Italia, Francia y España influenciaron directamente sobre
la naciente música criolla cubana. Eduardo Sánchez de
Fuentes y Odilio Urfé, afirman que África no influyó centralmente en la música
cubana. Géneros musicales de raíz europea nacidos en Cuba. Parte V
Por: Jaime Del Castillo Jaramillo
Odilio Urfé González (1921-1988)
fue un gran musicólogo de renombre, que
profundizó en la investigación de la música cubana, en sus venas llevaba
la música ya que provenía de familia de músicos, inclusive académicos y
especializados en la música popular, el mismo Odilio Urfé fue compositor, pianista y director de orquesta, por lo
tanto, para el maestro Urfé no huvo ningún problema al abordar
la música cubana desde el punto de vista académico y popular.
Para 1949
da creación al famoso Instituto Musical de
Investigaciones Folklóricas (IMIF), que luego fue cambiado por el mismo Urfé, bajo el nombre de Seminario de la Música Popular Cubana
para 1964, pero, finalmente se denominó el Centro
de Información y Documentación Musical Odilio Urfé, y ello se verifica después
del fallecimiento de nuestro personaje bajo comento.
Para la
mitad del siglo XX, y entre 1950-51, impulsó con ímpetu las Misiones Culturales del Ministerio de
Educación, donde recorrió toda Cuba, haciendo su labor divulgativa y a la
vez didáctica, y simultáneamente hacía labor compilativa e informativa sobre la
música popular y el folclore de todas las provincias, incluyendo las ciudades o
urbes, como también las regiones lejanas.
Asimismo, el
maestro Odilio Urfé organizó y
promovió diferentes conciertos y festivales multitudinarios de música popular,
adquiriendo gran autoridad por sus valiosos y calificados aportes y conocimientos.
El título
bibliográfico de Urfé y que no debe
dejar de leerse se denomina “Factores que
integran la música cubana”, --(publicado en Islas, Revista de la
Universidad Central de Las Villas, vol. II, n. 1, Santa Clara, Cuba,
sept.-dic., 1959, pp. 7-21)--, donde señala que fueron cuatro las influencias
de integración de la música cubana: tales fueron, las influencias italianas, luego las francesas, africanas, y por cierto, la “poderosa
influencia que España ejerce en el acervo musical cubano”, pero Urfé no es mezquino en poner relevancia
en la influencia española y que a su criterio es el común denominador de la
personalidad y característica de la música cubana. Ob., cit., p. 8.
Urfé, con todo el bagaje de su
conocimiento folclórico, y con toda la información de primera mano que obtuvo
en toda Cuba, donde recopiló y compiló en años de estudio e investigación y
recolección de datos y personalmente, pues estuvo en condición de poner, --muy
calificadamente y con toda autoridad--, en seria duda y cuestionamiento, la
denominación tan alegremente usada de lo afrocubano
en la música de la Isla de Cuba.
Y siguiendo la línea
de muchos investigadores y estudiosos serios, pues no evitó avocarse al
estudio, profundización y crítica de la importante y trascendental obra
musicológica cubana de Eduardo Sánchez
de Fuentes, a quien respetó en su calidad de notable compositor y
folclorista, y sobre la tesis aborigenista del mencionado maestro Sánchez de Fuentes, pues nuestro
comentado Urfé la consideró: “interesante”, pero reseñó que para su criterio incurrió en “error indiscutible”. Obviamente que esta posición de Urfé es también opinable y discutible,
toda vez que la obra del gran maestro Sánchez
de Fuentes corresponde a las primeras décadas del siglo XX, donde por cierto,
las ciencias sociales recién estaban
asentando sus métodos científicos, pero aun así la obra del trascendental folclorista
Sánchez de Fuentes deviene en el hoy
por hoy, en piedra de toque para todo aquel que quiera adentrarse en los
secretos de la música cubana.
Urfé y Emilio Grenet, --(Emilio Grenet: “Música cubana.
Orientaciones para su conocimiento y estudio” del año 1939, en Panorama de la música popular cubana, La Habana, Letras Cubanas,
1998, pp. 43-100),-- defienden la posición de Sánchez de Fuentes, en el sentido que no rechaza el aporte
africano, y Urfé avanzó un poco más
inclusive, afirmando que conocía profundamente la “obra
musicográfica” del compositor Sánchez
de la referencia, y en su defensa Urfé
concluye categóricamente en lo siguiente: “Si Sánchez de Fuentes hubiera
tomado contactos directos, no por referencias, con las creaciones populares
anónimas y tradicionales [...] otra apreciación hubiera tenido de la realidad
musical cubana”. Obviamente, que aquí se refiere a ciertos puntos
contradictorios atinentes a la modernidad de la música cubana, pero está de
acuerdo en general con las posturas del maestro Sánchez de Fuentes con respecto al escasísimo aporte de las etnias
africanas en Cuba para su música criolla en estudio.
Urfé aparentemente no
reconocería el famoso “Son de Ma Teodora” y
su potencia de firme documento y probanza musical, de genuina representatividad
de los aurorales siglos del son cubano, y muy anterior al XIX, pero esa duda
sería despejada por otros contundentes escritos faccionados por el bien
informado Urfé de la referencia.
Por
ejemplo, cuando abundó en argumentos y ejemplos idóneos para mostrar y
demostrar la poderosa y fuerte influencia de la música occidental y en
específico del lirismo europeo en el
cancionero en Cuba, donde precisa y puntualiza las arias operísticas de Italia y también las romanzas de zarzuelas, que tuvieron tan buena acogida en la
sociedad y cultura cubana, y producto de ello es que germinaron para la primera década del
siglo XX en dos procesos importantes y trascendentes, y por demás creativos: por
un lado, las canciones cubanas criollas
con sus grandes exponentes Sánchez de Fuentes
y José Marín Varona, entre otros
compositores; y por otro lado: la canción
cubana integrada, con muchos compositores de valía, tales como los muy
conocidos de la Trova, desde Pepe Sánchez, Sindo Garay, Villalón, Corona
y otros, hasta Eusebio Delfín, Rafael
Gómez, Companioni; pero también Urfé
menciona la rama o la vertiente
de los compositores vernáculos tales como José
y Manuel Mauri, J. Anckermann, Luis Casas Romero, Eliseo Grenet, Moisés Simons,
los Lecuona, los Prats, Roig, Ignacio Villa, Nilo Menéndez, inclusive a
varios de ellos los considera como los creadores de la cubanización de la romanza.
En este
punto no podemos dejar de precisar aquí, que el lirismo italiano según Urfé se
extendió muy ampliamente a toda la sociedad cubana y en diferentes niveles y
estratos sociales, por eso es que se generan muchas creaciones musicales que
nada tuvieron que ver con África en
modo alguno, y tales fueron: el bolero,
la criolla, las claves, rumbas y comparsas, y hasta el danzón, que cogería inmensa, sólida y popular preferencia en la
música cubana.
Urfé también reconoce
expresamente el fuerte influjo francés
en la integración o fusión con el genio criollo cubano, y el cenit de ello fue
el DANZÓN CUBANO, de donde se
desprende toda la saga de géneros musicales cubanos exitosos y universales,
incluyendo a la Salsa de New York de
los años 70’; y lo expresa así el aludido don Odilio Urfé: “la contribución francesa
representada en la contradanza, adquirió gran significación histórica en el
proceso morfológico de la música cubana, resultando el germen fundamental que
fecundó la creación de la única forma calificada que poseemos: el danzón”.
Urfé considera que la música
francesa tuvo sendo valor funcional para la sociedad y para la cultura musical
cubana, toda vez que la contradanza fue
firme y seguro “freno al desbordamiento creador algo rapsódico de
los criollos” (un freno positivo, pero más que eso, fue el elemento
equilibrador del arte cubano criollo), cuando los músicos cubanos empezaron a crear
sus expresiones musicales criollas, pues el canon francés fue fundamental, fue
así que aparece el género del danzón
cubano, y precisamente la contradanza,
la danza y el danzón de basamento galo, fueron
los ritmos preferidos por los músicos criollos cubanos para viabilizar sus
ideas y creaciones y sobre todo para “sonar” en orquestas
en regla y canon, y tradicionalmente compuesta por diez músicos –con percusión incluida–,
solamente así se dieron las primeras presencias gráficas, profesionales y
sonoras de la música cubana en creación netamente criolla en las primeras dos
décadas del siglo XIX.
Como no
podía ser de otro modo, la música cubana criolla acusó acendrada dualidad
histórica: por un lado, los géneros
musicales instrumentales europeos se fusionaron con la creatividad
autóctona, y de otro lado, para principios del siglo XIX, la presencia musical
de cantantes autóctonos acusa fuerte
presencia y vigencia para fines del propio siglo XIX antedicho, y se acentuó y
afinó para los inicios del siglo XX.
Odilio Urfé, luego de arduas,
profundas, pacientes y acuciosas investigaciones por toda la isla de Cuba,
también anotó sobre la “contribución que África aportó
a través de sus naturales” a la formación musical cubana, y lo
consignó en cuatro pequeños párrafos, en los que consigna, las etnias africanas
más relevantes en materia musical, tales como “los grupos denominados
lucumí, carabalí y congos”, de donde proceden los dos únicos aportes
africanos trascendentes a la música cubana, y las señaló así: “dos expresiones musicales africanas [...] que más han influenciado la
rítmica cubana: la lucumí (santería y bembé) y las de los misteriosos ñáñigos.”
Es contundente esta afirmación autorizada y bien confirmada, que nos indica
que África en verdad de verdades
aportó muy poco en la formación de la música criolla cubana de admiración
universal, su aporte se queda en algunos ribetes rítmicos o de sazón y sabor,
pero de ahí no pasa a más.
Urfé, también reconoce algunos
aportes en cuando a modalidad musical
solamente, y sería lo único que habría quedado de las supervivencias africanas;
en estricto y en rigor de precisión, se refiere Odilio Urfé a ciertos giros
melódicos, que según su apreciación se hacen presentes en ciertas “realizaciones cubanas” y que se verifican desde la contradanza hasta el son montuno, la danza, el danzón, la comparsa carnavalesca, la clave y la rumba. Entonces se confirman nuestras hipótesis: No se puede hablar
o afirmar alegremente sobre la existencia de la música afro-cubana, porque en
verdad eso nunca existió, a lo más existen ciertos giros melódicos o ciertos
ribetes de sandunga, pero ahí queda la cosa, la influencia sustantiva y frontal
y directa fue la influencia europea sobre la música criolla cubana.
Pero el reputado
experto de la referencia Odilio Urfé
tiene muy en claro y lo explica así, que las prioridades fundamentales,
centrales y cardinales en materia musical en Cuba, las lidera o jefatura o
conduce el factor o la música española
o la influencia hispana, y con total y plena y absoluta preponderancia.
(Fin de la quinta
parte)
Lima, 08
de mayo del 2016
Jaime Del
Castillo Jaramillo
Abogado
egresado de la U.N.M.S.M. con más de 25 años de ejercicio profesional y cuenta
con estudio jurídico abierto; politólogo con más de 20 años de ejercicio
profesional; periodista, fundador y director del programa radial y televisivo
‘Yo, Sí Opino’ (censurado en TV y cerrado cinco veces en radio); Maestría en
Ciencia Política con la tesis “Pensamiento Político peruano insuficiente y
epidérmico causa de nuestro subdesarrollo político”; Post Grado internacional
en Ciencia Política otorgado por la UCES – Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales de Buenos Aires-Argentina graduado con la tesis:
“Crisis terminal de los Partidos Políticos en el Perú”; catedrático
universitario de ‘Historia del Pensamiento Político”, “Filosofía Política”,
“Metodología de la investigación en Ciencia Política”, “Realidad Nacional”;
“Análisis Político”, “Ciencia Política”, etc.; blogger, comunicador social,
articulista y conferencista.
http://fororepublicanoperu.blogspot.com
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
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