lunes, 12 de agosto de 2019

Big Bands y swing tradicionales se resistieron a morir, el Bebop produjo su versión en Big Band. Orquestas de Barnet y Herman fueron incubadoras musicales de lujo al amparo del Bop. Historia del Jazz. Parte LVII


Big Bands y swing tradicionales se resistieron a morir, el Bebop produjo su versión en Big Band. Orquestas de Barnet y Herman fueron incubadoras musicales de lujo al amparo del Bop. Historia del Jazz. Parte LVII














Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo












La posguerra trajo muchos cambios de todo orden: Militar, político, económico, financiero, científico, artístico y por cierto, también hubo muchos cambios en el orden musical. La aparición de la música y estilo de Charlie Parker y sus colegas no fue casualidad, fue el imperio de un determinado orden de cosas con su imaginario y su mentalidad colectiva necesaria y obligatoria o concomitante. Por lo tanto, Charlie Parker cambió definitivamente el rumbo del jazz y sin punto de retorno, o sea, le cambiaron los ejes al discurso del jazz y para toda la vida y generaron nuevos puntos de coordenadas  musicales.












En suma, el movimiento llamado Bebop fue una auténtica revolución Contracultural que no pedía el aplauso de las masas, o sea, los jovencitos portaestandartes del movimiento Bebop reclamaban para sí la etiqueta de “marginales”, es decir, ellos pedían y querían sentirse en oposición al jazz viejo o tradicional o secular, en tal virtud, se cuidaban mucho de ser motejados de “vendidos” al sistema, por lo tanto, eran los rebeldes, eran los antisistema, eran los incendiarios en el mundo del Jazz norteamericano de su momento.











Y precisamente, el movimiento del Bebop aparece acicateado por el contexto de la II guerra mundial que a todos los continentes con sus siete mares afectó, seas combatiente o no, en tal virtud había un malestar flotando en el aire o hinconeando o apaleando o asustando o acechando, pero había un malestar, un gran malestar, y en la música tenía que expresarse claramente y con mayor razón cuando las Big Bands recibieron un duro golpe por la escasez de trabajo y por lo tanto, de dinero, en suma: los directores de las Big Bands tuvieron que licenciar a sus músicos y desbaratar o desmontar sus agrupaciones musicales y con numerosa planilla de músicos, ese fue el momento en que saltó a la yugular el movimiento rebelde y contestatario o contracultural del Bebop, pero quienes estaban en medio de todo ello, eran los cantantes, quienes pasaron a ser el foco de atención inmediato, y es que la razón de ello, es sencilla de explicarla, era más fácil al empresario contratar a UN CANTANTE que a una Big Bands de más de una decena de músicos en tarima.









Entonces, fue al inicio de los años cincuenta, que aparecieron y brillaron en las marquesinas de los teatros, los nombres de los cantantes (antes que las Big Bands), y quienes procedían, -algunos- de las  mismas big bands ahora en desgracia. Dichos cantantes se habían convertido ágil y rápidamente en la atención del gran público, ya no corrían más los nombres de Duke Ellington, Benny Goodman, Artie Shaw, Count Basie o Glenn Miller, todos esos nombres dieron un paso al costado y emergieron nuevos nombres tales como: Frank Sinatra, Peggy Lee, Nat King Cole, Jo Stafford, Doris Day y Perry Como, o sea, el mundo cambiaba y cambiaba sin lugar a retorno, nuevos nombres, nuevas imágenes, nueva música, nuevo concepto, nuevo imaginario.











El malestar general que provocaba la IIGM era persistente, ahora costaba 30% más, ir a los Salones de baile vía un impuesto necesario al gobierno beligerante y en tiempos de guerra, por lo tanto, el gran público ya no bailaría como antes, además aparecieron, la televisión, los equipos de sonido de alta fidelidad, etc., y por lo tanto, era un placer quedarse en casa en lugar de gastar dinero en los bailes o espectáculos que encima estaban gravados en contra del bolsillo anémico.











El golpe de muerte contra las carísimas y lujosas Big Band estaba decretado irrefragablemente y no había vuelta hacia atrás (algunos estudiosos afirman que en toda la nación norteamericana existían más de cien Big Bands y más de ochocientos locales de baile donde se presentaban dichas numerosas agrupaciones musicales en sus épocas de oro), por lo tanto, ese inmenso vacío de necesidad de arte, música y baile, lo cubrieron los músicos de jazz outsiders, los jóvenes rebeldes y bohemios y los beatniks. El discurso juvenil contestatario tenía la mesa servida y los micrófonos y libros y podios y teatros, etc., estaban a su entera disposición, y claro que los usaron y a todo meter.








La predecible caída, aparatosa, estruendosa, ruidosa y lacrimógena de las big bands fue espectacular, ya que muchos directores de esas abultadas orquestas bajo comentario, hicieron mil malabares para evitar y no ver caer la inmensa mole de sus Big Bands con el swing amarrado a una de las patas del armatoste gigantesco; al final de la desgracia monumental, solamente quedó una pequeña junta de ex grandes líderes de esas maquinarias musicales de la zarandeada época de la Segunda Guerra Mundial, a saber: Duke Ellington, Count Basie, Woody Herman, Stan Kenton y James, y ellos hacían mil esfuerzos, mil gestos, mil gestiones, con tal de no ver desaparecer a sus super orquestas, era el canto del cisne y en forma definitiva.










Tal fue el pavor, angustia, miedo  y pánico de ver caer finalmente a las Big Bands que no tuvieron empacho alguno de apelar a la música clásica y fusionarla con el Jazz y para ser ejecutada por sus agrupaciones musicales bajo comentario, en un esfuerzo último por salvar a los elefantes blancos en medio de una cristalería tal  y como eran en verdad esas Big Bands, y eso, era tan ridículo como mezclar vino con lejía y servirlo como nuevo trago de lujo.








Estos acotados y desesperados directores de las tantas veces mencionadas Big Bands, echaron mano entonces de autores de música clásica y llamados “serios” por el público lego, ese fue el caso de Igor Stravinsky y algún conocido arreglista de Big Band tal como Boyd Raeburn hizo un arreglo denominado:

“Boyd Meets Stravinsky”,





pero era obvio que Stravinsky no tocaba en manera alguna en dicho tema.





No solamente eso, como respuesta salió George Russell al frente y con otra pieza de fusión y para 1949 titulada:

“Bird in Igor’s Yard”






Como anécdota se cuenta que Shorty Rogers con toda confianza y como si fuesen viejos colegas con el maestro ruso Stravinsky, denominó a su composición:

“Igor”










Al parecer, el trasfondo de esto fue una estrategia de las disqueras quienes quisieron ayudar a los directores de Big Bands en desgracia, pero, obviamente que no resultó tal menuda estrategia, porque al gran público no le interesó esta música incomprensible y difícil y rara.









El reconocido director de Big Band Woody Herman había llamado la atención del mismo afamado compositor ruso Stravinsky e inclusive personalmente se le acercó y le entregó senda composición con arreglos para la Big Band del mencionado Herman, nos referimos a la famosa obra:

El Concierto de Ébano









pero dicha composición resultó fastidiosa, difícil y bizantina para el gran público y que en general, dicho tema nada tenía que ver con la virilidad melódica del jazz y al que estaba acostumbrado el norteamericano medio.









Repetimos, hubo desesperación por parte de los directores de Big Bands frente a la total y absoluta indiferencia del respetable público, el mismo que no atendía en modo alguno a sus enrevesadas mezclas o fusiones del Jazz con la música clásica antes mencionadas, por lo tanto, ese no era el camino ni la solución ni nada de nada, solamente era desesperación tanto de los músicos como de los empresarios que no vendían nada de nada. Fue en esa coyuntura estrecha, difícil y obscura, que los directores de esas agrupaciones musicales, como los empresarios disqueros, voltearon los ojos hacia el emergente, subterráneo y contracultural Bebop y recién lo vieron como un salvavidas o como el trampolín para ganar dinero y público.









Pero, aquí hay un detalle bien importante, el Bebop en modo Big Band lo ejecutaron no solamente los tradicionales directores de Big bands y amantes del Swing de preguerra, sino también músicos vinculados al Bebop tales como Earl Hines, Billy Eckstine y Dizzy Gillespie, quienes lideraron sus propias big bands y con calificados músicos de jazz moderno, pero también fue un sonoro y rotundo fracaso este proyecto, vale decir, el gran público ya no quería saber nada con las Big Bands y de ningún tipo.








En esa lógica fue que el legendario   y célebre director musical: Benny Goodman se arrodilló al párvulo Bebop, sea por necesidad, sea por miedo, sea por supervivencia, o sea por oportunismo, pero lo cierto es que desarrolló el Bebop  y cuando no le resultó tampoco, dijo que los boppers no eran “verdaderos músicos”, pero sin embargo, en 1948 lanzaba loas y en público a los Beboppers y hasta integró en su banda a músicos del Jazz moderno, tales como: Wardell Gray y hasta Fats Navarro. Pero, como fracasó también en ese proyecto, el inestable Benny Goodman para 1949 disolvió su fallida banda de bop y rápidamente para 1953 otra vez hablaba muy mal del movimiento Bebop, por ejemplo dijo para el New York Times lo siguiente: “Lo que se oye en el bop es un montón de ruido”.










La historia del afamado tema y considerado buque insignia o himno oficioso del Bebop y titulado (el modelo inicial fue establecido por Duke Ellington y Count Basie):

“Cherokee”,











es bastante esclarecedor, ya que fue grabado por el músico blanco llamado Charlie Barnet y su orquesta,  y hay que puntualizar que Barnet fue el primero en usar el estilo Bebop cuando recién hacía su aparición auroral y casi nadie conocía de ese movimiento contracultural y revolucionario de la música Jazz, “Cherokee” fue el gran hit de la banda de Charlie Barnet para 1939.










Para 1942 la banda del mencionado Charlie Barnet ya tenía potente sonido de jazz moderno, con plenitud y contundencia y estilo nítido, desarrollando muchas técnicas y fraseos del Bebop, los arreglos corrían por cuenta de Andy Gilson y también de Ralph Burns, siendo ellos los que le dieron clara personalidad musical definida a la banda de Barnet con diáfano sello vanguardista, aúnase a ello, la calidad del pianista Dodo Marmarosa, del célebre bajista Oscar Pettiford,  de los trompetistas Neal Hefti y Al Killian y del legendario clarinetista Buddy DeFranco (quien tendría su propia Big Band posteriormente), y muchos otros músicos de calidad que integraron la orquesta de Charlie Barnet.










Nos parece muy importante mencionar una vez más el nombre de Charlie Barnet, para relievarlo en otra dimensión, porque Barnet fue un destacado músico y director de orquesta que lideró la integración racial en el mundo del jazz norteamericano, (igual hizo Benny Goodman, cuando contrató a los músicos negros: Roy Eldridge, Benny Carter, Lena Horne, Frankie Newton y Charlie Shavers, en una coyuntura de racismo militante y perverso y agresivo), en esa lógica Barnet contrató audaz y provocadoramente al mismo Dizzy Gillespie en su banda.










El reconocido crítico e investigador Gunther Schuller, afirmó en su libro The Swing Era, que la placa que concretó la banda de Barnet para octubre de 1943 y titulada:

“The Moose”










y con los arreglos de Burns, y cuando contaba con el pianista Marmarosa en gran auge y con sus juveniles diecisiete años, pues fue ahí cuando “nació el jazz de big band moderno, o al menos recibió su bautismo”.










Como siempre, Barnet fue criticado duramente, sobre todo por el filón racista enquistado en el mundo del jazz y en la cultura norteamericana, pero en verdad de verdades, Barnet fue un gran maestro quien hizo una obra revolucionaria y trascendental ya que definió un estilo claro y contundente en materia de Bebop y hasta las viejas versiones clásicas del jazz fueron remozadas y relanzadas con el estilo moderno del Jazz gracias a la obra modernizante y modernizadora de la orquesta de Charlie Barnet, por ejemplo, en 1944 tenemos la obra maestra titulada:

“Drop Me Off in Harlem”, de Ellington






o “West End Blues”, de Armstrong










Otro destacado director de Big Band que sorprendió a muchos con sus excelentes grabaciones en jazz moderno o Bebop fue el inquieto Woody Herman (Nació en Milwaukee para 1913, a los seis años cantaba y bailaba en su ciudad natal, y con nueve años hizo su primera gira como artista y se le anunciaba como el niño prodigio del saxofón), quien era muy conocido por reinventarse musicalmente en forma constante. Tocó en la banda de Isham Jones para 1934 hasta 1936 y el astuto y hábil Herman armó su propia orquesta con  los músicos de Jones, y la denominó: The Band That Plays the Blues, donde ejecutaba muy bien el Swing y hasta en modo Dixieland.








 
Cuando Herman decidió ejecutar música del jazz moderno o Bebop buscó a los mejores y empezó contratando en 1942 al gran maestro de la trompeta Dizzy Gillespie como arreglista de su orquesta y el resto de miembros de su agrupación musical fueron reclutados a partir de los músicos de la banda de Charlie Barnet, tales como el bajista Chubby Jackson para 1943 como el guitarrista Billy Bauer y el drummer Dave Tough, estos últimos fueron fichados para 1944, el pianista Ralph Burns y el trompetista Neal Hefti también se enrolaron con Herman, igual caso fue con Sonny Berman y  Pete Candoli y para 1944 llegó el trombonista Bill Harris y el saxo tenor Flip Phillips, de igual forma se incorporó el vibrafonista Red Norvo y el trompetista Shorty Rogers y el pianista Jimmy Rowles.










Magistrales grabaciones quedaron de esa maravillosa primera Big Band de Herman, como por ejemplo:

“Apple Honey”  






“Northwest Passage”





“Laura”






“Happiness Is a Thing Called Joe”





“Caldonia”






“Goosey Gander”






“Sidewalks of Cuba”






“The Good Earth”











La segunda banda o Second Herd de Herman estuvo activa entre 1947 y 1949, y contó con grandes músicos, tales como: Zoot Sims, Al Cohn, Herbie Steward, Jimmy Giuffre, Serge Chaloff y Gene Ammons, pero el más destacado de ellos fue el joven saxo tenor Stan Getz (ya había grabado con Jack Teagarden cuando solamente contaba con dieciséis años, y también estuvo en las Big Band de Benny Goodman y Stan Kenton).











El gran maestro Stan Getz, nació en Filadelfia el 2/02/1927, Getz se educó en el Bronx  y aprendió a tocar la armónica, el contrabajo y el fagot, hasta que se decidió por el saxofón, precisamente, tocando el fagot es que ingresó en la All New York City High School Orchestra.










El precoz músico adolescente Stan Getz a sus escasos quince años ya hacía giras por todo Estados Unidos con el gran maestro trombonista, cantante y director de Big Band, Jack Teagarden; pero la personalidad del joven Getz era tornadiza, sensible e inquieta,  por eso abandonó al maestro Stan Kenton cuando lo escuchó criticar despectivamente a su ídolo Lester Young y se fue con la banda del maestro Jimmy Dorsey y después se pasó a la Big Band del célebre Benny Goodman.










Stan Getz estuvo colaborando con la orquesta del maestro Woody Herman, algunos meses, y ahí se encontró con dos influyentes maestros del saxofón: por un lado, Herbie Steward quien lo convenció al joven Getz de imitar el sonido light del gran ídolo Lester Young y hasta que Getz terminó afincándose en dicho estilo; y de otro lado, la gran influencia de Jimmy Giuffre quien lo ayudó a consolidar su carrera como saxofonista.









Es que Giuffre y Getz aprendieron del gran arreglista Gene Roland y ya habían trabajado juntos en la banda de Tommy DeCarlo, por lo tanto, ambos aportaron con un estilo fresco y diferente en la orquesta de Woody Herman. Para mayores y contundentes pruebas escuchemos los magistrales arreglos del maestro Jimmy Giuffre con una sección de saxofones de lujo y para el gran éxito de la orquesta de Woody Herman y titulada:

“Four Brothers”





Getz se lució en un bellísimo solo para el tema “Early Autumn” de Ralph
Burns, con la orquesta del maestro Woody Herman






El joven Getz se unió a otros grandes saxofonistas de la Second Herd de Woody Herman, nos referimos a los maestros: Al Cohn y Zoot Sims, ambos eran seguidores como Getz, del gran maestro de maestros del saxofón Lester Young.










Otro gran tecladista y saxofonista tenor que pasó por la orquesta de Herman fue Gene Ammons o Jug, el mismo que se destacó en el estilo del soul jazz, tomando como fuente y raíz al mismo blues y góspel; otro gran maestro que acompañó al director Herman fue el saxofonista también, Serge Chaloff quien era fiel seguidor y cultor del bop, en suma, era el mejor saxo barítono para interpretar las creaciones del genial Charlie Parker. Lamentablemente Chaloff tenía una pésima conducta por su adicción a las drogas y falleció en 1957 cuando recién frisaba sus juveniles treinta y tres años.








El maestro Woody Herman disolvió su Segunda Manada, y hasta formó su Tercera Manada, pero ya todo había cambiado vertiginosamente,  sobre todo y ante todo, los intereses y gustos del gran público ya eran otros e iban en camino opuesto a las ideas del inquieto director musical Herman quien murió pobre por que fue embargado y perseguido por el fisco norteamericano por deuda en materia de impuestos.






En el olimpo musical del jazz norteamericano aparecían nuevas figuras, tales como Ornette Coleman, Elvis Presley, Cecil Taylor, Jerry Lee Lewis, John Coltrane y Little Richard.









(Fin de la parte LVII)










Lima, 12 de agosto del 2019

Jaime Del Castillo Jaramillo

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