Duke Ellington nació para ser
mimado, aplaudido y respetado
Duke Ellington fue
un autodidacta del piano, pero su creatividad, sagacidad y oído, lo hizo un
coloso del Jazz en la era de las Big Band. Historia del Jazz. Parte XXXI
Por: Jaime Del Castillo Jaramillo
Hablar de Duke Ellington es hablar de una inmensa
montaña musical, la misma que no ha sido
totalmente explorada; Duke Ellington
fue el más profesional de los profesionales del Jazz; Ellington forjó una personalidad especial para el mundo del jazz,
mantuvo un carácter y un genio especial para el mundo de los instrumentos
musicales, de las partituras y de los músicos y cantantes y disqueras y demás
parafernalia centrípeta y centrífuga del amplio y extenso mundo del Jazz; pero
el Duke, simultáneamente tenía otra
faceta y personalidad oculta para su vida personal.
Duke Ellington es un
inalcanzable e inmenso gigante y coloso
del jazz norteamericano, director de directores de Big Band jazzísticas,
definitivamente es el prototipo de director musical; logró lo que muchos no
pudieron en su tiempo y en su contexto musical, como por ejemplo: crear
escenarios y panoramas coloridos, novedosos e interesantes con su música
orquestal; como por ejemplo, hacer poesía orquestal indeleble y penetrante con
su maravillosa Big Band; como por
ejemplo, constituirse en el trascendental y relevante demiurgo en la era del
swing.
La atractiva
personalidad jazzística del genial Duke
Ellington se convirtió en el prototipo de todo maestro del Jazz: de tenida
siempre elegante; carismáticamente reservado pero amable; siempre sobrio,
ponderado y caballeroso en su trato; muy educado y preocupado en mostrar y
relumbrar sus estrictas reglas de cortesía y convivencia social; esencialmente elitista,
a pesar de su convivio con las corrientes populistas, por todo ello, estuvo
bien puesta su denominación de ‘Duke’.
Edward Kennedy "Duke" Ellington incomparable compositor, respetado pianista y líder de una de las big
band más prestigiosas de Estados Unidos; su exitosa y brillante carrera se
desplegó por más de medio siglo y que va desde 1923 hasta su muerte. Nació en
Washington D.C., un 29/04/1899 y fallece el 24/05/1974, en Nueva York.
Su
progenitor, James Edward Ellington,
había sido camarero hasta que dos años antes de nacer el pequeño ‘Duke’
fue contratado como empleado doméstico de un médico de Washington, para
quien sirvió por más de 2 décadas, donde se desempeñó desde cochero hasta
mayordomo. Fue su padre quien le enseñó a estar a la moda, a guardar el porte
elegante de los grandes señores de Washington, a manifestarse personalmente con
señorío y magnificencia; su bella madre, doña Daisy Kennedy Ellington, procedía de una familia acomodada y bien
educada, el abuelo materno del ‘Duke’ había sido capitán de
policía; era sumamente claro, que en el hogar del amado niño ‘Duke’
lo más importante era la imagen que se proyectara, sea la condición y situación
que se atraviese.
Su culta madre,
al haber perdido un hijo anteriormente, se avocó específicamente y con todo
amor maternal posible y con toda contrición, a educar y a inculcar al pequeño ‘Duke’
que había nacido para hacer y lograr grandes cosas extraordinarias y ello se lo
inculcó desde que tuvo uso de razón y años por años, por cierto, el púber ‘Duke’
se lo creyó y después lo logró, con toda dignidad, honra e inteligencia.
No debe
sorprender entonces, que el jovencito ‘Duke’ pronunciase con toda
convicción sobre sí mismo, que: “Yo soy el ilustre y noble Duke”.
Tampoco nos
debe extrañar en modo alguno, que en el cultivado hogar de los Ellington existiesen dos elegantes y
excelentes pianos; tampoco debería sorprendernos que los padres del infante ‘Duke’
sabían tocar piano, por ello es que, antes que cumpla diez años el mimado ‘Duke’,
ya dominaba bien el piano puesto que recibió clases particulares de cierto profesor.
No solamente
eso, el mismo ‘Duke’, a pesar que ya
sabía tocar el piano, pensó que no era suficiente para su formación artística y
decidió consolidar y robustecer su formación cultural en su campo y para ello y
por ello, estudió profesionalmente artes
plásticas, en un instituto de prestigio con la intención de convertirse en
dibujante publicitario, aunque la verdad, creemos que el inteligente y astuto
jovencito ‘Duke’ lo que quería saber
es: cuáles son las claves y técnicas precisas de la gran publicidad comercial o
marketeo, la misma que posiciona a empresas y a estrellas del arte, en la
sociedad y en el mundo de los negocios; para luego aplicarlas en forma eficaz y
eficiente a su propia vida personal y proyección profesional artística. Y como
que fue así, exactamente.
Por su
personalidad e inteligencia y sagacidad, consiguió trabajo como pianista, pese
a que sus conocimientos en el dominio del teclado eran limitados, pero
obviamente, primero empezó a tocar piano entre sus colegas y amigos.
La música
popular de su tiempo fue el ragtime
y el blues y en una conocida sala de
billar de Washington en su ciudad, se reunían los maestros pianistas de rag de esa señorial ciudad. Obviamente,
que el inteligente y observador Ellington
aprendió ahí de los mejores y por la amistad con ellos, empezó a sustituirles
en diversos compromisos musicales a los que no podían asistir por recarga
laboral, así empezó el pianista ‘Duke’
Ellington.
En esa
coyuntura un profesor de música llamado Henry Grant, se dio cuenta de las
condiciones artísticas del pianista ‘Duke’
y lo lleva a su hogar, a fin de brindarle clases particulares de armonía. Además
de ello, el Duke se preocupó en
asistir a los espectáculos de revista, donde enriquece su cultura musical con
los nuevos estilos de música popular y obviamente, aprendió también las mañas y
cucañas de los showman de su evo.
Redondeó y
pule la formación musical del pianista Duke
Ellington, el afrontar entusiasmado
y de plano y de lleno, el poderoso y difícil estilo del piano stride de Harlem. Como
no podía ser de otro modo, se avocó con ahínco, al estudio de los rollos de
pianola del padre del Stride Piano,
el gran maestro James P. Johnson y se
aprendió nota por nota y tecla por tecla, el icónico tema “Carolina Shout”, autoría
del venerable maestro progenitor del Stride
Piano antes mencionado.
Es más,
cuando el famoso maestro de maestros del Stride Piano, el antes aludido James P. Johnson visitó la poderosa
ciudad de Washington D.C., el joven Duke
Ellington tocó para él personalmente, por cierto, el gran maestro Johnson gratamente sorprendido y por el
buen arte del Duke, le dio un
espaldarazo musical.
Duke Ellington nació para ser
único y original y para cosas extraordinarias, como se lo recalcaba cientos de
veces, su bella madre y desde que tuvo uso de razón. En ese sentido, el Duke ya no copiaría más a otros
pianistas, sino que se avocaría a crear sus propias composiciones u obras
musicales (a pesar que era un destacado autodidacta
en el piano) y lo más importante: con su propio estilo, cuño y sello
musical, que luego lo llevaría al éxito absoluto. A pesar que demoró en
comprender los secretos del piano, pero la recompensa fue compenetrarse y en la
práctica misma y sin mucha teoría, con las entrañas mismas de la buena música
creativa y que provocaría reacciones y emociones positivas sobre y en el
bailador o el oyente y que lo haría muy famoso y todo un Duke del Jazz.
Está muy
claro que el mimado Duke Ellington en
sus primeros y juveniles dos décadas de edad, vio a la música como una
actividad secundaria, solamente cuando contrae matrimonio en 1918 con Edna Thompson y cuando nace su primogénito
Mercer al año siguiente, es que se
preocupa en hacer producir dinero de la música.
Como cabeza
de familia, el buen Duke Ellington daba
sustento a su joven hogar, a través de su negocio como panelista publicitario,
donde diseñaba y construía y colocaba avisos y carteles de baile y toda clase de
material publicitario. Aprovechó esa coyuntura comercial y también ofrecía a
sus clientes: orquestas y bandas
musicales, además del aviso publicitario consabido y pertinente, fue así que
empezó a ganar contratos con orquestas que armaba para fiestas y de cuando en
cuando, dirigía algunas veces su propia orquesta.
Para el
año de 1923, el músico Duke Ellington
ya tenía un nombre ganado en el escenario de las orquestas de baile de su Washington; fue ahí que conoció al
baterista Sonny Greer (nació un 13/12/1895,
en Long Branch, Nueva Jersey y fallece un 23/03/1982, en Nueva York) y al
saxofonista Otto Hardwick (Otto
James "Toby" Hardwicke, nació un 31/05/1904, en Washington D. C., y
falleció un 5/8/1970, en Washington D. C.), entre otros buenos músicos, quienes
después integrarían su famosa Big Band.
Su ímpetu
juvenil, lo hizo trasladarse y arriesgarse, probando fortuna musical en New York pero fracasó en su primer
intento y regresó a su Washington natal,
para dedicarse nuevamente a su actividad de publicista comercial. Pero, en
verdad, el Duke no podía dormir en
las noches, pensando en ese fracaso y los motivos de esa derrota en la Gran
Manzana, obviamente que hizo una evaluación profunda de ello y racionalmente,
trazó una estrategia y un plan para conquistar musicalmente a New York y con un nuevo y mejorado plan
bajo el brazo, regresó a los pocos meses
a la fría y dura Capital del mundo.
Su plan o
estrategia consistía en caminar con tiento y cuidado y tomar varios caminos y
atacar muchos frentes, como por ejemplo, presentar sus composiciones u obras
musicales a las disqueras del momento; como por ejemplo, crear y fortalecer su
red de contactos, empezando con todos los músicos paisanos suyos procedentes de
Washington y que estaban
establecidos en Manhattan. Precisamente
cuando acompaña musicalmente y en un club de Harlem a la cantante Ada
Smith o Bricktop (más conocida
como “cabeza de ladrillo” llamada así
cuando se fue a París a probar fortuna artística: Ada Beatrice Queen Victoria
Louise Virginia Smith, nació un 14/8/1894, en Alderson, Virginia Occidental y
fallece un 1°/2/1984, en Nueva York), fue que Ellington forma su banda musical y con sus paisanos, denominada Los
Washingtonians.
Con esta su modesta banda musical Los
Washingtonians es que encuentra el hilo conductor para empezar a
conquistar a New York, y desde el
modesto Club de Harlem fueron
contratados para hacer música en un distinguido y céntrico local: el Hollywood Club, el mismo que quedaba cerca
del icónico Times Square, donde trabajaron musicalmente por largos cuatro
años. Siendo que este último local o club fue rebautizado para 1924 como El Club Kentucky.
El Duke tenía no solamente buen oído
absoluto musical, sino que tenía mucho ojo
avizor, para saber y con mirada de águila, encontrar lo bueno que podría
aportar cierto músico para la mayor gloria y engrandecimiento de su Big Band;
el buen Duke Ellington podía ver
musicalmente, donde otros eran ciegos y tuertos, su calificado oído se maridaba
muy bien con su buen ojo de director musical original.
Cuando el
genial Duke Ellington contrata al
trompetista James “Bubber” Miley (James Wesley "Bubber" Miley, nacido
en Aiken, Carolina del Sur, un 19/1/1903 y fallecido en Welfare Island, Nueva
York, el 24/5/1932) fue criticado, ya que ‘Bubber’ era considerado un
trompetista de técnica mediocre; sus improvisaciones se basaban en usar dos o
tres notas nada más; además, su registro no llamaba la atención. Pero el genial
Duke le puso ojo avizor y oído, a las
ocultas virtudes de su nuevo trompetista, como por ejemplo, la capacidad innata
de ‘Bubber’
para generar bello timbre y su maestría para crear melodía, además era diestro
y perito en animar con paleta de bellos colores la línea instrumental de una
manera superior.
Pero, los
críticos solamente veían los aspectos negativos de ‘Bubber’ como por
ejemplo, que como solista no alcanzaba los niveles y calidades de Louis Armstrong o Bix Beiderbecke; pero el Duke
sabía bien que la suprema melodía trompetística de Miley relievaría bellamente sus obras musicales, como que fue así y
‘Bubber’ pasaría a ser considerado un
clásico de la trompeta de Jazz.
Por si
fuera poco, la fortaleza y atributo del buen ‘Bubber’ Miley era su capacidad y dominio total de la sordina recta,
además era un consumado maestro en el manejo del émbolo, en esos mencionados aspectos
‘Bubber’ era imbatible. No por algo Miley había sido educado en la Gran
Manzana y tenía como modelo, al gran King
Oliver, el modélico maestro de la antigua corneta con sordina.
Para 1926,
el gran Ellington contrató al
trombonista Tricky Sam Nanton (Joe ‘Tricky
Sam’ Nanton, nació un 1°/2/1904, en Nueva York, y fallece un 20/7/1946, San
Francisco, California) y también fue criticado por ello, toda vez que ‘Tricky
Sam’ era considerado un trombón mediocre, con pésimo registro. Pero lo
que vio el Duke en Nanton era su capacidad para generar el
sonido
dirty (sucio) que estaba muy de moda en esa época, además, ‘Tricky
Sam’ hacía hablar maravillosamente a su vara, capacidad y atributo que
luego bien explotaría Duke Ellington
para mayor gloria de sus obras musicales y de su bien forjada fama de gran
director de Big Band.
El interés
musical de Duke Ellington se basaba
en tener músicos que se preocuparan en hacer sonido colectivo, antes que
solistas destacados; el Duke quería
tener y presentar una Big Band con mucho carácter y vaya que lo logró, en forma
original y aplaudida.
Ellington como pianista, tampoco
era una maravilla, no alcanzaba la calidad del gran Fats Waller; ni mucho menos la admirable velocidad en el teclado del
gran maestro Art Tatum; ni tampoco
lograba el elegante swing de Count Basie
o la hipnotizadora energía de ‘Fatha’
Hines; en verdad, Duke Ellington
se basaba en giros insospechados y repentinos cambios sorpresivos, además, era
insuperable en la complejidad de escenarios y en la exquisitez musical, siempre
sorprendía con algo nuevo y diferente.
(Fin de la parte XXXI)
Lima, 22 de
marzo del 2017
Jaime Del Castillo
Jaramillo
@jaimedelcastill
yeagob2@gmail.com
https://www.facebook.com/jdelcastillojaramillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario