miércoles, 22 de marzo de 2017

Duke Ellington nació para ser mimado, aplaudido y respetado. Duke Ellington fue un autodidacta del piano, pero su creatividad, sagacidad y oído, lo hizo un coloso del Jazz en la era de las Big Band. Historia del Jazz. Parte XXXI





Duke Ellington nació para ser mimado, aplaudido y respetado

Duke Ellington fue un autodidacta del piano, pero su creatividad, sagacidad y oído, lo hizo un coloso del Jazz en la era de las Big Band. Historia del Jazz. Parte XXXI



Por:    Jaime Del Castillo Jaramillo






Hablar de Duke Ellington es hablar de una inmensa montaña  musical, la misma que no ha sido totalmente explorada; Duke Ellington fue el más profesional de los profesionales del Jazz; Ellington forjó una personalidad especial para el mundo del jazz, mantuvo un carácter y un genio especial para el mundo de los instrumentos musicales, de las partituras y de los músicos y cantantes y disqueras y demás parafernalia centrípeta y centrífuga del amplio y extenso mundo del Jazz; pero el Duke, simultáneamente tenía otra faceta y personalidad oculta para su vida personal.



Duke Ellington es un inalcanzable e inmenso gigante  y coloso del jazz norteamericano, director de directores de Big Band jazzísticas, definitivamente es el prototipo de director musical; logró lo que muchos no pudieron en su tiempo y en su contexto musical, como por ejemplo: crear escenarios y panoramas coloridos, novedosos e interesantes con su música orquestal; como por ejemplo, hacer poesía orquestal indeleble y penetrante con su maravillosa Big Band; como por ejemplo, constituirse en el trascendental y relevante demiurgo en la era del swing.



La atractiva personalidad jazzística del genial Duke Ellington se convirtió en el prototipo de todo maestro del Jazz: de tenida siempre elegante; carismáticamente reservado pero amable; siempre sobrio, ponderado y caballeroso en su trato; muy educado y preocupado en mostrar y relumbrar sus estrictas reglas de cortesía y convivencia social; esencialmente elitista, a pesar de su convivio con las corrientes populistas, por todo ello, estuvo bien puesta su denominación de ‘Duke’.



Edward Kennedy "Duke" Ellington incomparable compositor, respetado pianista y líder de una de las big band más prestigiosas de Estados Unidos; su exitosa y brillante carrera se desplegó por más de medio siglo y que va desde 1923 hasta su muerte. Nació en Washington D.C., un 29/04/1899 y fallece el 24/05/1974, en Nueva York.



Su progenitor, James Edward Ellington, había sido camarero hasta que dos años antes de nacer el pequeño ‘Duke’ fue contratado como empleado doméstico de un médico de Washington, para quien sirvió por más de 2 décadas, donde se desempeñó desde cochero hasta mayordomo. Fue su padre quien le enseñó a estar a la moda, a guardar el porte elegante de los grandes señores de Washington, a manifestarse personalmente con señorío y magnificencia; su bella madre, doña Daisy Kennedy Ellington, procedía de una familia acomodada y bien educada, el abuelo materno del ‘Duke’ había sido capitán de policía; era sumamente claro, que en el hogar del amado niño ‘Duke’ lo más importante era la imagen que se proyectara, sea la condición y situación que se atraviese.



Su culta madre, al haber perdido un hijo anteriormente, se avocó específicamente y con todo amor maternal posible y con toda contrición, a educar y a inculcar al pequeño ‘Duke’ que había nacido para hacer y lograr grandes cosas extraordinarias y ello se lo inculcó desde que tuvo uso de razón y años por años, por cierto, el púber ‘Duke’ se lo creyó y después lo logró, con toda dignidad, honra e inteligencia.



No debe sorprender entonces, que el jovencito ‘Duke’ pronunciase con toda convicción sobre sí mismo, que: “Yo soy el ilustre y noble Duke”.



Tampoco nos debe extrañar en modo alguno, que en el cultivado hogar de los Ellington existiesen dos elegantes y excelentes pianos; tampoco debería sorprendernos que los padres del infante ‘Duke’ sabían tocar piano, por ello es que, antes que cumpla diez años el mimado ‘Duke’, ya dominaba bien el piano puesto que recibió clases particulares de cierto profesor.



No solamente eso, el mismo ‘Duke’, a pesar que ya sabía tocar el piano, pensó que no era suficiente para su formación artística y decidió consolidar y robustecer su formación cultural en su campo y para ello y por ello, estudió profesionalmente artes plásticas, en un instituto de prestigio con la intención de convertirse en dibujante publicitario, aunque la verdad, creemos que el inteligente y astuto jovencito ‘Duke’ lo que quería saber es: cuáles son las claves y técnicas precisas de la gran publicidad comercial o marketeo, la misma que posiciona a empresas y a estrellas del arte, en la sociedad y en el mundo de los negocios; para luego aplicarlas en forma eficaz y eficiente a su propia vida personal y proyección profesional artística. Y como que fue así, exactamente.



Por su personalidad e inteligencia y sagacidad, consiguió trabajo como pianista, pese a que sus conocimientos en el dominio del teclado eran limitados, pero obviamente, primero empezó a tocar piano entre sus colegas y amigos.



La música popular de su tiempo fue el ragtime y el blues y en una conocida sala de billar de Washington en su ciudad, se reunían los maestros pianistas de rag de esa señorial ciudad. Obviamente, que el inteligente y observador Ellington aprendió ahí de los mejores y por la amistad con ellos, empezó a sustituirles en diversos compromisos musicales a los que no podían asistir por recarga laboral, así empezó el pianista ‘Duke’ Ellington.



En esa coyuntura un profesor de música llamado  Henry Grant, se dio cuenta de las condiciones artísticas del pianista ‘Duke’ y lo lleva a su hogar, a fin de brindarle clases particulares de armonía. Además de ello, el Duke se preocupó en asistir a los espectáculos de revista, donde enriquece su cultura musical con los nuevos estilos de música popular y obviamente, aprendió también las mañas y cucañas de los showman de su evo.



Redondeó y pule la formación musical del pianista Duke Ellington, el afrontar entusiasmado y de plano y de lleno, el poderoso y difícil estilo del piano stride de Harlem. Como no podía ser de otro modo, se avocó con ahínco, al estudio de los rollos de pianola del padre del Stride Piano, el gran maestro James P. Johnson y se aprendió nota por nota y tecla por tecla, el icónico tema “Carolina Shout”, autoría del venerable maestro progenitor del Stride Piano antes mencionado.



Es más, cuando el famoso maestro de maestros del Stride Piano, el antes aludido James P. Johnson visitó la poderosa ciudad de Washington D.C., el joven Duke Ellington tocó para él personalmente, por cierto, el gran maestro Johnson gratamente sorprendido y por el buen arte del Duke, le dio un espaldarazo musical.



Duke Ellington nació para ser único y original y para cosas extraordinarias, como se lo recalcaba cientos de veces, su bella madre y desde que tuvo uso de razón. En ese sentido, el Duke ya no copiaría más a otros pianistas, sino que se avocaría a crear sus propias composiciones u obras musicales (a pesar que era un destacado autodidacta en el piano) y lo más importante: con su propio estilo, cuño y sello musical, que luego lo llevaría al éxito absoluto. A pesar que demoró en comprender los secretos del piano, pero la recompensa fue compenetrarse y en la práctica misma y sin mucha teoría, con las entrañas mismas de la buena música creativa y que provocaría reacciones y emociones positivas sobre y en el bailador o el oyente y que lo haría muy famoso y todo un Duke del Jazz.



Está muy claro que el mimado Duke Ellington en sus primeros y juveniles dos décadas de edad, vio a la música como una actividad secundaria, solamente cuando contrae matrimonio en 1918 con Edna Thompson y cuando nace su primogénito Mercer al año siguiente, es que se preocupa en hacer producir dinero de la música.



Como cabeza de familia, el buen Duke Ellington daba sustento a su joven hogar, a través de su negocio como panelista publicitario, donde diseñaba y construía y colocaba avisos y carteles de baile y toda clase de material publicitario. Aprovechó esa coyuntura comercial y también ofrecía a sus clientes: orquestas y  bandas musicales, además del aviso publicitario consabido y pertinente, fue así que empezó a ganar contratos con orquestas que armaba para fiestas y de cuando en cuando, dirigía algunas veces su propia orquesta.




Para el año de 1923, el músico Duke Ellington ya tenía un nombre ganado en el escenario de las orquestas de baile de su Washington; fue ahí que conoció al baterista Sonny Greer (nació un 13/12/1895, en Long Branch, Nueva Jersey y fallece un 23/03/1982, en Nueva York) y al saxofonista Otto Hardwick (Otto James "Toby" Hardwicke, nació un 31/05/1904, en Washington D. C., y falleció un 5/8/1970, en Washington D. C.), entre otros buenos músicos, quienes después integrarían su famosa Big Band.



Su ímpetu juvenil, lo hizo trasladarse y arriesgarse, probando fortuna musical en New York pero fracasó en su primer intento y regresó a su Washington natal, para dedicarse nuevamente a su actividad de publicista comercial. Pero, en verdad, el Duke no podía dormir en las noches, pensando en ese fracaso y los motivos de esa derrota en la Gran Manzana, obviamente que hizo una evaluación profunda de ello y racionalmente, trazó una estrategia y un plan para conquistar musicalmente a New York y con un nuevo y mejorado plan bajo el brazo, regresó  a los pocos meses a la fría y dura Capital del mundo.



Su plan o estrategia consistía en caminar con tiento y cuidado y tomar varios caminos y atacar muchos frentes, como por ejemplo, presentar sus composiciones u obras musicales a las disqueras del momento; como por ejemplo, crear y fortalecer su red de contactos, empezando con todos los músicos paisanos suyos procedentes de Washington y que estaban establecidos en Manhattan. Precisamente cuando acompaña musicalmente y en un club de Harlem a la cantante Ada Smith o Bricktop (más conocida como “cabeza de ladrillo” llamada así cuando se fue a París a probar fortuna artística: Ada Beatrice Queen Victoria Louise Virginia Smith, nació un 14/8/1894, en Alderson, Virginia Occidental y fallece un 1°/2/1984, en Nueva York), fue que Ellington forma su banda musical y con sus paisanos, denominada Los Washingtonians.



Con  esta su modesta banda musical Los Washingtonians es que encuentra el hilo conductor para empezar a conquistar a New York, y desde el modesto Club de Harlem fueron contratados para hacer música en un distinguido y céntrico local: el Hollywood Club, el mismo que quedaba cerca del icónico Times Square, donde trabajaron musicalmente por largos cuatro años. Siendo que este último local o club fue rebautizado para 1924 como El Club Kentucky.



El Duke tenía no solamente buen oído absoluto musical, sino que tenía mucho ojo avizor, para saber y con mirada de águila, encontrar lo bueno que podría aportar cierto músico para la mayor gloria y engrandecimiento de su Big Band; el buen Duke Ellington podía ver musicalmente, donde otros eran ciegos y tuertos, su calificado oído se maridaba muy bien con su buen ojo de director musical original.



Cuando el genial Duke Ellington contrata al trompetista James “Bubber” Miley (James Wesley "Bubber" Miley, nacido en Aiken, Carolina del Sur, un 19/1/1903 y fallecido en Welfare Island, Nueva York, el 24/5/1932) fue criticado, ya que ‘Bubber’ era considerado un trompetista de técnica mediocre; sus improvisaciones se basaban en usar dos o tres notas nada más; además, su registro no llamaba la atención. Pero el genial Duke le puso ojo avizor y oído, a las ocultas virtudes de su nuevo trompetista, como por ejemplo, la capacidad innata de ‘Bubber’ para generar bello timbre y su maestría para crear melodía, además era diestro y perito en animar con paleta de bellos colores la línea instrumental de una manera superior.



Pero, los críticos solamente veían los aspectos negativos de ‘Bubber’ como por ejemplo, que como solista no alcanzaba los niveles y calidades de Louis Armstrong o Bix Beiderbecke; pero el Duke sabía bien que la suprema melodía trompetística de Miley relievaría bellamente sus obras musicales, como que fue así y ‘Bubber’ pasaría a ser considerado un clásico de la trompeta de Jazz.



Por si fuera poco, la fortaleza y atributo del buen ‘Bubber’ Miley era su capacidad y dominio total de la sordina recta, además era un consumado maestro en el manejo del émbolo, en esos mencionados aspectos ‘Bubber’ era imbatible. No por algo Miley había sido educado en la Gran Manzana y tenía como modelo, al gran King Oliver, el modélico maestro de la antigua corneta con sordina.



Para 1926, el gran Ellington contrató al trombonista Tricky Sam Nanton (Joe ‘Tricky Sam’ Nanton, nació un 1°/2/1904, en Nueva York, y fallece un 20/7/1946, San Francisco, California) y también fue criticado por ello, toda vez que ‘Tricky Sam’ era considerado un trombón mediocre, con pésimo registro. Pero lo que vio el Duke en Nanton era su capacidad para generar el sonido dirty (sucio) que estaba muy de moda en esa época, además, ‘Tricky Sam’ hacía hablar maravillosamente a su vara, capacidad y atributo que luego bien explotaría Duke Ellington para mayor gloria de sus obras musicales y de su bien forjada fama de gran director de Big Band.



El interés musical de Duke Ellington se basaba en tener músicos que se preocuparan en hacer sonido colectivo, antes que solistas destacados; el Duke quería tener y presentar una Big Band con mucho carácter y vaya que lo logró, en forma original y aplaudida.



Ellington como pianista, tampoco era una maravilla, no alcanzaba la calidad del gran Fats Waller; ni mucho menos la admirable velocidad en el teclado del gran maestro Art Tatum; ni tampoco lograba el elegante swing de Count Basie o la hipnotizadora energía de ‘Fatha’ Hines; en verdad, Duke Ellington se basaba en giros insospechados y repentinos cambios sorpresivos, además, era insuperable en la complejidad de escenarios y en la exquisitez musical, siempre sorprendía con algo nuevo y diferente.

(Fin de la parte XXXI)


Lima, 22 de marzo del 2017

Jaime Del Castillo Jaramillo

@jaimedelcastill
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