En medio de la
terrible depresión económica y con la mafia que le soplaba la nuca, Ellington
supo triunfar y elevarse en el mundo del jazz. Historia del Jazz. Parte XXXII
Por: Jaime Del Castillo Jaramillo
Para 1927, Duke Ellington, –quien ya estaba
posicionado como un respetable director de Big Band--, previa audición, se hizo
del codiciado puesto de orquesta de planta del afamado Cotton Club de Harlem. Recordemos
que el Duke ya tenía un amplio
público que lo prefería y desde el Club
Kentucky, además había estampado varias placas discográficas, solamente en 1927
faccionó una treintena de discos, además ya era dueño de un estilo propio.
Harlem ya era un seguro faro
frente al inmenso mar del jazz; Harlem
ya era una fuente viva de energía musical renovadora, además, era una
incubadora de grandes maestros del Jazz, por lo tanto el público blanco no podía
obviarla en modo alguno.
Como es de
conocimiento histórico y debidamente probado y documentado, la mafia había
tomado los sindicatos de diverso tipo y de otros sectores, además de la venta
de alcohol y por cierto, en los mejores locales de Jazz, estaban presentes la
mafia o los gansgter, en esa coyuntura histórica muy puntual, el buen Duke Ellington supo sacarle provecho a
ello y supo también navegar en esas procelosas aguas negras, hasta convertirse y
en plena depresión económica, en una de las mejores y posicionadas orquestas o
big band de jazz y que además, no tuvo necesidad de reducir personal, como sí
lo hicieron otras bandas musicales de su evo.
Duke Ellington y su big band,
hicieron innumerables grabaciones en este período, no solamente eso, salían
regularmente en programas radiales, con todo lo que eso significaba comercialmente
y como proyección artística en vastos confines y por si fuera poco, para 1930, el
sagaz Duke aparece en su primera
película de Hollywood: “Check and Double Check”, donde actuó con el célebre actor del momento,
Maurice Chevalier en el Fulton Theater de la Gran Manzana.
La vida y
la fortuna le sonreían al buen Duke
Ellington, sus relaciones, sus contactos
y su probada y refinada astucia para manejar sus asuntos empresariales le
rendían muy buenos réditos, tan es así que para 1931, fue invitado para ser
presentado por ante el mismo presidente Hoover
en la Casa Blanca, grande honor muy
inusual y atípico, tratándose de un músico negro de jazz.
Ese mismo
año, dejó Duke el afamado y
exclusivo local del Cotton Club y se
dedicó a cobrar altas sumas de dinero por sus fastuosas presentaciones y en sus
giras musicales, donde se desplazaba en su propio bus cama, que incluía su
personal equipo de iluminación y su lujoso guardarropa, el mismo que contenía
elegantes y finos uniformes y uno para cada presentación musical, sean las veces
que fueren en un mismo día.
No lo
olvidemos, a pesar de los halagos y elogios que le prodigaban profusamente, la
prensa crítica y los expertos, en cuanto a emularlo con autores de música clásica,
pues, el Duke tenía muy claro que la
preferencia popular era la que más le pagaba y le rendía frutos, por eso, se
avocó a contratar a cantantes, porque la época se prestaba para ello, empezando
con su competencia Cab Calloway que
lo sucedió en el Cotton Club de Harlem, el mismo y quien era un maestro
del Scat.
Duke Ellington mostró una vena
prolífica compositiva nunca antes vista entre 1938 y 1939, de ese período es
que proceden sus temas más inmortales, tales como “Mood Indigo”, “It Don’t Mean a Thing (If It Ain’t Got That
Swing)”, “Sophisticated
Lady”, “Solitude” o “In a Sentimental Mood”.
Cuando salió
fuera de Estados Unidos, tuvo un éxito sin precedentes el buen Duke Ellington en Europa de 1933, ya
que fue bien recibido y aplaudido y comentado.
No podemos
dejar pasar por alto, el brillo y fama de los grandes directores musicales de
esta coyuntura, tales como Ellington,
Henderson, Lunceford, Calloway, Webb y Fitzgerald
todos ellos nacidos de la prolífica Harlem
y todos ellos inmensas estrellas que iluminaban el mundo jazzístico universal de
su tiempo.
Cuando emerge
la era del Swing en el jazz norteamericano, pues Ellington ya estaba inserto en la nueva ola por sus precedentes
composiciones y es que, no lo olvidemos, el swing de raíces negras en Norteamérica,
significó la comercialización del jazz en su nuevo formato musical, más
definido y corpóreo: el nuevo ritmo de las masas en la tierra del Tío Sam.
(Fin de la parte XXXII)
Lima, 1° de
abril del 2017
Jaime Del
Castillo Jaramillo
http://salsaconcausa.blogspot.pe
@jaimedelcastill
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