ello utiliza las denominaciones de rumba, rumbita o rumbas, y lo
redactó de la siguiente manera: “…más gozo yo y me divierto en
una rumbita con las de mi color y de mi clase…”, o también en este
otro pasaje, que reza así: “Leocadia iba a acostarse, como
había dicho, nada menos que a las doce del día, cuando llegó a la casa uno de
sus amigos de rumbas, acompañado de otro joven que iba a presentarle…”.
Francisco Paula Gelabert, en su obra: “La mulata de rumbo”,
Costumbristas cubanos del siglo XIX, Selección, prólogo, cronología y
bibliografía Salvador Bueno.
También el literato Alejo
Carpentier nos hace saber su parecer, --en la misma obra que venimos
consultando en otros capítulos--, de la siguiente forma: “…es significativo
el hecho de que la palabra rumba haya pasado al lenguaje del cubano como
sinónimo de holgorio, baile licencioso, juerga con mujeres del rumbo.”
Para nosotros la rumba cubana,
tiene el significado de callejero, de fiestero, de rumbo aventurero, la rumba
es la gran fiesta popular espontánea, alegre y costumbrista que levantaron los
negros libres de la esclavitud, y con voluntad y decisión de aculturación plena
occidental, y en toda su algarabía y manifestación. Y también dejamos en claro,
que para nuestra parte: La Guaracha
es anterior a la rumba,
históricamente está probado así, para nosotros la guaracha no procede de la rumba, sino que es al revés, de la Guaracha del negro curro del siglo XIX
se desprende la rumba cubana del
negro cheche libre y republicano del siglo XX.
(Fin de la cuarta
parte)
Lima, 24
de marzo del 2016
Jaime Del
Castillo Jaramillo
Abogado
egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta
con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio
profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo
‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en
Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y
epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional
en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis:
“Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático
universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”,
“Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”;
“Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social,
articulista y conferencista.
http://fororepublicanoperu.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
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