Gabrieli consolida la música instrumental para la
venidera Ópera del Barroco. El violín será instrumento clave para el género
musical del Cha Cha Chá y para la Charanga en Cuba musical. Historia de la
Música Occidental, Parte VII
Por: Jaime Del Castillo Jaramillo
Preciso es
sentar aquí que hubo un gran corte cultural contra la música occidental y anterior
a 1550, después de ese año, no se escuchó más música occidental de corte
medieval, hasta finales del siglo XX prácticamente.
Quien brillará
ahora, será el relevante y primer músico eclesiástico de la generación venidera
a 1550, Giovanni Pierluigi da Palestrina
(1525-1594), y quien fuera el engreído de la Ciudad Eterna, la histórica urbe
política, cultural y religiosa en la que vivió por siempre. La virtud especial
y destacable de la música del maestro Palestrina
fue la notoria comprensibilidad de sus obras, que pervivieron al paso de los
siglos. Y si bien es cierto que preservan la polifonía eufónica de los grandes
maestros Gombert y Morales, sin embargo tienen singular y
preciosa línea armónica, y dicha armonía lleva la clave en forma integral de los modos
mayores y menores.
La
paradigmática y mejor misa del maestro Palestrina,
--compuso más de cien misas--, la conocida y aplaudida Missa Papae
Marcelli (Misa del papa Marcelo), contiene música totalmente basada
en acordes progresivos, sorprendiendo por su buen gusto al incluirle armonías
muy ricas, como ya se dijo ut supra. Esta
misa de Palestrina de la referencia,
tiene un lugar especial en la música occidental no solamente por sus bellas virtudes
musicales intrínsecas y especificadas en su explicitud verbal, sino también por
su economía de medios y su serena belleza, además está signada por una bella
leyenda que relata que fue escrita en una sola noche y por revelación de
ángeles, y se agrega que tuvo como objetivo, reivindicar la polifonía en las célebres
polémicas y deliberaciones sobre la música de la Iglesia, que se llevaron a
cabo en el trascendental Concilio de Trento (1545-1563), --ciudad al norte
de Italia--.
La música del
gran maestro Palestrina fue modélica
y de hecho influyó en muchos músicos y tratadistas teóricos, tal como la famosa
obra de su contemporáneo Gioseffo
Zarlino (1519-1590), cuyos Institutioni harmoniche (Principios
de música, 1558) fue considerada la mejor y más elevada obra teórica de música
en su tiempo, --y de admiración hasta la fecha--, sobre todo porque Zarlino evocaba como fuentes firmes y
seguras a los antiguos maestros griegos, y con su nuevo estilo dio mayor
enjundia intelectual a la teoría musical.
Tenemos que
dejar aquí sentado que, el gran maestro teórico musical Zarlino de la referencia, estuvo protegido por la misma silla del
poderoso papa Pablo III el mismo que
convocó al trascendental e histórico Concilio
de Trento como respuesta y freno a las nuevas y sólidas confesiones religiosas
rebeldes y disidentes, y que se habían generado en torno a las enseñanzas de fuertes
personalidades críticas que embestían con argumentos y firmes pruebas en contra
de la autoridad y la liturgia de Roma, como fue el caso de los gigantes Martín Lutero y Juan Calvino.
Lutero y Calvino crearon la tormenta, y Lutero
y Calvino la soltaron contra Roma,
pero dicha tormenta ideológica y religiosa sacudió y remeció a todo el mundo
occidental, y esa tormenta reformista produjo ríos de sangre y crujir de
dientes, y cruentas persecuciones e inhumanas divisiones y restallantes revoluciones,
de hecho la Reforma Religiosa, remeció muy profundamente y desde sus bases al
viejo orden católico de influencia poderosa en la vieja Europa occidental.
Recordemos
que lo acordado en el Concilio de Trento
tuvo repercusiones trascendentales para la música occidental en el futuro, ya
que se ordenó la liturgia revisada y con música, que astutamente se concilia
así, con los ideales de la Reforma protestante, y no olvidemos que esos ideales
son de proyección renacentistas. Y recordemos también, que lo único que se sentenció
sobre la música en las oficiales promulgaciones del concilio bajo comento, fue
que la música de la Iglesia no debería tolerar «nada lascivo o
impuro», siendo que esta ordenanza religiosa pudo ayudar a terminar con
las misas en parodia basadas en madrigales.
Y
precisamente esta oficial promulgación bajo comentario, coincidía exactamente
con las intenciones y deseos del recio Juan
Calvino, y expresados en su conocido prefacio al Salterio de
Ginebra (1542), en el sentido que deberían escribirse «cantos no sólo sinceros, sino santos», y además que se evite
todo aquello que fuera «en parte vano y frívolo, en
parte estúpido y torpe, en parte sucio y vil, y consecuentemente
maléfico y
dañino». Tanto el dogmático Calvino como los obispos católicos reunidos en Trento gozaban de la
idea tomada de Platón, --(a la que
se refiere específicamente Calvino)--,
en el sentido que distintos tipos de música pueden resultar beneficiosos o
nocivos.
Pero lo
que debemos relievar aquí, es que la música ya tenía ganado un poderoso sitial
en la cultura, personalidad y mentalidad y formación del europeo medio
occidental en general, tan es así que, los católicos por un lado, como los
protestantes por el otro, coincidían plena y absolutamente en el valor que reconocían
y que validaban y legitimaban a la expresividad de la música. Todo se puede
quemar, vejar, acusar y destruir, pero a la música nunca se debe tocar ni con
el pétalo de una rosa, decían ambos bandos en pocas palabras, y con trincheras
humeantes y en disputa religiosa e ideológica en el período de la turbulenta y
candente reforma religiosa europea.
La música
entonces se quiera o no, unió a los enemigos religiosos católicos y
protestantes, y ese es un dato histórico y comprobable que debe relievarse y
anotarse en piedra, está establecido que en el periodo de la Reforma religiosa,
la música eclesiástica tenía el objetivo de ejercer firme influencia emocional
sobre el oyente y el cantante, y ese objetivo fue muy claro en la tradición
ibérica, que como sabemos se mantuvo fiel y leal, y, decididamente católica
inconmoviblemente, y cuando España imperial conquistó Sudamérica y las Antillas
en el siglo XV y XVI se preocuparon primordialmente en extirpar toda herejía y
confesión que no fuera la católica en sus nuevos territorios de ultramar.
También de
esta voluntad y corriente, bebieron y ejecutaron, tanto en la Alemania de
Lutero como en la Ginebra de Calvino, vale decir, el sentimiento religioso
debería ser comunicado en sendos arreglos musicales y llevados a textos en
lengua popular, ya sea en español, como en portugués o, también, en quechua o
en azteca, y tal como se ejecutó en dos célebres y breves alabanzas a la Virgen
María atribuidas a Hernando Franco
(1532-1585), quien fuera el primer compositor europeo que llegó a ser el
director de música de la catedral de la Ciudad de México en 1575.
Es en esa
permisividad, licencia y legitimación de la música, y en plena efervescencia de
la ruda corriente reformista religiosa, --y por parte de los católicos como por
parte de los protestantes--, que los músicos fueron los más beneficiados, y
además, y lo más importante, los teóricos como los músicos ejecutantes, tuvieron
la oportunidad de desarrollar sus teorías, y de enfrentarlas, y de cotejarlas,
y de ejecutarlas, hasta donde les fuera posible, y eso genera nuevas
corrientes, y deseos y modas; entonces fue en ese ambiente que se incuba la
feliz aparición de la ópera, y con la ópera obligatoriamente tiene que aparecer
la idónea orquesta, pero con nuevo formato y requerimientos propios y
especiales por cierto.
Ya estamos entrando
entonces, al universo de la música instrumentista en su nueva dimensión, y que
iniciará su larga y sólida saga en sus albores, por ejemplo, con los
instrumentistas de diversas clases que tocaban de forma regular en la famosa
catedral de San Marcos en la rica Venecia; precisamente ahí es donde se
verifica la célebre reunión del gran maestro teórico Gioseffo Zarlino, --pero ya en sus últimos años--, con un destacado
joven músico, --que habría estudiado con el gran músico Lasso--, nos referimos a: Giovanni
Gabrieli (1555-1612).
Gabrieli tiene su gran sitial en
la historia de la música occidental por su fama de gran compositor para música
instrumental, y compuso desde 1585 para la más prestigiosa y rica y noble de
las sociedades benéficas de la ciudad, la Scuola Grande di San Rocco,
donde compuso obras hasta para cinco grupos corales, con cantantes e
instrumentistas, y también compuso sonatas y canzonas estrictamente de música instrumental.
Con el maestro Gabrieli es que se incluye
el novedoso instrumento del violín,
que recién había sido asumido a inicios del siglo, y que se usaba poco, y solamente
en la música de baile.
En Cuba y
para el siglo XX, el violín europeo tendrá gran predicamento con la creación
del género musical del Cha Cha Chá obra del gran maestro violinista cubano Enrique Jorrín, y con el Cha cha chá que afiebró musicalmente al
mundo, vino su célebre formato musical: La
Charanga, con dos violines, piano, timbal, flauta, y bajo, todos
instrumentos netamente europeos.
El
antecedente directo de la Ópera
entonces, lo tendremos en la famosa crónica de Thomas Coryat, quien fuera viajero inglés y quien participó de una
ceremonia en la Scuola Grande di San Rocco para 1608, y quedó gratamente impactado y absorto
por la magnificencia musical que escuchó y lo registró así: «A veces cantaban juntos dieciséis o veinte hombres, teniendo un
maestro o director para llevarlos en orden; y mientras cantaban, también
tocaban músicos instrumentistas. A veces hasta dieciséis tocaban juntos en sus
instrumentos». Estas cantidades de cantantes, coristas y músicos, era
un alarde novedoso, refinado y excepcional que se permitía el gran maestro Gabrieli, y que engrandecía su fama por
cierto; pero lo que más causaba admiración en el cronista Coryat era el sentido e impactante dramatismo que proyectaba
nítidamente esta música de Gabrieli,
donde un grupo de cantantes contestaba al otro, y ya estamos en los albores de
la aparición de la famosa ópera como se ha dicho, y que se desarrollaría con creciente
riqueza de colores y sobre todo con la voz expresiva individual, y por cierto,
el teatro del gran Gabrieli, era de
naturaleza moderna e innovativa por demás, porque con él, aparece la
conversación.
(Fin de la
séptima parte)
Lima, 08
de febrero del 2016
Jaime Del
Castillo Jaramillo
Abogado
egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta
con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio
profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo
‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en
Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y
epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional
en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis: “Crisis
terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático universitario de
‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”, “Metodología de la
investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”; “Análisis Político”,
“Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social, articulista y
conferencista.
http://fororepublicanoperu.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
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